–¡Qué es lo que paso aquí! – Exigió furioso Andrés –y ella, ¿Dónde está ella? – lanzó la camilla lejos.
–Sebastian – dijo Gula señalando el hueco que atravesaba su barriga y después el que había dejado el impacto de su cuerpo contra la pared.
–Ella es mía, lo entiendes – dio una patada a Daniel qué seguía inconsciente en el piso –los mataré a todos, nadie puede quitármela ni ustedes ni nadie, ella es mía, lo entendiste! – señalo a Gula que admiraba su mano mientras esta terminaba de formarse por completo en medio del humo que lo rodeaba.
Andrés empuño dos espadas cortas con la forma de una semilunar con su filo aserrado por dos cortes.
–Con esto podré acabar de una maldita ves con esos entrometidos y con cualquiera que intente quitármela – levanto dos pequeñas espadas con forma semilunar, de un filo liso que en el final se dentaba, median medio metro de largo y la hoja tenía runas en todo el cuerpo –si es necesario los mataré a ustedes también –Apunto con punta de las espadas a Gula.
–Debemos encontrarlos antes de que Ira lo haga primero– ordenó a Gula en un gesto de que le siguiese, Gula seguía con la mirada perdida en su mano que se había reconstruido por completo.