El Corazón escrito

Prólogo: El Encuentro en la Biblioteca Olvidada

La biblioteca siempre había sido su refugio, un lugar donde el mundo exterior quedaba en suspenso y solo existían los libros y sus silenciosos secretos. Aquella tarde, impulsada por una inquietud inexplicable, decidió aventurarse a una sección más apartada, un rincón olvidado donde el polvo y el olvido parecían ser los únicos habitantes.

Los pasillos eran estrechos, las estanterías altas y abarrotadas de volúmenes que hacía años no veían la luz. Cada paso levantaba pequeñas nubes de polvo que danzaban en los rayos de luz que se filtraban por las ventanas sucias. Había una sensación de misterio y abandono, como si aquel rincón de la biblioteca guardara secretos esperando ser descubiertos.

Fue entonces cuando lo vio. Un libro encuadernado en cuero oscuro, con el lomo desgastado y las esquinas golpeadas por el tiempo. No tenía título visible, solo una sencilla flor grabada en la portada, casi imperceptible por el paso de los años. Algo en él le llamó la atención, una atracción inexplicable que la llevó a extender la mano y tomarlo.

El libro era más pesado de lo que esperaba, su encuadernación rugosa bajo sus dedos. Lo sostuvo entre sus manos, sintiendo la textura del cuero envejecido y el peso de las páginas llenas de historias no contadas. No lo abrió de inmediato; en cambio, lo observó detenidamente, preguntándose cómo había terminado en aquel rincón olvidado de la biblioteca.

Había algo en aquel libro que la intrigaba profundamente. Tal vez era la misteriosa ausencia de un título, o quizás la sensación de que contenía secretos esperando ser revelados. Decidió llevárselo a su rincón favorito de lectura, un sillón mullido junto a una lámpara antigua que ofrecía una luz cálida y acogedora.

Se acomodó en el sillón, dejando que la familiaridad del entorno la envolviera. Colocó el libro en su regazo y, por un momento, simplemente lo observó. La flor grabada en la portada parecía casi viva bajo la suave luz de la lámpara, y no pudo evitar preguntarse qué historias guardaban esas páginas.

Respiró hondo y, con un gesto decidido, abrió el libro. Las primeras páginas estaban en blanco, como si quisieran aumentar el misterio. Pasó una página tras otra, hasta que finalmente encontró las primeras palabras. Pero en lugar de comenzar a leer, cerró el libro y lo abrazó contra su pecho, disfrutando del momento de anticipación. Sabía que había encontrado algo especial, algo que debía ser descubierto con tiempo y paciencia.

Aún no había leído ni una sola palabra, pero ya sentía que ese libro tenía un significado especial para ella. En el silencio de la biblioteca, con el libro entre sus manos, sintió que estaba a punto de embarcarse en un viaje único. Y aunque no sabía qué le deparaban esas páginas, estaba segura de que ese encuentro no había sido casualidad.

De pie en la penumbra de la biblioteca, con el libro en sus manos, se sintió conectada a algo más grande que ella misma. Y así, con el corazón lleno de expectativas, se preparó para descubrir los secretos que ese misterioso volumen tenía reservados para ella.




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