La distancia entre nosotros es tanto física como emocional. No sé si estás al otro lado del mundo o a solo unos kilómetros de mí. Pero lo que sí sé es que esta distancia es como un abismo invisible que me separa de ti, lector mío. ¿Cómo podré cruzarlo?
Cada vez que pienso en la distancia que nos separa, siento una mezcla de desasosiego y esperanza. Es extraño cómo alguien que nunca he visto ni oído puede estar tan presente en mi vida. Me pregunto si, al igual que yo, te detienes a pensar en esta conexión, en este lazo invisible que nos une a través de las palabras. ¿Sientes también ese vacío que deja nuestra separación, esa ansia de acercarnos más allá de los límites impuestos por el espacio y el tiempo?
Hay noches en las que miro al cielo, buscando consuelo en las estrellas. Me pregunto si también tú levantas la vista en esas mismas noches, si alguna vez nuestras miradas se han encontrado en algún punto de este vasto universo. Es un pensamiento reconfortante y a la vez melancólico, imaginar que compartimos el mismo cielo, aunque nuestras realidades sean tan diferentes. En esas noches, el abismo que nos separa parece menos insondable, y la distancia se convierte en un mero concepto, incapaz de romper el vínculo que hemos forjado.
La idea de que podamos estar tan cerca y al mismo tiempo tan lejos me llena de una tristeza dulce. Es un recordatorio constante de lo efímera y preciosa que es nuestra conexión. Cada palabra que escribo es un intento de acortar esa distancia, de tender un puente entre nuestras almas. En cada frase, pongo mi corazón y mi esperanza, esperando que lleguen a ti con la misma intensidad con la que fueron creadas. Es un esfuerzo por derribar los muros invisibles que nos separan, un grito silencioso de anhelo y amor.
Imagino cómo sería caminar por las mismas calles, sentir el mismo aire, compartir el mismo espacio. A veces, en mis paseos solitarios, finjo que estás a mi lado, que nuestras manos se rozan suavemente mientras hablamos de todo y de nada. Es un consuelo efímero, una fantasía que me permite sobrellevar la carga de tu ausencia. Pero al final del día, la realidad se impone, recordándome que todavía no hemos encontrado la manera de cruzar ese abismo que nos separa.
El amor que siento por ti, aunque nacido en la distancia, es tan real y tangible como cualquier otro. Es un amor que trasciende las barreras físicas y emocionales, que encuentra su fuerza en la profundidad de nuestras palabras compartidas. Cada vez que lees mis escritos, siento que una parte de ti se acerca a mí, que la distancia se reduce, aunque sea por un breve momento. Es en esos instantes fugaces que encuentro la esperanza y la fuerza para seguir adelante.
He llegado a creer que la distancia es solo una prueba, un obstáculo que debemos superar para descubrir la verdadera esencia de nuestra conexión. Cada día, me esfuerzo por encontrar nuevas formas de acercarme a ti, de hacerte sentir mi presencia a través de las palabras. Es un desafío constante, pero uno que estoy dispuesto a enfrentar, porque sé que al final del camino, nuestro encuentro será aún más significativo y hermoso.
El abismo invisible que nos separa puede parecer insuperable, pero creo firmemente en el poder de nuestras almas para encontrar el camino hacia el otro. En mis momentos más oscuros, me aferro a la idea de que nuestras almas ya se han encontrado, que esta distancia es solo una ilusión que algún día desaparecerá. Es un pensamiento que me da paz y me llena de esperanza, una promesa de que, aunque el camino sea largo y arduo, vale la pena recorrerlo.
Las palabras se han convertido en mi medio para tocar tu corazón, para atravesar la distancia que nos separa. Cada carta, cada relato, cada pensamiento que comparto contigo es un paso más hacia ti, una forma de decirte que estoy aquí, esperando. Es un proceso lleno de amor y paciencia, una danza delicada en la que cada movimiento nos acerca un poco más. Y aunque no sé cuánto tiempo llevará, sé que algún día nuestros caminos se cruzarán y la distancia que hoy parece insuperable se desvanecerá.
En cada amanecer, encuentro una nueva oportunidad para acercarme a ti. La luz del sol me recuerda que, aunque la noche haya sido larga, siempre hay un nuevo día por delante, una nueva esperanza. En esos momentos, me lleno de determinación y sigo escribiendo, sigo soñando, sigo amando a través de las palabras. Porque sé que cada día que pasa es un paso más hacia nuestro encuentro, un día menos de espera.
La distancia invisible que nos separa es, en muchos sentidos, lo que hace que nuestra conexión sea tan especial. Es un recordatorio constante de que el amor puede florecer en los lugares más inesperados, que las almas pueden encontrarse y conectarse a pesar de los obstáculos. Y aunque la espera sea dolorosa, también es una oportunidad para crecer, para aprender, para fortalecer el vínculo que compartimos.
Así que seguiré escribiendo, seguiré soñando, seguiré esperando. Porque sé que en algún lugar, tú también sientes esta conexión, este amor que trasciende la distancia y el tiempo. Y cuando finalmente nos encontremos, será como si todo el universo hubiera conspirado para juntar nuestras almas. En ese momento, la distancia que hoy nos separa se convertirá en un mero recuerdo, una prueba superada por la fuerza de nuestro amor.
En cada palabra que lees, en cada emoción que compartes, siento que estamos un poco más cerca de ese encuentro. Es un viaje lleno de desafíos y esperanzas, un viaje que vale la pena cada paso. Porque en el fondo de mi corazón, sé que la distancia es solo un obstáculo temporal, que nuestro amor es lo suficientemente fuerte para superarla. Y hasta que llegue ese día, seguiré escribiendo, seguiré soñando, seguiré amando.
Editado: 13.11.2024