Prólogo

Nunca en mi vida me imagine relacionarme con un demonio. Ni en mis más retorcidos sueños se me cruzó por la mente.

Pero ahora estoy aquí, en medio de una maldita guerra entre los hombres lobos, los purificadores y los vampiros, sin olvidar a los dragones bestia contra mi queridísimo amigo el demonio.

Ese maldito bastardo loco

—¡Que mierdas se te cruzó por la cabeza en comenzar una guerra!—Le grite enojada mientras trataba de controlar la espada demoníaca que me obsequio.— ¡Y porque me regalas esta espada si sabes muy bien que soy una humana idiota!

El me lanza una mirada fría, pero yo la ignoro esperando una respuesta justificada de su parte.

— Combina con tus ojos rojos. —Yo lo mire confundida.

— Yo no tengo los ojos rojos Abiel, son verdes.

Veo como el me mira con una sonrisa inocente, de esas que les lanza a las demonios hembras del inframundo para que hagan lo que él quiere. Pero bueno, conmigo eso ya no funciona nunca más.

— Bueno si, pero pronto los tendrás cuando te convierta en demonio. —Se encoge de hombros restándole importancia con la mano.

Guarde silencio para procesar sus palabras, hasta que caí en cuenta de algo. ¡Ese maldito bastardo loco me quiere hacer un demonio! parece que en realidad le hace honor a su apodo.

— Te quiero veinte pasos lejos de mi a partir de hoy. —dije alejándome de él para ir al portal que conecta con el ático de mis abuelos.

Escuche cómo soltó una risa y eso hizo que yo sonriera.