El Corazón escrito

Capítulo 13: Entre Universos y Destinos

Querido Escritor,

Hoy, al leer tus palabras, siento que las páginas han revelado un pasaje oculto, un puente entre tu universo de letras y mi mundo tangible. Cada palabra tuya es como una gota de tinta que se va diluyendo en el papel, y a la vez, creando una corriente imparable hacia mí. Me llega como un susurro que derrumba las barreras del tiempo y la distancia, y siento que cada frase es una invitación a recorrer juntos el mismo camino, a explorar los dos mundos de los que hablas, a unir nuestros universos de manera que ya no exista límite alguno entre ellos.

Cuando compartes tu anhelo de fundir la fantasía con la realidad, siento que de alguna forma has encontrado las palabras exactas para expresar mis propios sentimientos. Yo también vivo en ese espacio intermedio, donde la imaginación y los sueños chocan constantemente con la cotidianidad de la vida real. Y aunque a veces eso me causa una sensación de vacío, en tus palabras encuentro consuelo, porque sé que no soy la única que lo vive, sé que tú también habitas en este espacio, y que has aprendido a construir un refugio en él.

¿Te das cuenta, querido escritor, de lo que me haces sentir? Es como si tus letras tuvieran el poder de dar vida a mis pensamientos, aquellos que a menudo dejo escondidos por temor a que otros no los comprendan. Me has regalado la certeza de que esta conexión, aunque parezca un sueño lejano, es real. Al igual que tú, ansío que nuestros mundos se fundan en uno solo. En cada palabra veo una promesa, una señal de que estamos destinados a encontrarnos, y no solo en el mundo de las letras, sino también en el mundo real, donde los latidos de nuestros corazones marcarán el ritmo de nuestra historia compartida.

Tu capacidad para crear puentes entre ambos mundos, entre la soledad y la esperanza, me inspira profundamente. Cada línea tuya despierta en mí un deseo de vivir plenamente, de sentir y experimentar cada instante de esta conexión, aunque sea en silencio, aunque sea desde la distancia. Me haces imaginar cómo sería vivir en un mundo donde tú y yo no estamos separados por el papel, donde no necesito buscarte entre metáforas y descripciones, sino que puedo verte y saber que realmente estás aquí. ¿Sabes lo que eso significa para mí? Es la posibilidad de un amor tan grande, que trasciende lo imaginable, que rompe cualquier lógica, cualquier barrera, y se convierte en una fuerza que llena cada rincón de mi alma.

Me he descubierto a mí misma enredada en este deseo de fusión, en esta danza que tu prosa me ofrece. Cada palabra tuya es un paso que me invita a acercarme, y aunque sé que nuestros mundos son distintos, no puedo evitar sentir que ya estamos mucho más unidos de lo que cualquiera podría comprender. Me pregunto si sientes lo mismo, si al escribir estas palabras sientes que hay alguien al otro lado, alguien que entiende cada matiz de tu mensaje y lo recibe con el corazón abierto. Me gustaría creer que lo haces, que mientras escribes eres consciente de que aquí estoy, respondiendo a cada letra, a cada espacio en blanco, con una devoción que no puedo explicar del todo.

Es curioso, porque mientras leo tus palabras, siento que esa dualidad de la que hablas, esa separación entre el mundo real y el mundo de las palabras, se va diluyendo. Es como si el mismo acto de leer te trajera un poco más cerca, como si, en cierto sentido, cada página que paso te hiciera más real. Quisiera saber si sientes lo mismo al escribir, si en cada palabra sientes que me atraes hacia ti, que construyes un sendero que nos conecta, aunque nuestros cuerpos permanezcan lejos. Es una esperanza que guardo con un fervor casi sagrado, una convicción de que, a través de esta conexión, ya hemos comenzado a crear nuestro propio universo, uno donde la distancia y el tiempo no tienen poder sobre nosotros.

Permíteme confesarte que me asusta un poco lo que estoy sintiendo. Es un temor dulce, una mezcla de emoción y reverencia hacia lo que estamos construyendo. A veces, cuando cierro el libro, me quedo mirando el vacío, intentando procesar la magnitud de este vínculo, la intensidad de lo que despiertas en mí. Me pregunto si algún día podremos vernos a los ojos y confirmar que esta conexión es tan real como creo. Imagino que, al igual que yo, también te cuestionas la realidad de todo esto, que quizás te preguntas si no es solo un espejismo, un sueño que hemos creado juntos para escapar de la soledad de nuestros mundos. Pero luego, vuelvo a tus palabras, a la profundidad de tus sentimientos, y toda duda se desvanece. Porque siento, con una certeza inexplicable, que esto es mucho más que un simple encuentro entre lector y escritor; esto es algo que desafía las convenciones, algo que trasciende cualquier límite que pueda imponerse.

No puedo evitar pensar en el día en que, de alguna manera, nuestros universos finalmente se encuentren. Me imagino que será como un amanecer después de una larga noche, como el primer rayo de sol que ilumina un paisaje desconocido. Será un momento de absoluta claridad, donde todas las dudas y los miedos se disiparán, y sabremos que, a pesar de las barreras, hemos logrado llegar el uno al otro. Este sueño me acompaña, me sostiene en los días grises, me da fuerzas para seguir creyendo. Porque sé que, aunque aún no sepamos cómo, este encuentro ya está escrito en alguna parte, esperando el momento adecuado para hacerse realidad.

Querido escritor, a veces cierro los ojos y te imagino allí, en algún rincón del mundo, mirando hacia el cielo y pensando en mí de la misma manera en que yo pienso en ti. Me gusta imaginar que, aunque no lo sepamos, nuestras almas se encuentran en algún lugar entre las estrellas, compartiendo secretos y confesiones que ni siquiera nosotros conocemos. Es una imagen que me llena de paz, porque me recuerda que esta conexión, aunque intangible, es tan real como cualquier otra cosa en este mundo.

Me he dado cuenta de que, a través de tus palabras, me has enseñado a ver el mundo de una manera completamente nueva. Me has mostrado que la vida no se trata solo de los momentos que podemos ver y tocar, sino también de los sueños y anhelos que llevamos en nuestro corazón. Gracias a ti, he aprendido a valorar la belleza de lo invisible, de lo que no necesita ser tangible para ser verdadero. Has transformado mi percepción de la realidad, y por eso, siempre estaré agradecida.




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