El Marqués Kim Namjoon era todo un personaje en aquel pequeño pueblo de la provincia de Gwangju, no solo por ser el más rico y por poseer el enorme y único castillo que parecía amparar a los aldeanos desde la hermosa colina empinada sino también porque había vivido allí su vida entera, tal como lo hicieron su padre, su abuelo, su bisabuelo, y todos sus antepasados desde quinientos años atrás. Esto le permitía irradiar un sorprendente poder sobre la gente del pueblo, todos sencillos campesinos y artesanos que hacían reverencias ante su lujoso carruaje las pocas veces que éste se dignaba abandonar la mansión.
Milena, a su vez, había nacido y se había criado en el mismo pueblo, y no la ponía nerviosa ofrecer sus servicios a tan ilustre hogar pues desde la muerte de su Madre cuando tenía seis años de edad y poca memoria no había dejado de practicar sus habilidades en la vida doméstica: hacía las camas como nadie, la escoba bailaba alegre entre sus manos y los paños de sacudir arrasaban hasta con la más pequeña brizna de polvo escondida detrás de un estante. Su padre, un leñador poco afortunado, no tenía tiempo no dinero para cuidarla ni mantener la casucha en la que vivían, de la que Milena se encargaba por completo. Su gran sueño era que algo importante le sucediera, salir de aquella casa, que algún día alguien le pagara por su trabajo, y dormir en una cama mullida comiendo tres veces al día. Digámoslo de una vez: el terror de Milena era quedarse encerrada para siempre entre las oscuras paredes de su choza sin que ningún ser humano le reconociera nunca su talento, el que ella sospechaba iba más lejos de aquellas virtudes del aseo. Y cuando vió los pelos erizados del gato de rayas coloradas casi volando sobre la cabeza de Rose, pensó: “ésta es mi oportunidad, no viviré en la insignificancia el resto de mi vida y el Marqués será la única persona de este pueblo capaz de descubrir mis abilidades”. Porque como ya hemos dicho, Milena, siendo una muchacha valiente e intrépida, alberga un solo miedo en su alma: repetir la vida de las mujeres del pueblo, sometidas a sus maridos, a sus hogares y a la ignorancia.
Una figura alta, terriblemente limpia, vestida todo de negro y con enormes sombras azules bajo los ojos, apareció en el vano de la puerta una vez la hubo golpeado. Ante ella se erguía el muy conocido Jung Hoseok, mayordomo del que se defundían leyendas desde que ella tenía uso de razón.
— Me enteré de la partida de Rose... Supuse que necesitarían reemplazarla... En caso de que no tengan a alguien más, quizás yo podría servir...
— Pase usted, ¿Señorita...?
— Milena, me llamo Milena. —Su voz era dulce y alegre a la vez.
Ya había cruzado el umbral, su sueño empezaba a ser realidad, sin oscurecerlo siquiera, la posible reacción que tendría su padre cuando llegase esa noche del bosque y no la encontrara en casa. Quizás ni le importara... Ella tantas veces pensó en cuán invisible era para sus ojos.
Historia original:
El Cristal Del Miedo (Marcela Serrano)
Primera edición: 2002