El cuento de la muñeca que lloraba

2

2

SOFFY

 

Hace muchos pares de otoños

 

El día más especial en la vida de Soffy llegó cuando recibió una carta sellada y firmada por el mismísimo rey y reina de la Tierra de las Muñecas. Fue el mensajero imperial, un elegante y guapo soldadito de madera llamado Máximo, quien con una reverencia hizo la entrega de aquel sobre dorado, ante la mirada atónita de la pequeña y humilde muñeca de trapo que no podía creer lo que le estaban depositando en la palma de su mano.

—Enhorabuena —añadió el soldadito sacando de su mochila un tablero con una hoja impresa encima—. Por favor, coloca uno de tus pulgares en el círculo rojo del pie de página para registrar la entrega.

Soffy conocía el protocolo. Otras muñecas como ella que eran sus amigas se lo habían contado antes, cuando la hora de servir les había llegado y se habían marchado sin rechistar al mundo de los humanos. ¿Y si estaba equivocada y lo único que contenía el sobre era una invitación para una de esas cenas reales que se solían organizar cada cierto tiempo? No. No lo era. No.

Tiró de la memoria rápidamente y recordó la cuestión de los colores. Las invitaciones a cenas o a conocer el castillo imperial venían en sobres de tono lila. Si se trataba de una boda, rojo. Las convocatorias el ejército, verde. Y así unos cuantos colores más que no valía la pena recordar porque juraba que no calzaban con el momento y la ocasión. Se repetía a sí misma que todas las que se fueron a servir recibieron ese bendito sobre: el dorado.

¿Escuchó mal, o el soldadito había dicho enhorabuena?

—Necesito el registro con uno de sus pulgares, Soffy —repitió el soldadito al ver a la muñeca un tanto desubicada, reacción un tanto mesurada en comparación a otras que básicamente solían sufrir un desmayo o ataques descontrolados de gritos.

—Lo siento —se apresuró a responder, colocando el pulgar de la mano izquierda.

Enseguida comprendió porque era indiferente cual colocase. Apenas apretó el círculo rojo del pie de página, sintió una suave descarga eléctrica recorrer sus telas. Cuando el soldadito apartó el papel de su dedo unos segundos después, observó cómo aquel círculo se había rellenado con una especie de halo celeste y gris que revoloteaba en su interior. Era parte de la esencia del cristal empotrado en el sitio de su corazón. Básicamente era una parte de ella encerrada en ese papel. ¿Para qué? Solo el rey y la reina de las muñecas lo debían saber.

—Todas las indicaciones se encuentran detalladas en el papel del interior. Debes seguirlas al pie de la letra, caso contrario, no habrá servido de nada toda esta pantomima. Recuerda: esta es una oportunidad que se presenta una sola vez en la vida de cada muñeca… no la desperdicies a efectos de la emoción. ¡Suerte!

El soldadito se despidió repitiendo la reverencia del principio y despareció mimetizándose con el viento. Era parte de la magia que envolvía a la Tierra de las Muñecas. Hoy más que nunca el aire tenía un olor concentrado a caramelo.

Soffy no pudo evitar correr al interior de su casita de azúcar, goma y chocolate, dispuesta a sacarse la duda del contenido del sobre. El cristal empotrado en el sitio del corazón brilló con más intensidad entonces, producto de los sentimientos encontrados y el mar de emociones. Los haces de luces traspasaron sus ropas de tela e iluminaron la sala, dándole al ambiente un tono cálido y acogedor.

Recuerda: esta es una oportunidad que se presenta una sola vez en la vida de cada muñeca.

Suspiró. Colocó el sobre encima de sus piernas de madera de roble y recordó lo de seguir las instrucciones al pie de la letra.

No se podía dar el lujo de cometer errores.

Pruébame, decía el sello que hacía de cierre.

Soffy se llevó el oscuro botoncito a la boca y enseguida probó el chocolate más empalagoso y mágico del mundo. Cerró los ojos y percibió como este se deshacía en su lengua, permitiéndole el superpoder de volar. Cuando terminó, feliz y satisfecha, volvió a abrirlos y descubrió que había desaparecido el sobre. Ahora lo que tenía delante era una carta de fondo negro, escrita con letras cursivas y tinta dorada.

 

Alfonso y Lady.

Rey y Reina de la Tierra de las Muñecas

 

Querida Soffy.

Es un placer para nosotros informarte que has sido elegida para emprender el increíble viaje con destino a la tierra de los humanos, en misión de servicio. La magia, que constituye para nosotros como el pilar y fuente de nuestra existencia, carece de sentido entre los seres de carne y hueso al otro lado del charco. Producto de ello, aquel reino ha caído en decadencia absoluta.

Tu misión, convertirte en una portadora de luz y esperanza, cualidades desbordantes de magia.

En virtud de ello, para formalizar el presente acuerdo entre las partes relacionadas, te esperamos en el castillo real. Debes estará atenta, pues apenas llegue el alba, se presentará en tu puerta nuestro carruaje real, con Máximo, nuestro mensajero de confianza, al frente. Nadie más que ÉL está autorizado para emprender esta clase de misiones. No seas víctima de engaños.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.