El CorazÓn De La Bestia (el Lobo De Albemarle) * B.I # 1 y 2

XIV|ESTIMULO

Bella

  

(New Hope – Estados unidos)

Nueva esperanza.

Le resultaba inevitable no sonreír.

El cuerpo le dolía.

Cada parte de su piel ardía.

Las muñecas las tenía amoratadas al poseer una piel tan delicada.

Su intimidad incomodaba al caminar, pero lo cierto es que no cambiaria los sucesos de la noche anterior por nada del mundo.

De alguna manera se apreciaba renovada, con el logró de no haber tenido pesadillas, o siquiera intentado huir del intercambio pensando que era alguien más, porque en todo momento lo vio y sintió a él.

Al lobo de Albemarle.

Tan sádicamente adecuado para arrancarle en parte los miedos, porque nunca pensó que alguien la lograra tocar como el, dándole placer y dolor a parte iguales, y mucho menos imaginó que le gustaría.

Que no huiría, que no rogaria o chillaría, aunque eso último lo hizo, pero fue porque necesitaba más de él.

De todo el placer que le estaba otorgando, porque ese cumulo de sensaciones no sabía que existían.

Porque siempre creyó que en un acto de contacto tan intimo nunca podía existir placer, si lo único que había hecho en su vida era querer correr por el dolor que le ocasionaba cada arremetida.

Pero, el. Ese mismo que, desde que salieron los primeros rayos del sol le estaba intentando enseñar a su "Compañera" a tomar un arma, pudo simplemente mostrarle algo de lo que siempre le estaría eternamente agradecida, y con ganas de repetirlo las veces que fuesen necesarias para borrar el dolor por entero, reemplazando los miedos por caricias anhelantes, miradas chispeantes y orgasmos aniquiladores.

Aunque por el momento se conformase con verlo apretar la mandíbula al no soportar lo moralismos de la alemana, que se negaba a hacerle daño a la persona que la tenía en ese aprieto.

—Nein «No» —cada cabeza era un mundo, pero si alguien la obligó a salir de su país, es porque realmente pasó algo que se merece algún tipo de represalia.

Ella, aunque el miedo le calaba hasta en los huesos y sostener el arma le daba pavor, necesitaba hacer justicia con sus manos, y por eso lo estaba considerando.

Y no era nada intentar apuntar a una fila de botellas pretendido atinar a alguna.

Solo tenía quedarla a la botella, no a la cabeza de su verdugo.

Aunque esta última sonara atractiva.

» No puedo hacerlo —quiso entregarle el artefacto, pero este se negó —. Unmöglich «Imposible»

Rodó los ojos fastidiada, mientras bufaba.

Lo cierto, es que apenas siendo el primer día podía sentir que retrocederían si aquella no se quitaba las ideas absurdas de la cabeza, porque los moralismos estaban de más.

Sin contar con que el tiempo era el que no tenía, porque conociendo a Edmund, aquel estaría buscándola por debajo de las piedras, y seguía sin saber cómo afrontarlo sin volver a caer en su juego macabro.

...

Fue ignorada por las dos personas, mientras de lo lejos, cruzado de brazos era visualizada por su sombra, Roger, que en ese día regresó a cuidarles, al llevar al ratoncillo como nuevo ingrediente de las enseñanzas.

Meneó la cabeza llamándolo para que de alguna manera le ayudase a sortear el obstáculo, mientras aquellos terminaban, y recordaban su existencia.

Porque lo cierto es que esa mosquita muerta lo había acaparado, mostrándole una mirada desafiante en el momento en que sus orbes se toparon.

Prácticamente declarándole la guerra por un hombre, que para la dos resultaba inalcanzable. No obstante, aceptó el desafío regresándole un escrutinio burlesco, porque apenas estaba conociendo los placeres de la vida, como para que se los arrebataran.

Ella también merecía algún tipo de felicidad, y ese ser gris no se lo iba a quitar.

Apenas tuvo en frente a un fastidiado Roger, con los ojos entrecerrados en su dirección llenos de desconfianza, supo que sin necesidad de conocerla del todo intuía sus alcances a la hora de conseguir lo que quería, y por segunda vez esa semana, sin un día de separación lo que requería era la atención de quien llamaba «amo» para molestar.

—Al conocer de tus actitudes como mano derecha de nuestra explotadora de almas —y lo que decía no era mentira, porque ni siquiera le brindó el desayuno de pan y agua de cuando llegó al Averno antes de salir —. Como podrás analizar, necesito avanzar con esto antes de regresar para la presentación de esta noche, y a mi instructor ser acaparado de forma ridícula por un ratoncillo —miro de reojo a la rubia gruñendo inconforme —, eso lo veo imposible—le tocó el antebrazo con la mano que tenía libre de forma coqueta logrando tensarlo, mientras se acercaba a su cuerpo, acortando la distancia pestañeando con una coquetería falsa, porque en ese mero roce supo que no podría tenerlo cerca por mucho tiempo, puesto que hasta la garganta se le cerró.

Al igual que la boca del estómago se le contrajo.

Dio una calada de aire, y trató de obsequiarle una sonrisa, que a todas luces fue una mueca porque al grandulón arrugo el ceño.

» Así que, apro... aprovechándome de tu voluntad ¿Me... me podrías a... ayudar? —daba gracias que eso solo lo hubiese podido escuchar aquel, porque no estaba para dar explicaciones al único que se las pediría, ya que de alguna manera se veía en la obligación de decirle casi todo lo que le ocurría.

Y tartamudear a menudo no hacia parte de su personalidad.

Roger miró de reojo en la dirección en donde se hallaba la pareja ahora en silencio, pero al tener los nervios de punta fue un detalle que pasó por alto.

—Se lo que pretendes —fue lo único que le dijo como respuesta antes de acotar un: —. Y lo voy a hacer, y no te pido que confíes en mi porque es imposible, así que... —se relamió los labios al sentir como se acercaba, y metía uno de los mechones de su cabello por detrás de la oreja invadiendo por entero su espacio personal, colocando denso el ambiente por entero —solo recuerda que el esta cerca —lo dijo con desagrado, consciente que era lo único que no la dejaría entrar en pánico —. Y no entiendo porque carajos confías en él, pero tenlo presente y tu pequeño capricho será remunerado —exhaló con dificultad —. Me volará los sesos si te toco de manera inadecuada —lo dudaba, pero creerlo la hacía sentir mejor —. Ahora que lo tienes claro, úsame como te plazca —ignoró el tono con el que lo manifestó, porque albergaba un sentir en el que no estaba dispuesta a ahondar.




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