El Crudo Sabor Del Amor

Capítulo 2. Autobús

🎨🍪🚐

Hay cuatro cosas que yo odio, la universidad, socializar, tener que levantarme temprano y ordenar mi apartamento.

Justo por esto odio los días lunes. Tengo que hacer todo lo que odio en un solo día, limpiar los regalitos de Oreo y sacarla a pasear al regresar, amo a Oreo, pero hace sus necesidades por doquier, y no es que sean pequeñas.

Recogí su excremento con una bolsa, y la saqué a pasear para asegurarme de que no tuviera más ganas de orinar cuando yo no estaba, al regresar la dejé en el parque para perros de siempre, despidiéndome de Oreo con un beso en su peluda frente antes de irme a la parada de bus para llegar a la universidad.

Cuando llegué al bus, pagué una tarifa como siempre, utilizando mi tarjeta de OV-chipkaart esta vez, ya que usar una tarjeta de crédito en este momento significaba mi ruina, debía pagar algunas deudas aún.

Al subir, me preguntaba cuanto me quedaba en mi tarjeta de OV-chipkaart, seguramente tendría que ir a recargarla pronto si no quería que pasara lo mismo que con mi tarjeta de crédito.

Me senté y me puse mis auriculares, comencé a leer en mi celular una novela gráfica en lo que llegábamos a la ciudad, pero pronto me dolió la cabeza y me quedé completamente dormida.

Sin embargo, cuando alguien se sentó a mi lado me desperté lentamente, intentando volver a enfocar el panorama.

Era un chico, parecía de mi edad, y tenía una cara que se asemejaba a la mía cuando pensaba en mi madre, parecía desolado, y sentí el impulso de intentar animarlo, no me gustaba dejar que alguien tuviera un mal día si podía hacer algo para que no fuese así, entonces decidí saludarle, me dio vergüenza claro, pero mi madre siempre me decía que, si podía alegrarle el día a alguien, haría más feliz el mío.

—Uhm… ¿Hola? ¿Cómo te va? —Mal Nora, es evidente, no le estás viendo la cara.

Le sonreí para ocultar el hecho de que me estaba ahogando de miedo y vergüenza por lo patético que era este intento de sacarle la sonrisa a alguien en este momento.

«Quizá reprobó un examen y está cabreado, bien hecho Nora». Me regañé internamente

El chico no me miró al inicio, parecía cansado, tenía ojeras bajo los ojos, y una mirada que decía que no estaba para soportar tonterías, o al menos lo interpreté como un «Vete a la mierda chica, no estoy de humor». Y eso fue suficiente para que fingiera estar mirando mi celular. El chico no me respondió y se bajó del autobús.

Maldije por dentro por haber hecho algo tan estúpido, y miré a la ventana de nuevo avergonzada.

«Que idiota soy.»

La mañana de clases fue un total infierno, mi única amiga, Katherine, no fue ese día, y yo me quedé sola, aun así, no es como que nos viéramos seguido, pero era mi mejor amiga, y la única real, en la que confiaba lo suficiente para ser yo misma.

Nos veíamos nada más en los descansos, ya que no estudiábamos lo mismo. El resto del día sin embargo fue como siempre, yo, sola en los salones, intentando conversar sin éxito, aun así no es que me importara mucho, nadie estaba interesado en conocerme, y yo ya me había cansado de intentar encajar.

Así que ese día comí sola en el patio de la universidad, bajo un árbol, terminé de leer la novela gráfica que tenía entre mis pendientes y me fui al único lugar en el que me sentía bien.

La señora Beth me saludó al entrar, y me sonrió con dulzura, pero noté que estaba vendiéndole a alguien y decidí ir directo al estudio de arte.

—Nora, espera. —La señora Beth le dio un bote de pintura acrílica al cliente, el cual se fue justo después. — ¿Puedes cuidar el lugar un rato? Tengo un pendiente que atender y realmente no quiero dejar el lugar solo, si viene un cliente lo atiendes por favor.

Miré la caja un segundo.

—Pero no me sé los precios y…

—Están anotados debajo de la caja registradora, hasta a mí se me olvidan los precios a veces Nora. Por favor hazme este favor. —La señora Beth me miró suplicante y no pude negarme.

—Está bien señora Beth, no se preocupe yo me encargo.

La señora Beth me sonrió tomando su bolso antes de irse por la puerta. Me quedé detrás de la caja registradora buscando la lista de precios y leyéndola dos veces antes de preguntarme si de verdad era tan caro el material de arte, miré en los estantes donde estaba el material de arte para ubicar más o menos donde estaba cada cosa.

—¿Y dónde están los lienzos? —me pregunté en voz alta. ¿Estarán en la bodega? Dejé el papel en la mesa con la intención de revisar cuando escuché gotas caer del cielo.

Me detuve mirando la ventana, si, estaba lloviendo, esperaba que no lloviera demasiado fuerte. Entonces escuché a mi teléfono vibrar y lo saqué de mi bolsillo, era la señora Beth.

[Mensaje de texto — 17:42]

Señora Beth🖌 DESCONECTADA

Nora, querida, la lluvia está muy fuerte, estoy en el autobús hacia el sitio donde tenía que llegar, el tráfico es terrible cariño, creo que no podré llegar pronto, te encargo que cuides el taller de arte, te pagaré, no creo regresar muy pronto, si se hace de noche por favor cierra el taller.

Miré el mensaje preocupada, no por la señora Beth, ella siempre salía a estas horas a quien sabe dónde y regresaba como si nada a las doce de la noche, pero me preocupaba el hecho de que hoy me encargó el lugar a mí, nunca había estado encargada de cerrar un local, en el café donde trabajaba, yo solo atendía mesas algunas veces a la semana, y me iba.

Había un candado para eso ¿no? Donde lo habrá dejado la señora Beth, me pregunté, y me dirigí al sótano a buscarlo, pero luego me detuvo un miedo pequeño, pero incomodo, ¿y si me roban cuando no estoy?

Me maldije por dentro, no puedo tener tanta mala suerte, ¿verdad? Callé esa vocecita traicionera que me decía que yo tenía peor suerte que Calamardo cualquier día de su vida, y fui a buscar un candado.




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