Milenios o eones,
No soy capaz de distinguir.
Por que un segundo es la eternidad
Y la eternidad se vuelve un suspiro.
Por que no existe final ni principio
Por el crimen de haber nacido.
Por que nací maldito, solo.
Nací olvidado.
Naci muerto y enterrado.
Nací no por un trato
Por una unión sin afecto
Nací para cargar con culpas ajenas
nací por que alguien debía pagar la condena
El oriundo callejón de tristeza
Que define mi existencia.
El eco de almas torturadas
Por sus acciones pasadas.
No son nada,
no significan nada.
La soledad y la podredumbre
son una en este castillo,
Son uno conmigo.
Y la noche es eterna
sin luna o estrellas.
Una noche fría
Una noche maldita.
No queda de mí más que un trazo,
La esperanza del goce,
De un toque,
Una chispa,
Algo que me reviva.
Una que ha sido prometida.
Una que sea mi compañera
Y en los espacios de reposo
Cuando mi mente se relaja
Aún sueño con ella,
a la que tengo derecho,
la que es mía de nacimiento.
Y recito su nombre
Esperando que algo cambie
Que aparezca en mis apocentos,
Se deslice en mi lecho
Y sea mía como es mi derecho.
Pienso en ella constantemente
En su presencia intermitente
Imagino como es su aroma
Y su dulce voz sedosa.