—He pedido lasaña.
Dije sacando de las bolsas la lasaña, ella me dió un vistazo muy rápido y siguió con lo suyo, había pasado dos días y una noche me encontraba viendo la televisión, ella se sentó a mi lado y después de muchas preguntas acerca de la pantalla ella se quedó callada observando.
Me había pedido que le enseñará a como prender la televisión y desde ese momento se la pasaba la mayor parte del tiempo sentada en el sofá viendo televisión.
—Oye, deja un momento éso, vamos a comer.
Apreté mis labios al notar que no me ponía atención, estaba viendo un documental de un volcán, dónde las personas iban grabando todo lo que hacían y dando datos curiosos cada cinco minutos, ponían música dramática cada que hacían descubrimientos.
—Che cos'è?
Preguntó apuntando la nieve.
—Oh, eso es nieve.
—¿Por qué?
Volvió a preguntar sin quitar la vista de la televisión.
—Hace mucho frío en esas zonas, es casi similar a la lluvia.
Ella asintió, me senté a su lado y saqué la lasaña, inmediatamente quitó la vista del televisor y ahora su centro de atención se volvió la lasaña.
—Bien, ve a lavar tus manos.
Frunció el ceño, pero obedeció y corrió a lavarse las manos, regreso y volvió a tomar su lugar, le dí su lasaña y espero a que le explicará cómo comerla.
—Es una lasaña normal, tú deberías saber cómo comerla. Su origen es Italiano.
Ella ladeó la cabeza y negó.
—Okay, el cubierto que utilizaremos es el tenedor.
Tomé el primer bocado y comencé a comerlo, ella hizo lo mismo y sonrió asientiendo lentamente.
Seguimos viendo el documental, uno de las personas que iban quedó enterrado en la nieve, los demás gritaban su nombre con desesperación y rasgaban la nieve.
Ella miraba atenta e incluso preocupada podría decir y puede que me puso un poco celoso, porque ahora al menos conocía a otra persona a la que ella había mirado así.
—¡Hugo! ¡Hugo!
Gritaban desesperados, la música de tensión seguía, hasta que todo paró, Hugo sacó una mano y todos tiraron para poder sacarlo, se acostó sobre la nieve, y sostenía su pecho.
La volví a mirar, estaba masticando la lasaña, su perfíl era muy lindo y fino la igual que sus rasgos, pude notar como tenía un pequeño lunar cerca de su pómulo. Sus ojos tan profundos y un tanto mágicos, su piel lisa.
—Tu me dijiste que no te gustaba Bláth.
Primero frunció el ceño y después asintió sin mirarme.
—¿Cómo prefieres que te llamé?
Y por fin pude tener su atención, giró la cabeza, sus ojos profundos eran un misterio, ella era un misterio. Solté un suspiro y comencé a golpear mi pierna con mis dedos, a un pequeño ritmo.
¿Por qué era tan difícil sostenerla la mirada?
Vamos Luan, es una chica, como si no hubieras conviviendo con una en toda tu vida.
No una como ella...
—No sé, pero Bláth, no.
Me miró sería esperando a que dijera algo. Yo aparté la mirada nervioso y me centré en la alfombra.
Ojos profundos, conocía muy poco de ella, casi nada... Cuando estaba con ella sentía cierta paz y no podía dejar de mirarla.
Se estima que tan sólo se ha explorado un 5% de los océanos.
Arrugue las cejas ante ese dato que había aprendido en la escuela hace mucho.
¿Oceano? Mar.
—Mar...
Pronuncié después, ella ladeó la cabeza y lamió sus labios.
—¿Qué?
Pronunció frunciendo un poco el ceño y mirándome como un loco.
—ina...
—¿Qué es Mar ina?
—Es junto, Marina, y ese es tú nuevo nombre.
Arrugó la nariz e inflo un poco su mejilla.
—¿Demasiado largó?
Asintió rápidamente, no estaba satisfecha con el nombre, a mí me parecía precioso.
—Bueno que tal Mar para conocidos y Marina para presentación formal.
—Bien, me gusta.
Volvió a mirar la televisión estuvo unos segundos mirando y después volvió a pintarse la duda en su rostro, comenzaba aprender cada una de sus expresiones y volvió a girarse a mí.
—¿Qué es Mar?
Parpadee varias veces ante la pregunta.
—Mar es...
Saqué mi teléfono y traduci la palabra.
—Mare.
Ella negó con la cabeza y me pareció bastante estúpido que hubiera utilizado el traductor.
—¿No sabes?
Volvió a negar, abrí los ojos y busque imágenes y se las mostré.
—C'è molta acqua
—Si, mucha agua.
—¿Por qué Mar?
—Porque... Conozco muy poco de tí, y se dice, que solo se conoce el 5% del océano. El océano, es mucho más grande que el mar, pero el mar es lindo...
—Oh...
Se quedó en silencio y mejor de dedicó a comer, solté un suspiró ¿Qué esperaba? Una risa nerviosa, eso era lo que quería, pero nada, sin duda ella no era como las demás. Era un poco frustrante veces es como si hablará con una pared.
¿Ella podía sentir? Aparté de la comida, era curiosidad y después felicidad. Y nadamás, nunca la había visto triste, cansada si, muchas veces cansada.
Tampoco la había visto llorar, pequeños enfados, no tan notorios, sería y observadora. Parecía un...robot.
¿Mar era un robot?
La mire nuevamente, mire su mano y después su rostro, no parecía una máquina ¿O si?
Solo había una forma de saberlo, comencé a mover mi mano a dirección de la suya, en dónde sostenía el plato con la lasaña, ella no se había dado cuenta, el primer roce, ella se volteó alerta, frunció un poco el ceño.
Su piel era sueve y estaba fría. Alejé mi mano y me quedé pensando en el pequeño roce.
—¿Tienes frío?
Pregunté, el clima no era muy adecuado, además solo tenía un vestido blanco y este se veía muy delgado.
No la ví temblar o algún indicio de que tuviera frío.
—No.
Mire el reloj 4:45pm, no era tan tarde y necesitaba comprobar.
—¿Mar?
Ella no hizo caso, siguió viendo la televisión.