El corazón también se quema

ADIÓS

Llega la hora de darle el último adiós a Nani, no me quería acercar mucho, así que me quede atrás de todas las personas, el señor Gutiérrez que estaba adelante junto a sus hijos voltea su cabeza unos centímetros a la derecha y empieza a buscar alguien, cuando se voltea y me ve se le dibujo una sonrisa en sus labios, le respondo con una sonrisa pequeña pero notoria, él vuelve a ver hacia adelante. Eran los últimos minutos que podíamos ver a Nani, camino hacia adelante con dos ramos de rosas amarillas, eran sus favoritas, un ramo de esas rosas pongo en encima de su ataúd, me di la vuelta y señor Gutiérrez estaba atrás mía con sus ojos llorosos, le hice una sonrisa de labios cerrados, me responde de la misma manera, doy un pequeño paso para adelante, él se tira a abrazarme, le correspondo el abrazo, aunque quería no podía llorar, había algo que no me lo permitía, pero necesito llorar para estar bien.

Al sepárame del abrazo, él saca las llaves del carro del bolsillo de su pantalón y me las da —Conduce tú, llévate el carro

—¿Seguro?

—Si, yo me iré con mis hijos, por un tiempo.

—Con cuidado y suerte en el viaje.

—Gracias, si necesitas salir usa el carro. —dice dándome las llaves

—Gracias, muchas gracias por todo.

Pone su mano en mi hombro —No agradezcas, sigue tu camino y no pares hasta llegar a tu destino.

Dibujo una sonrisa en mis labios, lo abrazo —Gracias —digo durante el abrazo, al separarme, me dirijo hacia atrás.

Su ataúd bajaba lentamente, veo a mi alrededor y la mayoría estaban llorando amargamente, regreso mi mirada al ataúd y ya no se podía visualizar, ya llegó hasta abajo, los trabajadores empiezan a tirar la tierra, y las personas poco a poco abandonaban el cementerio, el señor Gutiérrez y sus hijos fueron los penúltimos en irse, yo me quedé esperando a que terminara de poner la tierra encima. Empecé a caminar por las tumbas, en eso escucho pasos atrás mía, volteo a ver y no había nada, escuchaba esos pasos cada vez más cerca, camine un poco más rápido, lo primero que me imagine es que me iban a regañar por estar aquí, aunque no tenía nada de sentido, buscaba la salida entre tantas tumbas, volteaba a ver las tumbas en eso una me llamó la atención y me quedé leyendo su nombre.

—Karina… —al decir ese nombre en voz alta alguien me toca el hombro por atrás, pegué un brinco, y me di la vuelta — ¡Pendejo, me vas a matar! —exclamo en medio de la situación

—Irónico que murieras en un cementerio —dice Steven entre risas

—No te rías no es gracioso —digo recuperando mi respiración

—Si lo es, no te hagas, ¿Qué haces aquí?

—Me llamó mucho la atención esta tumba

—¿Por qué? —pregunta desconcertado

—Al parecer murió hace unos días y tenía nuestra edad, además no tiene ni una rosa, se mira abandonada.

—Era joven

—Si, me pregunto si ella pudo saber que era el amor —digo dejándole dos rosas del ramo que llevaba en la mano

—A nuestra edad son pocas las personas que saben que es el amor, algunos no saben que hasta que se hacen viejos o estén a punto de morir, otros no lo llegan a saber jamás —dice con seriedad

—¿Tu sabes que es el amor? —volteo a verlo

—No en su totalidad —voltea a verme y pregunta —¿Y tú?

—Igual, no en su totalidad

—¿Quieres saberlo?

—¿Quién no?

—¿Nos vamos? —dice con una sonrisa tierna en sus labios, le respondo con una igual asentí la cabeza  

—¿Cómo me encontraste? Pensé que ya te habías ido —dije para romper el silencio mientras íbamos al estacionamiento

—Lo mismo pensé de ti, mis padres están visitando a unos familiares que también están aquí, y no me gustan los cementerios así que iba caminado para el carro, pero te vi

—¿Cómo supiste que era yo?

—Tenía dos opciones, eras tú o un fantasma

—¿Por qué?

—Tu palidez no se compara con ningún ser vivo, eres única

—No sé si ofenderme o alagarme

—Ambas

—Que amables eres… Oye espérame aquí, no tardo —digo corriendo hacia la tumba de Nani

—Espera, no me dejes aquí —dice corriendo atrás de mí

—Que miedoso eres —digo mientras me agacho para ponerle el ramo de rosas encima de la tierra que acaban de echar 

—Solo a ti se te ocurre correr en un cementerio, solo falta que llueva — al decir eso cae un rayo cerca y empieza a llover

—¿Enserio? —digo viéndolo  

—Coincidencia

—Llamas a la mala suerte

—Y si soy psíquico

—Si lo fueras estaríamos en estos momentos bajo una sombrilla y no hablando bajo la lluvia

—Un punto a tu favor

—Adiós Nani, que descanses, te vengo a ver muy pronto te lo prometo —al decir eso, me levanto del suelo y miro a Steven empapado de los pies hasta la cabeza con una boba sonrisa

—¿Por qué me miras así?

—Eres hermosa hasta cuando el pelo mojado

Lo veo con una sonrisa, la lluvia cada vez es más fuerte, hubo un silencio, los dos nos quedamos viendo, no nos importó la lluvia ni la situación en la que estábamos, solo éramos nosotros dos con más de 50 cadáveres a nuestro alrededor, Steven se quita el saco y me lo pone en la cabeza para taparme, aunque ya me había empapado por la lluvia su gesto fue lindo, le extiendo la mano, él la toma y empiezo a correr, al llegar al estacionamiento vimos al policía del cementerio a la par del carro con un paraguas.

—Steven, seguro venías en carro

—Si, ¿Por qué? —pregunta viéndome

—Porque solo esta el carro en el que vine

—Buenas tardes —dice el policía —. Ustedes son los últimos que están aquí, el cementerio ya va a cerrar, los estábamos esperando

—¿Los últimos? —pregunta Steven desconcertado

—Muchas gracias, ahorita nos vamos, disculpe por el inconveniente —respondo amabilidad, el policía asiente con la cabeza y se retira, inclino la cabeza en señal a Steven para que se subiera, él se subió de copiloto y yo de piloto. —. Se nota lo mucho que le importas a tus padres




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