Querido Escritor,
Me encuentro nuevamente sumergida en tus palabras, en ese rincón especial que has creado para mí, como si fuera un refugio donde nuestras almas pudieran encontrarse. Sin embargo, a medida que avanzo por estas páginas, no puedo evitar sentir una inquietud persistente dentro de mí, una duda que crece y se apodera de mis pensamientos. Soy yo quien no se cree merecedora de tu afecto. No me considero digna de que tus palabras estén destinadas a mí, como si todo esto fuera un sueño del que no quiero despertar. A veces me pregunto si soy capaz de comprender la magnitud de lo que estás compartiendo conmigo, si verdaderamente soy merecedora de este regalo que es tu historia.
Es como si, de alguna manera, me hubiera encontrado en el centro de algo mucho más grande que yo, algo que me abruma por su intensidad. He aprendido a reconocer tu presencia entre cada una de las líneas que has escrito, a sentirte cerca de mí mientras navego por tu alma a través de tus palabras. Hay momentos en los que siento que el aire se acaba, como si la fuerza de tus sentimientos me robara el aliento. Pero entonces, cuando estoy a punto de ahogarme en la intensidad de tus emociones, puedo sentirte. Es como si estuvieras allí, soplando suavemente en las páginas, devolviéndome el aire que necesito para seguir adelante.
Nunca antes había experimentado algo tan profundo a través de un libro. He leído muchos autores, me he sumergido en múltiples historias, pero ninguna de ellas me había tocado de esta manera. Lo que has logrado crear aquí es más que una simple narración; es un puente que nos une, que me permite ver más allá de las palabras impresas y encontrar algo verdadero, algo que me conecta contigo a un nivel que no puedo explicar con facilidad.
Así como tú has abierto tu alma a mí, déjame compartir contigo al menos una parte de la mía. No soy una doncella en apuros, aunque, debo admitir, en muchos de los libros que he leído, me he visto reflejada en ese tipo de personajes. Pero la verdad es que mi vida no es una aventura llena de héroes y peligros, aunque muchas veces desearía que lo fuera. Mi alma, querido escritor, está llena de una pasión desbordante, una pasión por la vida, por los animales, por las cosas simples y hermosas que el mundo ofrece. Y sin embargo, hay días en los que esa pasión parece apagarse, en los que la rutina y la monotonía del día a día me pesan más de lo que debería.
Te escribo desde mi habitación, iluminada solo por una pequeña lámpara de noche. La luz es suave, casi tenue, pero suficiente para que pueda ver las palabras en estas páginas y, de alguna manera, sentirte cerca. Afuera, la ciudad bulliciosa finalmente ha caído en silencio. La noche ha cubierto todo con su manto oscuro, y aunque algunos duermen, soñando con vidas mejores, yo estoy aquí, despierta, leyendo sobre esas vidas mejores, vidas escritas por soñadores como tú. Me encuentro soñando con un mundo en el que la magia sea real, un mundo en el que lo imposible se vuelva posible, y donde las palabras tengan el poder de cambiar el curso del destino.
Frente a mi cama, cada mañana, me recibe un magnífico espejo. En él, veo el reflejo de una joven de aspecto desaliñado, con el cabello enredado y los ojos aún pesados por el sueño. Pero esos mismos ojos, aunque cansados, están llenos de sueños, de anhelos que me impulsan a seguir adelante. A diferencia de otras jóvenes, no me importa demasiado mi aspecto físico. Sé que la verdadera belleza reside en el alma, y en eso, me siento en paz. Algún día, alguien verá más allá de mi apariencia exterior y se enamorará de lo que soy por dentro, de la persona que he trabajado tanto para ser.
Hay una paz en ese pensamiento, en la idea de que lo que realmente importa no es lo que se ve a simple vista, sino lo que se esconde detrás de la superficie. En ese sentido, siento que te he conocido de una manera que pocas personas tienen el privilegio de conocer a alguien. A través de tus palabras, me has permitido entrar en lo más profundo de tu ser, y eso es algo que aprecio más de lo que puedo expresar. Me has mostrado tu vulnerabilidad, tus miedos, tus esperanzas. Me has abierto tu corazón, y por eso, estoy eternamente agradecida.
Quiero agradecerte, querido Escritor, por ser la musa de mis días grises. Por darle color a las sombras de mis tristezas, por ser la luz que me guía cuando me siento perdida. Eres el motivo por el cual espero con ansias el final del día, porque sé que, al cerrar la puerta a las responsabilidades cotidianas, podré abrir este libro y encontrarme contigo una vez más. Gracias por convertirte en la luz de mis ojos, en la alegría de mis días, que de otro modo serían monótonos y sin inspiración.
Tus palabras me han devuelto algo que había perdido hace tiempo: la capacidad de soñar. No puedo evitar sentirme renovada cada vez que me sumerjo en tus escritos. Es como si, con cada página, me ofrecieras una nueva perspectiva, una nueva forma de ver el mundo, de ver mi propia vida. Y por eso, estoy profundamente agradecida. Has logrado lo que pocos han podido: devolverme la inspiración, devolverme el deseo de enfrentar cada día con una sonrisa, sabiendo que hay algo más allá de la rutina, algo más allá de la tristeza.
Cada vez que cierro el libro, me quedo con la sensación de que he descubierto algo nuevo sobre mí misma, algo que antes no veía con claridad. Tus palabras tienen esa capacidad, esa habilidad de hacerme reflexionar, de hacerme mirar hacia adentro y preguntarme cosas que antes no me había atrevido a preguntarme. Me haces cuestionar mis propias emociones, mis propios deseos, y en ese proceso, me ayudas a crecer, a convertirme en una mejor versión de mí misma.
Quiero que sepas que aprecio profundamente el hecho de que hayas abierto tu corazón a mí. No es algo fácil de hacer, lo sé. Se necesita valor para compartir lo más profundo de uno mismo con otra persona, y tú lo has hecho de una manera que me ha conmovido hasta el alma. En estos días, también he compartido contigo un fragmento de mi propia alma, esperando que puedas conocerme de la misma manera en que yo te conozco a ti.
Editado: 30.12.2024