~Matías~
Mi esposa conoce bien la preocupación que me invade cuando no comparte la noche a mi lado, especialmente después de una larga separación. Sé que me está castigando con su silencio. Deseo poder arreglar mi error por bajar la guardia en aquella discoteca, pero me temo que aún es algo imposible cuando se niegan a abrirnos la puerta.
Han transcurrido tres días desde que Alessandra y las chicas se han puesto de acuerdo para retirarnos la palabra, obligándonos a esperar a regañadientes que decidan salir de la casa del bosque. Por ahora, hemos decidido darles tiempo para que se les pase el cabreo, mientras nosotros averiguamos quiénes son estos nuevos sujetos.
Despierto una vez más solo en mi dormitorio, apresurándome a levantarme antes de que a mi hermano se le ocurra tirar la puerta, como ha anunciado al aporrearla. Quisiera dormir un poco más, pero no puedo retrasarme en mi reunión con los alfas que aún permanecen en mis tierras; decidiremos entre todos el próximo destino de Ethan.
Revisé mi teléfono con la esperanza de encontrar un mensaje de mi mujer, pero no hay absolutamente nada.
—Grrr —gruñí con hastío.
Arrastré mis pies hacia el armario, saqué una sudadera y un pantalón de chándal negros, una camiseta blanca con cuello de pico y unas zapatillas Nike blancas. Tras dejar la ropa sobre la cama, me dirigí hacia el baño. Necesitaba una ducha rápida para poder aclarar mi mente; al salir, diez minutos después, me tomé mi tiempo para peinarme luego de haberme vestido.
Sabía que me estarían esperando, así que bajé a la cocina, y no me equivocaba. Papá y Adriano charlaban animadamente hasta que me detuve en el umbral de la puerta.
—Buenos días, hijo, ¿cómo estás?
—Buenos días, ¿hay café? —pregunté.
—Sí, ¿otra mala noche? —cuestionó Adriano.
—Ni lo menciones. Tomaré mi café e iré a reunirme con los chicos —respondí.
—¿Qué hicieron? —preguntó mi padre.
—Todo sucedió en cuestión de segundos; de camino a la pista, de repente no podíamos movernos, y esas mujeres se nos echaron encima prácticamente.
—A ustedes les ocurre de todo —contestaron al unísono, conteniendo la risa. Rodé los ojos ante su cachondeo.
—No tiene gracia. ¿Alguno de vosotros sabe algo de ellas? —pregunté.
—Anna me dijo que iría a pasar la mañana con ellas, que mi hija la llamó a primera hora; le pidió que llevara a sus hermanos y a las niñas.
—Parece que se han levantado enérgicas esta mañana; me pareció escuchar música desde el mercado —intervino papá.
—¿Está todo listo en el salón para la convocatoria? —cuestioné, cambiando de tema.
—Sí, están esperándote. Los únicos que no han podido venir son Derrik y Brent —añadió Adriano.
—Brent tiene reformas en su manada, y su mujer está embarazada; se disculpó antes de regresar a casa. Por otro lado, Cristina ha cumplido con su promesa. Derrik encontró a Hank desorientado la otra noche; dice que no parece ser el mismo. Además, se ha sumergido en su biblioteca, buscando lo que pudo haber causado el cambio en Ada —informó mi padre.
—No hay problema, llamaré a Brent más tarde y había pensado en pasar de visita por la manada de los Johnson; los informaré de cada detalle personalmente —dije tras terminar mi taza de café—. Vayamos, no los hagamos esperar más.
—Yo iré con los guardias a supervisar que todo continúe en orden —intervino Adriano.
—Cierto, ahora eres jefe de equipo; si pasa algo, infórmame inmediatamente —contesté.
—Muy bien —dijo, alejándose al trote al salir de casa, mientras mi padre y yo asistíamos a la convocatoria.
~Ciara~
Hunter se ha recuperado, aunque no está al cien por ciento todavía, y en cuanto llegamos a su pueblo, me aseguró que se encargará de que no me falte nada. Escuché rumores sobre la posibilidad de que Chase ceda el puesto de alfa a Hunter para que juntos lideremos con éxito su manada. Aunque me siento nerviosa, estoy decidida a dar lo mejor de mí.
El pueblo es un espectáculo para los ojos, con sus casas de piedra y sus caminos adornados con flores de todo tipo, desde amapolas hasta rosas. Siempre he sentido fascinación por las flores. Aunque la mayoría me mira con curiosidad mientras camino de su mano, puedo percibir que no todos están contentos con mi presencia, y eso me preocupa porque no quiero problemas.
Hunter ha dicho que, mientras asiste a una reunión, puedo acompañar a su Nana o inspeccionar la vivienda por mi cuenta. Al final, la curiosidad me ha vencido y me he ido a investigar los alrededores.
Saliendo de la casa, un mar de sonrisas me da la bienvenida; mujeres y niños se acercan para saludar y presentarse. Les expreso mi gratitud entre cálidos y reconfortantes abrazos. Me ofrecen una taza de café, productos del mercado agrícola y otros víveres. Continúo caminando largas cuadras, encontrándome con grandes huertos y establos; ¡hay caballos!, siempre los he amado. En todo momento he estado acompañada por dos guardias de seguridad a los que Hunter les ha pedido que me protegieran, así que he aprovechado eso para pedirles su ayuda.
—Disculpa, me gustaría montar uno de esos caballos; ¿podrías ayudarme a colocar su montura?
—Como desee, luna. Espere solo un segundo, iré a por una —respondió con una cálida sonrisa.
Permanecí junto a los caballos, y de repente se alteraron, como si presintieran que algo malo se acercaba. No se equivocaron; lo supe cuando vi al chico que había ido a por la montura correr hacia nosotros, haciendo señas para que nos fuéramos, hasta que fue atacado por una loba que le provocó una herida profunda en el costado derecho. Abrí los ojos desorbitados al verlo tendido en el suelo, y mi primer pensamiento fue que tenía que huir porque estaba en peligro. Me transformé y me giré, pero en cuanto lo hice, cinco lobos ya me rodeaban desde atrás, y uno de ellos terminó con la vida del guardia que me acompañaba.
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Editado: 26.10.2024