~Alessandra~
En cuanto pisamos el territorio de Derrik, capté un aroma que, después de aquel día, reconocería en cualquier lugar. ¿Pero qué estúpido trajo de vuelta a semejante personaje?
Intentábamos llevar a Ada a Luz de Luna, sobre Max, el lobo de mi padre, cuando fuimos acorralados por vampiros que nos superaban en número. Ellos atacaron primero; fue entonces que aullé con la esperanza de que Matías llegase a tiempo. Acabamos con un par de chupasangres, pero se iban uniendo más a la fiesta.
—Papá, ¿confías en mí? —pregunté mientras retrocedíamos, saliendo de la arboleda, de regreso a Colmillo Blanco.
—Sabes que sí, hija. Dime, ¿qué necesitas? —contestó.
—Los entretendré. Cuando me sigan, por favor, corre sin mirar atrás tan rápido como puedas. Debes llegar cuanto antes a casa —dije.
—Pequeña... —lo interrumpí.
—Papi, te prometo que me cuidaré. Matías pronto llegará, y Derrik y sus chicos aquí —aseguré.
—Está bien, cuando estés lista —respondió.
—Me temo que eso no será posible —intervino una conocida voz que salía de entre los árboles.
—Grrr —gruñó papá.
—Me estaba preguntando cuándo aparecerías —intervine.
—¿Eso quiere decir que no me has podido olvidar? —cuestionó con altanería.
—No, hermano, es por tu hedor; se puede detectar a gran distancia —intervino Derrik—. Ada, detrás de mí —añadió sin apartar la vista de Ethan.
Papá fue a echar una mano a Stephan, quien había sido atrapado por tres vampiros que parecían disfrutar morderlo. Matías llegó con gran rapidez, pero cuando vio quién era el tan mentado lobo negro, se colocó frente a mí para protegerme.
—Ethan —masculló mi esposo iracundo
~Matías~
Ethan había golpeado a su hermano para apartarlo de su camino y poder quedarse a solas conmigo, algo que sabía que sería imposible. En cuanto lo tuve encima, Alessandra, para protegerme, lo atrapó en sus fauces, tirando de él hacia atrás y alejándolo.
—Los años no te hacen justicia; estás más hermosa, por supuesto, pero te has endurecido. ¿Qué dices? Mantengo mi última propuesta. ¿Te quedas con él o conmigo, lobita? —añadió con orgullo, a un suspiro de distancia de Alessandra.
De repente, todo sucedió muy rápido. Mi mujer lo golpeó en el rostro, haciéndolo retroceder.
—No te soporto, y te lo dije antes: siempre será él —respondió inexpresiva.
—Grrr, ¡perra! —gritó Ethan, levantando su quijada.
—Vaya, eso dejará marca —intervine cachondeándome, viendo cómo mi esposa le había dejado las garras marcadas en el rostro a este idiota. Avanzó hacia Alessandra, así que me interpuse en su camino. —Ni lo intentes —advertí.
—¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de que me elija a mí? —preguntó, y yo me reí a carcajadas.
—Esta vez, disfrutaré matarte lentamente —respondí.
—Será un trabajo de dos, porque le ayudaré —añadió Alessandra.
En un instante, las tornas cambiaron. Un vampiro subió sobre Kendra y hundió su brazo en la espalda de mi esposa, quitándole la posibilidad de moverse. Abrí los ojos desorbitados y quise correr hacia el chupasangre, dispuesto a arrancarle la cabeza, pero Ethan me detuvo, sosteniéndome del cuello. No hice esfuerzos por apartarlo; los chicos mataron al vampiro mientras mi atención estaba puesta sobre los latidos de Alessandra, que se iban apagando.
—Grrr —rugí a los cuatro vientos, con la mirada en el cielo.
Derrik embistió a su hermano, dándome la oportunidad de acercarme a mi esposa tendida en su forma humana, intentando seguir despierta.
—No te esfuerces, amor, te sacaré de aquí inmediatamente. Este no puede ser nuestro final, lo prometimos, ¿recuerdas? Siempre juntos, lobita —dije, arrodillándome a su lado y recostando su cabeza en mis piernas. Pude apreciar cómo lágrimas descendían por sus mejillas. Limpiando cada una de ellas antes de fundirnos en un delicado y dulce beso, susurré en sus labios:
—Te amo.
Ella cerró sus ojos, inconsciente, y el dolor en mi pecho se acrecentó, destruyendo mi corazón. En nuestra ayuda llegaron Kenai, Anakin, Áurea y Alek.
—Matías, ven con nosotros; regresemos a casa —pidió Anakin con cautela.
—Ella... ella... —tartamudeé deshecho en lágrimas—. No puede estar pasándome esto... la he perdido amigon—balbuceé, observando cómo Kenai la cargaba en brazos, mientras Áurea y Anakin me prestaban ayuda para poder tenerme en pie.
—Debemos llevarla rápido al hospital; ha perdido mucha sangre —intervino Alek—. Subirla sobre mi lobo, Atlas —añadió antes de transformarse.
~Ezequiel~
Sabía que este clan de vampiros con el que hemos tenido que luchar por horas tenía que ver con mi hermano Charlie, y que él estaría vigilando desde las alturas mis movimientos, esperando su oportunidad de acercarse a Paula. Nos rodearon un grupo de vampiros, cuando fueron desapareciendo gracias a Leonel, Sasha y Christian.
—¿Ahora sustituyes a tu familia, hermano? —intervino Charlie desde la copa de un árbol, como suponía—. ¿Sabes lo ofensivo que es que intentes cambiarnos por estos inútiles? —preguntó airado.
–Ya te dije que no tengo que ver nada con ustedes. Ellos son la familia que he elegido —respondí.
—No sé qué vio padre en ti, ‘un hijo digno’, decía —dijo Charlie.
—No le pedí que me volviera uno de vosotros, debió dejarme ir —añadí con hastío.
—Vio potencial en ti... —lo interrumpí.
—De asesino, y no soy como ustedes —contesté.
—Siempre le dije que se equivocó, que me permitiera matarte. Pero haré algo mejor, y así aprenderás a acatar las órdenes cuando se te dan, hermano —respondió Charlie.
—No te atrevas a ponerle una mano encima, porque no dudaré en arrancarte el corazón —dije.
No conté con que uno de los guardias de mi hermano le extirpara el corazón a Sasha por orden suya. Leonel y Paula arrancaron el corazón y la cabeza de ese vampiro que la había matado.
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Editado: 26.10.2024