El CorazÓn De La Bestia (el Lobo De Albemarle) * B.I # 1 y 2

VI| AVERSIÓN

BESTIA

ʚ•☪•ɞ

Espoir park, aquella pequeña casona de tan solo dos pisos.

Con escasamente sesenta metros cuadrados, se ubicaba en medio de más de una docena de hectáreas que eran aradas por un par de lacayos que hacían parte del servicio de la casa algo pintoresca.

Con la fachada hecha en su totalidad de piedra caliza, dándole aspecto un tanto elegante.

Disfrutando de un diminuto portón que le suministraba el paso a la entrada principal, donde eran recibidas las visitas por un sirviente que hacía las veces de capataz.

Ostentando un pequeño armario para resguardar los abrigos, sombreros, sombrillas, entre otras pertenencias; dándole un espacio reducido al recibidor no por eso menos acogedor.

Adornado con bocetos colgados en las paredes de pintores no reconocidos, pero prodigios.

Teniendo tan solo un salón principal equipado de los muebles necesarios, acondicionado con una chimenea decente que daban calor en las noches frescas, un pequeño comedor dentro de la cocina la cual era de las salas más amplias al albergar a todos los comensales que disfrutaban de las delicias de la negra Zeila, la cual desde su llegaba se había posicionado como ama de llaves y segunda al mando después de su persona en la propiedad.

El segundo piso solo portaba las habitaciones principales, siendo la matrimonial que fue adecuada para que conectasen, del mismo tamaño atribuyéndose a los aposentos de los amos como era correspondiente.

Cada una con su cama con dosel, reconfortante, los más finos muebles, el cuarto de baño y un lugar exclusivo para guardar de manera placida las pertenencias.

Contando con una habitación de visitas en el ala sur, y el estudio donde permanecía la mayor parte del tiempo el dueño de casa.

Aunque pareciera modesto, el lugar era parte de todo lo cómodo y fino que residía desde las alfombras hasta la vajilla, dándole un aire refinado en conjunto con el calor de hogar.

Ese que calentaba el pecho de Sebastien cada que se encontraba a solas rememorando el pasado que, aunque estaba dejando atrás, no siendo por las entrañas, cuando aquella había tenido momentos especiales que se arraigaban al alma dándole una capa más al corazón sin opción de salvación.

Todo estaba bien y en orden para él, que cada día se levantaba con los primeros rayos del sol dispuesto a comenzar con sus labores y ordenar sus prioridades.

Entre ellas un modesto corral con animalillos que suplían de lo necesario a la casa ubicados en la parte trasera de la residencia, conectando con la cocina, al igual que las pequeñas pesebreras que resguardaban un par de caballos de pura sangre traídos específicamente para su ocupe.

Marchando conforme su pensar, pese a un leve y notorio inconveniente.

El mismo que rememoro estando un par de horas atrás en otro lugar.

Con nombre propio, que calentaba su cama cada noche saliendo de esta antes del amanecer.

Esa rubia con curvas delirantes que no dejaba de portarse como la chiquilla malcriada que auguro ser desde el comienzo, incordiando a su paso con los despotismos despectivos que le sacaban de quicio.

Sus exigencias constantes al verlo perdido sin retorno al hogar un par de días por semana, alegando no saber su paradero, como si tuviese voz y voto en su actuar.

Desde que piso la propiedad, su ceño se profundizó dando un aire despectivo al área, analizando todo con asco pese a la pulcritud.

Mirando por encima del hombro al lacayo que les recibió, y no comiendo a menos que no fuese una doncella de tez blanquecina que adquirió hace poco menos de un mes, porque le causaba repulsión la piel de aquella que preparaba los mejores platos de América, solo engullendo alimentos que Zeila no tocaba.

Todo eso en conjunto le encolerizaba, pero no conforme con ese comportamiento tan poco humano estaba el hecho de que se había comenzado a entrometer en sus asuntos, unos en donde no tenía cabida.

Acentuándose en el día que decidió poner a cierta persona por encima de cualquier ser humano.

Bajo del mobiliario, ni bien tuvo de frente la propiedad.

Con un suspiro de pesadez.

Apenas el sol estaba otorgando sus primeros rayos, topándose con su rostro de inmediato.

Frenó un momento para disfrutar de estos con los ojos cerrados, tratando de calmar su ira, ocasionada por la confesión y remembranzas, sacándole a todo un punto a favor, hasta que escuchó algo que captó su atención.

Asemejándose a un golpe seco.

Como si se cortase el aire.

Siendo más patente al ser tan temprano, no habiendo movimientos que truncaran lo que traía el viento.

Agudizó el oído.

Otra vez el silencio.

Cuando dejaría de lado las especulaciones, ahora fue un grito que le alertó.

Más concretamente un lamento, seguido de un sollozo.

Tenía que cerciorarse.

Rodeó la propiedad.

Estando casi seguro de que eso había salido de la parte trasera.

Examinó los corrales hallando los animalillos algo inquietos, pero sin pinta de ser ese territorio en donde se produjo ese lamento.

La casa no era, pues se escuchaba en la intemperie.

Solo faltaba por escudriñar el...

— ¡Sebastien! — una voz lo hizo salir de sus cavilaciones, la cual se dirigía a su persona en tono de sorpresa—. No creí que retornases tan rápido de tu expedición— se interpuso en su camino desviándolo de su objetivo.

—Deja de incordiar, que no estoy para tus sandeces Black— expuso tratando de apartar al sapo, pero se resistió— ¿Tienes algo que me desees comunicar? — interrogó después de que se percatase que no se volvió a escuchar nada—. Porque si es solo para despedirte, ahórrate las cortesías que no te proferiré buenos deseo si es lo que pretendías— con el pasar de los años continuaba sin caerle del todo, aunque le había dado ciertas confianzas, por el tiempo convivido—. Perfecto— esbozó al ver como se quedaba en blanco—. Muévete que me cortas el paso— lo hizo a un lado, pero al llegar los establos aquel se posó nuevamente frente a él—. Si no quieres una reprimenda, será mejor que te expreses o te largues— gruñó en un siseo—. Y si me pides una opinión, la segunda es tu opción— antes de que este pudiese hablar otro grito potente se volvió a escuchar.




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