El Cristal Del Miedo — Kim Namjoon |bts|

Capítulo 4

SeokJin era un cómplice involuntario. Él, solo repetía los cuentos que escuchaba, recolectando información sin poner mucha atención a lo que sucedía más tarde con el y sin preocuparle mayormente el tema, aunque en algún lugar de su conciencia sospechaba que algo andaba mal. Hoseok, en cambio, era activo.
   Nadie sabía a ciencia cierta cuántos años tenía, pero debían de ser muchos, tantos como para haber servido al padre de NamJoon y haber sido su asistente cuando éste le enseñaba a su hijo la magia familiar.

   En un cierto día Milena decidió barrer el pasillo más oscuro y escondido del castillo, bajando muchas escaleras y doblando en muchos rincones. Le parecía haber estado allí antes y se sintió culpable por las capas de polvo y suciedad que sus ojos comprobaban. Sin embargo, esas escaleras eran distintas a las otras, las que ella transitaba casi sin darse cuenta día a día, ¿Es que estaban escondidas? Cuando ya había tomado enérgica, la escoba y se disponía a barrer, vió una puerta. No, ella nunca se encontró antes en este lugar, la madera anaranjada de aquella puerta era nueva para sus ojos. Trató de abrirla y no pudo. El cerrojo de un hierro antiguo, mostraba un orificio grande donde cabía la mirada completa de Milena. Asombrada, vio adentro unas extrañas colinas de humo, de los más diversos colores. Tuvo la certeza de que alguien había estado recién allí cuando escuchó una voz. Como por instinto, Milena se escurrió a la parte más oscura del pasillo y se arrimó a una ventana que por dentro se veía muy alta pero por fuera estaba a la altura de la tierra. Entonces cayó en cuenta de lo que las formas laberínticas del castillo le habían ocultado: estaba en el subterráneo.

— ¡Gijí! —¿Quién si no el Marqués hablaba a la paloma?—. No te vuelvas a escapar así mientras estoy trabajando, sabes que no debo dejar abierto este pasillo.

   Cuando ya hubo entrado a la rara habitación de los humos colorantes y cerrado tras el la puerta, Milena volvió en puntillas a su lugar en el cerrojo, y en su perfecto espionaje observó a la figura del Marqués retirando unos vidrios verdes y azules de uno de los recipientes humeantes. Y lo escuchó nítidamente decir:

 

Abracadabra Mortis temoris sin tin Kim rubris cristalis al fin.
 


   Al terminar estas palabras, juntó cada uno de los vidrios y comenzó a hilarlos mientras decía: «Gracias, Señor Choi, ataque por arañas gigantes, muy predecible».

  A pesar de que aquel día Milena salió de allí corriendo, temeroso de lo visto y oído y también de ser detectada, algo más fuerte que sí misma la obligó a volver a subterráneo cada vez que se le presentaba una oportunidad, como si los humos de colores la hubieran hechizado. Fue muy luego, en su segunda visita, que comprendió la razón por la cual no había visto antes ese pasillo: estaba cubierto por una pared falsa, oculta por una vieja armadura de caballería. Se enteró por una conversación privada entre los sirvientes, de que aquel lugar se llamaba El Sótano de la Alquimia.

 

Historia original:

El Cristal Del Miedo (Marcela Serrano)

Primera edición: 2002




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