El CorazÓn De La Bestia (el Lobo De Albemarle) * B.I # 1 y 2

LA PERFECCIÓN

El encanto que lleva a la perdición

BELLA

(Londres-Inglaterra)

Badminton House.

Septiembre de 1804…

 

La máscara de superioridad con el pasar de los segundos la perfeccionaba, pese a que desde que tenía uso de razón nadie podía decir que Lady Aurora Harris, era una mujer tolerable que no mirase por encima del hombro hasta a los lores más respetables de la sociedad.

Hasta sus supuestas amigas sufrían por su lengua filosa, pues no soportaba que quisiesen pisotearle cuando ella debía ser la primera y única en el centro de todo.

Habiendo muchas imitadoras frustradas de sus actitudes entre las beldades de la presente temporada.

Y al parecer esa noche se vería lo que se esperaba en los meses venideros, cuando llevaba tan solo unos cuantos minutos y sentía que ni todo el licor que le ofreciesen podría borrar de sus oídos las palabras de las damitas más insufribles de Londres.

Casi, hasta deseaba que Edmund volviese a acecharle.

Pero, ni ella era masoquista en ese aspecto, y demasiado le había costado mantenerlo a raya todos esos años como para que una simple señal le tirase todo por la borda.

Menos, cuando aquello estaba pendiendo de un hilo.

La desesperación servía hasta cierto punto.

Llevarlo al límite sin cruzar la línea era lo ideal.

Presionarlo con lo que quería la táctica infalible, pero sabía que sola no lo podía lograr.

Estaba agotándosele las ideas y en cualquier momento ese ser maligno afloraría de su cuerpo y nada ni nadie lo pararía.

Por eso, es por lo que había roto su exilio y salido del campo.

Nunca fue la mejor de las ideas, empezando porque tenía a su madre pegada a su espalda la mayor parte del tiempo cumpliendo órdenes de su hijo predilecto al cual le temía, y guardarle respeto a la memoria de su padre después de muchas lágrimas, entendió que era algo que no se merecía.

De igual manera pronto su hermano estaría de regreso, y con este el caos que su presencia producía.

Por eso se pellizcó.

Tenía que dejar de esperar algo que no llegaría si ella no luchaba por conseguirlo, aunque de eso se dio cuenta desde el minuto cero.

No había estado tan abstraída del mundo, y de que tenía que valerse por sí sola como para que los años le pasaran como un borrón sin cuenta nueva.

Claro que tenía un plan de ataque.

Armas para efectuarlo, y cuerpo para llevarlo a cabo.

Después de todo, Eloísa le enseñó un par de cosas que explotaría hasta el punto de que fuese parte de su personalidad siendo igual de fluido que respirar.

—¿Han apreciado como ese trio de despropósitos para las mujeres de esta sociedad estan en mi compromiso como si fuesen las invitadas de honor? —ese comentario había salido de la boca del hada más insufrible de Londres, que ni con toda su belleza podía ocultar su horrenda personalidad.

Y sonaba hipócrita viniendo de ella, pero hasta para ser insufrible existían niveles y la hija menor del Duque de Beaufort ni con las institutrices más avezadas del continente entendería que se desprecia con elegancia, y se pisoteaba con estilo y gracia.

Y eso no se forja, con aquello se nace.

—Ya sabes que a madre le gusta guardar las apariencias al ser dada a las obras de caridad —definitivamente Evelyn y Amelia eran las damitas más déspotas que había conocido en su vida.

A la par de poco ceso.

Como si no vieran que ese trio de mujeres eran como poco las más importantes del lugar esa noche.

Pues Lady Ángeles MacGregor era la Duquesa de Rothesay sin necesitar más presentación, Lady Freya Allard nada menos que la hermana del Duque de Beaumont, y Lady Luisa de Borja, prima de la primera e hija de uno de los Condes de más renombre en España.

En resumen, ese trio portaba más abolengo que los asistentes del evento.

Mas al ultima que la otras dos.

Esa, sí que era superior.

Por un momento sus ojos con los de la castaña conectaron.

Sintió un frio recorrerle por su espina dorsal.

Estuvo a punto de tiritar, pero se contuvo cuando advirtió que avanzaba con el grupo que se encontraba en su dirección, escuchando de lo lejos como despotricaban de las mujeres sin notar que llamaban la atención.

En especial la nieta del Duque de Buccleuch, Lady Danai Fitzgerald.

Que con la intención de querer debutar en sociedad en las próximas semanas al abrirse la cámara de lores y por ende los eventos, se estaba fogueando, y de la peor de las maneras.




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