Mar no había querido dormir, le había jurado que no me iba a ir, pero no sé sentía tan segura del todo, yo tampoco tenía sueño así que nos sentamos en la sala y vimos películas, era la segunda que veíamos, las palomitas ya estaban a punto de terminarse.
Y había dejado que se las terminara Mar.
—¿Entonces esa flor cuida de ti? ¿O cómo?
Ella se giró a verme, paso el bocado de palomitas.
—Ellos me dijeron que esa flor me mantenía viva, tampoco logró entender muy bien.
Fruncí el ceño y la mire con confusión y sorpresa, su respuesta si me había sorprendido.
Su acento aún estaba, pero ahora menos visible.
—Y ellos ¿Te hablaban en italiano?
—Si, toda mi vida fue italiano. La mayor parte de tiempo si, Albert e Isabel eran bastantes agradables.
Otra vez abrí la boca con sopresa, siempre se refería a mis abuelos con; ella y él. Y nunca con sus nombres y era la primera vez que yo escuchaba que pronunciaba sus nombres.
—¿Desde cuándo ellos cuidan de tí?
—Humm, desde que tengo memoria.
—¿Y eso hace cuento? ¿Una edad?
—Desde muy pequeña... Creí con ellos.
—¿Por qué nunca te ví?
—No lo sé, yo tampoco sabía de tu existencia. —Sonrió y soltó un pequeño suspiro, después asintió.
Llevé las manos a mis rostro, era tan confuso todo esto y era demasiado para mí cerebro cansado. Volví a mirarla y solté un suspiro.
—Okay, si la flor se marchita ¿Qué pasá?
—Muero... Eso es lo que pasaría. Ellos me lo explicaron perfectamente bien.
Volví a mirar con confusión.
—Esas flor ¿Tiene algún tipo de hechizo o algo? ¿Por qué?
—No lo sé, Luan. Solo me dijeron que fuera muy cuidadosa con la flor. —Era la primera vez que decía mi nombre, muchas sorpresas.— ¿Qué pasá?
—Has dicho mi nombre...
—¿Ajá?
—Nunca lo has dicho...
—¿Y? Cuando nos presentamos ¿Acaso no cuenta?
—Cuenta, pero desde ese entonces ya no lo había escuchado decirlo por tí, además que siento que me estás regañando.
—¿Por qué?
—Porque mi mamá siempre me ha dicho así, cuando me habla normal casi nunca utiliza mi nombre y cuando está enojada conmigo lo suele utilizar más. Todos, no solo ella de hecho. Es como si yo te dijera Marina, no te gusta ¿Cierto? Además de que echó demasiadas cosas mal en mi vida, que lo que recibo son siempre regaños.
Ella negó con la cabeza mientras hacía una mueca, acunó mi rostro entre sus manos, me sentí como un niño pequeño.
—Me gusta más Mar. Marina suena muy serio.
—Bueno, lo mismo pasa conmigo.
—Bien, Lu- Humm —Ella frunció el ceño y me miró, pensando.— Bien, Lun ¿Algo más?
—¿Lun?
—¿Tampoco te gusta?
—No...si. Es original...
Sonrió con orgullo y besó mi frente, cerré los ojos, cuando me soltó, recargue mi frente en su pecho y con mi mano jugué con el listón que ataba su vestido de la cintura.
Respiré ondo su olor, lo amaba y era tan adictivo, no tenía explicación, ni comparación.
Pero también se me hacía familiar.
Mar enredó sus dedos en mi cabello y jugó con el, solté un suspiro y sentí como ella se estremeció, sonreí y ella golpeó mi espalda.
Bajó su cabeza a la mía y ahí comenzó a depositar besos en la coronilla de mi cabeza.
—Oh, algo más que se me pasó decirte... —Se detuvo y sentí un pequeño escalofrío, sentí su pecho retenerse, sabía ahora que ella se estaba riendo, negué con la cabeza con una gran sonrisa.— Cuendo vivía aquí, había una flor, era casi idéntica a la mía, solo que está un día desaparecidode la noche a la mañana. Nunca lo volví a ver. Por eso supongo que se secó.
—¿De quién era?
—No lo sé.
—Bien, entonces... Está claro que tengo que cuidar de la flor y de tí. —Me separé de Mar y la miré directo a los ojos.
Apunté a Mar con mi dedo índice, ella asintió con una pequeña sonrisa.
—Llegaste a tiempo... —Dijo después de unos segundos en silencio, ella bajo la mirada y jugueteo con sus dedos..
—¿A tiempo?
—Si... Estaba apuntó de marchitarse, estaba realmente mal, no podía moverme, fue... bastante horrible, creó que así se siente la muerte, cuando te abraza, pero tú te aferras a la vida —Su voz se iba cortando.— Sentí muchísimo miedo.
Esa sensación que te hace pensar que morirás, me había pasado algo así, la ansiedad, muchas veces creía que moría a causa de eso, era bastante desesperante y horrible. El solo querer salir corriendo, como si de ella se pudiera escapar, es un infierno, algo que te sigue y siempre te atrapa, es mucho más rápida y siempre está presente.
Tomé su mano con firmeza, ella ahora recargó su cabeza en mi pecho y después fué subiendo, hasta esconder su cara en mi cuello, solté un suspiro y la abracé, aparté su cabello dejando su cuello libre, ahí dí pequeño besos.
—Ya no más ¿Bien? Te lo prometo. Nunca volverás a sentir ese miedo.
—Tu prométeme, júrame, que nunca te irás.
—Nunca, ahora solo quiero estar contigo, solo contigo.
No sabía si era real, aún que ya había visto que si lo era. No entendía como las personas primero no podían verla y después si la veían. Había tantas cosas que comenzaba a entender y otras que aún no.
Quería preguntarle a mi madre, pero me tomaría como loco.
¿Sería buena idea mantener oculta a Mar?
Mi teléfono sonó detrás de mi, tuve que separarme de Mar, para ver quién hablaba, en cuendo ví mi pantalla el aire se me fue por un momento, era Aída, me puse de pie y mire a Mar.
—Ahora vuelvo, tengo que contestar.
Ella asintió temerosa y yo caminé hasta la cocina, solté sus suspiro y descolgue la llamada.
—¿Hola?
—¿Luan? Perdóname que te hable a esta hora, pero realmente no quería esperar más.
—Aída yo lo sien-
—No, no, perdóname tu a mí, fuí realmente una tonta. Lauro, me ha contando ya tu situación.
—¿A si?
—Si, se que debe ser difícil, todo confuso, se que no llevas una vida fácil y lo que necesitas es a alguien que esté al pendiente de ti.
—Aída yo necesito que me esc-
—Lo sé, en verdad, yo te amo, te perdonó, por favor olvidemos todo esto y empecemos de nuevo ¿Bien?