El Cuaderno de Albert

Amor

 

Mar había estado sería toda la mañana y es que había generado una nueva maña.

Y era despertarse antes que yo e ir a la cocina a prepararse palomitas. Cuando bajaba tenía a Mar en la mesa comiéndo su ‘desayuno’ del día.

Mar era como una persona que no empezaba bien su día sin una taza de café, lo que cambia con Mar es que ella no podía empezar su día sin un bol de palomitas.

Y estaba sería porque justo ayer se habían acabado las que quedaban.

Esa mañana había preparado el café de mala gana, tanto que cuándo lo probé esté me quemó la lengua.

—Vamos, no puedes estar así toda la mañana.

Me fulminó con la mirada y luego imagino que no existía mirando a otro lado.

Así que anoté en mi notas mentales que había creado de ella.

No darle trozos de zanahoria a Mar cuando no hay palomitas.

Y otro más que decía; Si no quieres ver a Mar enojada, siempre tienes que tener palomitas en tu casa.

—Eso es muy malo para tu salud, las palomitas no son buenas en la mañana... Ni para tanto días contínuos. —Mar soltó un suspiro bastante escandaloso.— Sabés, me alegro ¡Bastante! Que no haya más palomitas en la casa.

Recibí una mirada de enfadó de parte de Mar.

—Mejor ayúdame a preparar el desayuno ¿Bien? Algo nutritivo.

Al no tener ninguna respuesta de parte de Mar, yo sólo comencé a sacar algunas cosas para el desayuno.

Después de unos minutos Mar se acercó y ella comenzó a picar la verdura al ver el desastre que ya había tenido.

Después de tener un desayuno bastante silencioso y con algunas miradas fulminantes de Mar, decidí atender su queja.

—¿Me acompañarías a hacer compras?

Ninguna respuesta, solo se limitó a seguir mirándome sería y a tomar un sorbo de agua.

—Te compraré más palomitas.

Dejó el vaso en la mesa haciendo que esté se derramará un poco y caminó apresurada hasta mi, una sonrisa se formó en su rostro y asintió.

Solté un pequeño suspiró y después de ordenar un poco la cocina fuí a mi habitación, Mar caminó detrás de mi en cuento entré ella miró mi habitación, se sentó en la cama y miró cada rincón.

—¿Qué está mal? 
—Nada...es muy tuya. —Contestó dando un vistazo a una estanterías de libros viejos, realmente no me gustaba leer, solo los tenía ahí para decoración. Y algunos los había tomado de la mini biblioteca de los abuelos. 
—¿Por qué lo dices?

Ella se encogió de hombros, se puso de pie y caminó hasta la estantería analizó cada libro.

—¡Oh! Entendí, es tan mía por el desastre que hay ¿Cierto?

Mar me miró sin ninguna expresión y siguió con lo suyo, no digo nada más.

Mientras buscaba en mi clóset algo cómodo para ponerme, escuché cómo detrás de mi Mar, deslizaba un libro para poder tomarlo, me giré y justo del libro cayó una foto, no tomé tanta importancia.

Hasta que recordé la única foto que había guardado en uno de los libros, mi corazón comenzó a latir de una manera impresionante, Mar levantó la foto y la observó, se quedó perpleja, sus mejillas se ruborizaron, dejó la foto de nuevo en el libro.

Corrí hasta Mar y le quité el libro, sentía mis mejillas arder y Mar parecía querer desaparecer, yo también quería desaparecer en ese momento.

Mar tapó sus ojos.

Saqué la foto de nuevo con las manos temblorosas y la hice pedazos no sin antes dar un último vistazo.

—Perdoname Mar, te juró que pensé que esa foto ya no estaba conmigo.

Y era cierto, pensé que esa foto ya ni siquiera la tenía, me la había dado mi ex novia y era una foto un tanto íntima.

Mar destapó sus ojos y cubrió ahora su boca.

Terminé de hacer pedazos la foto y la tiré a la basura.

—Perdón por tomar tus cose...Non lo sapevo.

Tomé lo primero que ví y sali de la habitación también lo hizo, le dí una sudadera y ella se la puso sin ningún problema, salimos de la casa sin decir ninguna palabra y subimos al auto.

Me acerqué a Mar para poder ayudarle a ponerle el cinturón, pero ella se alarmó en cuanto me vió cerca de ella, retrocedió, levanté ambas manos para demostrar que no haría nada.

—Quiero ayudarte a ponerte el cinturón. 
—¡Yo puedo! Puedo...si. —Llevó un mechón a su oreja, noté que su mano temblaba al igual que su labio, jaló el cinturón y lo puso. 
—Bien...

Me puse el cinturón y comencé avanzar.

Quise poner música, pero no me atrevía ni a siquiera moverme, no quería incomodar más a Mar. Aún que ella parecía tan entretenida mirando por le ventana.

—Luan...—Su voz fue tan sorpresiva que juro que casi me desviaba de carril. 
—¿Si?

Ví de reojo que ella me miró discretamente, después observó sus manos.

—¿Éso es el amor?—Fruncí las cejas y traté de buscar sentido. 
—¿El qué? 
—Amor, éso...Humm —Su voz sonó tímida. 
—¿Eso qué? 
—Jumm, éso que tenías en...el libro. La foto.

Me quedé mirando el caminó, sentí la mirada de Mar posada en mi.

Amor, para tantos tenía tantos significados, unos demasiado valioso que no a cualquiera podrías regalar un te amo. Para otros solo era una palabra disfrazada de sufrimiento, engañó y fantasía.

Y aún que no lo crean, para mí el significado de amor, tenía el primer significado.

Era ese tipo de personas a las que les costaba tanto decir un te amo.

Si, posiblemente había dicho es palabra y también me había equivocado al elegir a la persona a la que le diría la palabra.

Pero pensando como el abuelo, la palabra amor, era mucho más que una demostración, o algo así.

—¿Luan? —La voz de Mar me trajo de nuevo a la tierra. 
—¿Eh? 
—¿Es amor?
—No, éso está demasiado lejos de lo que es el amor. El amor es algo especial.

Mar lamió sus labios pensativa, mordió su uña y volvió a poner varios mechones de cabello en su oreja.

—Escuché, qué el amor, es...amar sobre todo y querer estar siempre con esa persona, pero también saber cuando darle espacio. 
—¿Éso donde lo escuchaste?—Sonreí al ver a Mar voltear rápidamente a verme. 
—No sé...Non chiedere a Luan.
Bien, entonces me quedaré callado.—Fingí que mi boca era un cierre que se cerraba y apreté los labios.



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En el texto hay: misterio, amorenitalia, marluan

Editado: 05.08.2024

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