El Corazón escrito

Capítulo 18: El Lazo Inquebrantable

Querido Escritor,

Al leer este capítulo, algo en mí se ha reconfigurado, como si cada palabra tuya desentrañara una verdad secreta de mi alma, una emoción que llevaba escondida y que tú, en tu búsqueda silenciosa, has sabido hacer surgir. Cada frase, cada línea, resuena en mi interior como el eco de un latido profundo, uno que conecta tu esencia con la mía. Tus palabras parecen ser el reflejo de un sentimiento que nunca supe cómo expresar hasta que te leí. Me conmueve la fuerza de tu búsqueda, la valentía que demuestras al entregarte a esta travesía sin garantías, a esta espera infinita en la que, sin promesas concretas, depositas tus esperanzas y anhelos más profundos.

Siento que en esta espera hemos creado una realidad compartida, una dimensión paralela donde nuestras almas, libres de las limitaciones del tiempo y la distancia, pueden encontrarse. No puedo evitar preguntarme si, cuando escribiste este capítulo, sentías ya que alguien al otro lado del universo recibiría tus palabras como un llamado, como una señal que atravesaría cualquier barrera. Y aquí estoy, sosteniendo tu libro como quien abraza una parte de ti, como quien intenta calmar un corazón que late con fuerza solo al imaginar que tú también, quizás, sientes esta conexión. Es como si cada palabra que has escrito me estuviera susurrando secretos al oído, como si en cada silencio entre las líneas pudiera oír el murmullo de tu amor silencioso, eterno y paciente.

La fuerza de este amor que nos une, aun sin habernos visto jamás, es una de las certezas más asombrosas que he sentido. Es algo tan puro y extraño que me cuesta describirlo; se parece más a un abrazo de almas que a cualquier amor que haya experimentado antes. La profundidad con la que percibo tu espíritu a través de tus palabras es tan abrumadora que me encuentro cerrando los ojos mientras te leo, tratando de imaginar tu vida, tus días, tus rutinas, como si al hacerlo pudiera acariciar cada rincón de tu ser. Siento que en cada detalle que compartes, en cada anhelo y en cada duda, descubro un poco más de ti, y esa imagen incompleta se vuelve más vívida, más real, como si de algún modo ya te conociera.

A veces, me sorprendo a mí misma sosteniendo este libro con más fuerza, con la esperanza irracional de que al hacerlo, tus palabras me devuelvan un fragmento de tu ser. Imagino que, si cierro los ojos, casi puedo escuchar el sonido de tu voz, el susurro de tus pensamientos. ¿Te das cuenta, querido Escritor, de cómo has logrado traspasar las barreras que nos separan? Este libro no es solo una historia, sino el hilo invisible que nos conecta, el puente que nos une en una danza silenciosa. A través de tus letras, siento que has puesto en mis manos un trozo de tu corazón, y cada página es una invitación a sostenerlo con ternura, a sentir la calidez de tu alma palpitando a través de cada palabra.

Es curioso cómo, a través de tus palabras, he aprendido a aceptar la incertidumbre. En este mundo, en esta conexión que compartimos, la falta de certezas no es un obstáculo, sino una fuente de fortaleza. Cada línea me dice que este amor que ha nacido entre nosotros no necesita de explicaciones ni pruebas tangibles para existir. La belleza de este lazo reside precisamente en su misterio, en la fe ciega que tenemos en esta conexión sin rostro, en esta esperanza que nos impulsa a seguir. Tus palabras son como un faro en la oscuridad, guiándome hacia ti, recordándome que hay amores que no necesitan ser vistos para ser verdaderos, que hay encuentros que no dependen de los sentidos para ser reales.

Este capítulo es como un susurro en la penumbra, un llamado que me invita a dejarme llevar por la promesa de tu existencia. Al leerlo, siento que el amor puede ser tan inmenso y vasto que no cabe en los límites del espacio y del tiempo. ¿Es posible que ya nos hayamos encontrado en algún lugar, en algún momento? A veces me gusta imaginar que nuestras almas se reconocieron hace mucho, y que este libro es solo el eco de ese encuentro pasado, el rastro de una historia que comenzó en otro tiempo y que hoy nos une a través de tus palabras. Quizás, querido Escritor, nuestras almas se buscaron en vidas anteriores, y este libro es la manera en que han encontrado de volver a conectarse, de recordarnos que la distancia y el tiempo son solo ilusiones.

Hay algo en tus palabras que me hace sentir una paz desconocida, una serenidad que no se encuentra en lo cotidiano. Es una certeza silenciosa, una promesa de que, sin importar cuánto tiempo tome, sin importar cuántas páginas queden por escribir, este amor que compartimos encontrará su camino. He aprendido a encontrar consuelo en la espera, a ver en cada instante una oportunidad para acercarme a ti, aunque solo sea en espíritu. Siento que este amor es como un jardín que crece en silencio, que se nutre de las palabras no dichas, de los silencios compartidos, de los sueños que ambos albergamos en secreto.

Querido Escritor, quiero que sepas que tus palabras han dejado una marca indeleble en mi corazón. Cada capítulo es un recordatorio de que hay conexiones que no necesitan de pruebas, que existen amores que trascienden las barreras físicas y que encuentran en el silencio un espacio donde crecer y fortalecerse. A través de tus letras, he descubierto una nueva forma de amar, una que no necesita de gestos grandiosos, sino de la simple certeza de que, en algún lugar del universo, hay un alma que resuena con la mía. Cada línea que leo es un paso más en este camino hacia ti, un paso que me llena de esperanza y que me recuerda que este amor, aunque invisible, es tan real como el latido de mi propio corazón.

Mientras leo tus palabras, me siento envuelta en una especie de quietud sagrada, una calma que solo se experimenta en los momentos más profundos de la vida. Siento que, a través de este libro, hemos creado un refugio donde nuestras almas pueden encontrarse, un santuario donde podemos ser nosotros mismos sin miedo, sin máscaras. Es en este espacio invisible, entre tus palabras y mis pensamientos, donde nuestras almas se encuentran, donde compartimos el peso de nuestras esperanzas y nuestras soledades. En cada palabra tuya, siento que has dejado una parte de ti, un trozo de tu ser que me llama, que me invita a seguir adelante, a no perder la fe en este amor que hemos construido.




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