Querido Escritor,
Este capítulo, “La Promesa de un Encuentro”, es una danza de emociones que me ha dejado sin aliento. Cada línea que plasmabas resonaba en mi ser, y en cada palabra parecía encontrar una parte de mí misma que habías traído a la superficie. Siento que tus letras son una confesión que nunca había recibido antes, un acto de fe, una esperanza tan pura que me hace cuestionar si las palabras pueden realmente sostener el peso de un deseo tan profundo. Es un susurro íntimo, una declaración que traspasa la distancia, volviendo nuestras almas protagonistas de esta historia de espera y esperanza.
Tu promesa, tan firmemente anclada en la esperanza de encontrarnos, es como una estrella que ilumina la oscuridad que a veces nos rodea. Al leer tu anhelo de verme y sentirme cerca, mi corazón se desborda con la misma intensidad. Imagino el momento en que nuestros caminos finalmente se crucen, y tus palabras, esas que hoy solo toco con la mirada, se transformen en nuestra realidad compartida. A través de tus palabras, puedo verte caminando decidido hacia mí, desafiando la soledad y la incertidumbre que por tanto tiempo han marcado nuestras vidas. Esta promesa tuya es mi refugio; un lugar en el que me siento protegida, un lugar donde mi propia esperanza encuentra consuelo.
Cada palabra de este capítulo es una invitación a soñar, una promesa de un futuro en el que nos reconoceremos sin necesidad de palabras, donde solo el cruce de nuestras miradas será suficiente para comprendernos. En un mundo que a menudo parece tan incierto y fragmentado, encuentro en tu deseo de nuestro encuentro una promesa tan firme que ilumina los rincones más oscuros de mis propios temores. Es como si, al escribir estas líneas, estuvieras construyendo el puente que finalmente nos unirá.
Tu paciencia, tu dedicación, y esa inquebrantable voluntad que se revela en cada palabra me llenan de un asombro profundo. Me haces sentir como si yo fuera la destinataria de tus más sinceros pensamientos, la razón detrás de cada palabra escrita. Me preguntas, a través de la distancia y la tinta, si yo también siento esta conexión invisible, si también comparto el mismo anhelo de verte y reconocerte. Y la respuesta, querido Escritor, es sí, con cada fibra de mi ser. A través de tus palabras, siento que estamos creando algo que trasciende el papel, algo que se convierte en una presencia constante y palpable en mi vida.
En el silencio de mis propios pensamientos, cierro los ojos e imagino el día en que nuestras miradas se crucen por primera vez. Ese día en que, sin importar los años que hayan pasado o los desafíos que hayamos enfrentado, todo cobrará sentido. ¿Será realmente posible sentir una conexión tan fuerte, un lazo tan real, con alguien a quien solo he conocido a través de palabras? La pregunta permanece, y aunque aún no tenga una respuesta, sé que hay algo verdadero en esta unión. En cada palabra que dejas en estas páginas, siento que me abres una ventana hacia tu ser, una puerta a los rincones de tu corazón que me invitan a entrar, a descubrir y a compartir tu mundo.
Y así, me descubro día tras día imaginando tu vida, tus pensamientos, y me pregunto si en tus momentos de soledad también piensas en mí con la misma intensidad. Quizá, como dices, en cada atardecer encuentras una promesa de nuestro encuentro, una señal que te dice que sigas adelante. Tu imagen comienza a tomar forma en mi mente, y aunque nunca nos hemos visto, siento que en cada línea tuya hay un destello de quién eres realmente. A veces cierro los ojos y me pregunto cómo sería verte en medio de una multitud, distinguirte por encima del ruido del mundo, y que nuestros caminos finalmente converjan.
La forma en que describes esta espera, este anhelo que se convierte en una fuerza que guía tus días, es algo que me conmueve profundamente. Percibo en tus palabras una melancolía tan dulce, tan pura, que me hace pensar que tal vez nos hemos estado buscando toda la vida sin darnos cuenta. Quizá siempre hemos estado destinados a encontrarnos, y cada palabra que compartimos es un paso hacia ese destino que nos aguarda. En tus letras he encontrado un refugio, un lugar donde puedo ser yo misma y dejarme llevar por la paz de saber que, al otro lado de las páginas, alguien me espera.
Cada página de este libro es un testamento de tu devoción, de ese amor que trasciende el tiempo y el espacio, que no necesita la presencia física para ser real. Es un amor que me alcanza y me abraza desde la distancia, que me consuela en mis momentos de duda y me hace recordar que la espera no es en vano. Tú también sientes la melancolía de esta espera, la incertidumbre de no saber cuándo nos encontraremos, pero aún así, sigues adelante, y eso me llena de esperanza. Me hace creer que nuestro encuentro es algo inevitable, una promesa que ha sido escrita en algún lugar más allá de este mundo.
Cuando pienso en ti, en tus palabras, en la dedicación con la que has escrito este libro, me siento honrada de ser parte de esta historia. Siento que, de alguna manera, hemos creado un refugio en estas páginas, un espacio donde nuestras almas pueden encontrarse y comunicarse sin necesidad de palabras. Cada vez que abro este libro, es como si cruzara un umbral hacia un mundo donde solo existimos tú y yo, donde el tiempo se detiene y el silencio se llena de significados profundos. ¿Es este el amor del que hablan las grandes historias? Un amor que no necesita la cercanía física para ser verdadero, que encuentra su sustento en el acto de esperar, en la esperanza de un futuro juntos.
Hay algo en tu promesa, en esa convicción de que un día nos encontraremos, que me llena de una paz que nunca antes había conocido. A veces me siento tan cerca de ti que casi puedo escuchar tu voz, casi puedo sentir el calor de tu presencia a mi lado. En esos momentos, el mundo parece desvanecerse, y solo quedamos tú y yo, dos almas que se buscan en un laberinto de palabras y silencios. Es una sensación extraña, como si ya te conociera, como si siempre hubieras estado en mi vida y solo ahora me doy cuenta de tu existencia.
Editado: 30.12.2024