El Descenso

CAPÍTULO 1

Akasha Ferendir observó con cuidado el papel frente a él, leyéndolo y releyendo una vez más para confirmar que no hubiera nada extraño en el contrato que le vinculaba al Gremio de Protectores. Finalmente, firmando, dejó los papeles en el mostrador. Desde joven había querido unirse a la organización en pos de otorgarle una mejor vida a su familia, sacándola de la pobreza en la que se encontraba sumida, no era exactamente el mejor luchador, sin embargo, tenía lo que se necesitaba a la hora de pelear contra las monstruosidades que ahora habitaban el reino de Prixis, emigrando desde Noctis, conformándose a partir de la llamada «Niebla».

—Que tenga un buen día —le dijo la recepcionista recibiendo los papeles firmados —. ¿Desea hospedarse en las instalaciones?

Él negó, dedicándole una pequeña sonrisa amistosa.

— No será necesario, tomaré una misión ahora mismo.

—Ah, antes de eso —murmuró algo incómoda la chica—, debe de pasar una pequeña prueba para definir tu rango dentro del Gremio.

Había escuchado sobre los rangos de la organización; Luna Nueva para aquellos que no poseían grandes capacidades combativas o eran demasiado novatos, Luna Creciente para quienes tenían habilidades promedio, Luna Menguante para los que poseen habilidades por encima de la media y finalmente, Luna Llena, para quienes eran poseedores de capacidades extraordinarias, también existía el rango Eclipse, pero este era propio de los examinadores.

Akasha asintió.

—¿Dónde debo ir?

La chica le sonrió, indicando con un gesto que la siguiera. Akasha se fijó en ella; era joven para los estándares del Reino, tal vez rondaba la veintena, sus cabellos eran largos, castaños y atados en dos trenzas que se movían con cada paso que daba. Llevaba gafas, lo que demostraba cierta comodidad económica, ya que estas solían costar bastante. Era mucho más baja que él, o tal vez, él era demasiado alto. Su hermana menor siempre lo había llamado Gashteria, en honor a una criatura de gran tamaño y altura, herbívora y que no representaba amenaza alguna, a menos que le hicieras enojar, en dicho caso, podría ser bastante letal.

Caminando por los pasillos atestados de gente, finalmente llegaron al patio de entrenamiento, dónde jóvenes se encontraban siendo probados. Nubes blancas cubrían el firmamento dónde el sol brillaba con fuerza.

—¡Valerian! —exclamó la recepcionista con emoción, llamando así la atención de una mujer de cortos cabellos negros acompañados de unos hermosos ojos azules que recordaban al color del pulcro mar, quien se giró para observar de dónde venía el llamado. Al ver a la recepcionista, la muchacha sonrió, haciéndole un gesto a su compañero de entrenamiento para que la esperara y, a paso rápido, básicamente trotando, llegó con rapidez hasta los dos.

—Adaia, hola ¿esté es nuevo? —cuestionó Valerian con una sonrisa amigable —. Mi nombre es Valerian Wolfbarn, encantada de conocerte.

Akasha sonrió levemente mientras una gran nube cubría el sol, dejándolos en la sombra.

—El placer es mío.

—Que educado, vamos jovencito — Valerian se dio media vuelta—. Terminemos con esto rápido.

Akasha la observó; aunque le había llamado jovencito, parecía más joven que él, tal vez rondaba los dieciséis, vistiendo el traje típico de los Protectores, de un color grisáceo apagado, ceñido al cuerpo para facilitar la movilidad.

«Debe ser peligroso» pensó, recordando las armaduras de placas que él mismo solía portar «Usar ropa que deje tan desprotegido el cuerpo...»

Se encogió de hombros; no era su problema y cada cual era libre de elegir cómo vestirse, aunque era extraño para él encontrar a una mujer guerrera, pues en Ferania eran casi inexistentes. Con el tiempo, Akasha había aceptado el rol pasivo de la mujer como algo natural en su reino de origen, pero a diferencia de algunos de sus conocidos, el jamás subestimaría a su rival, independientemente de su género.

—Bien, hemos llegado—Valerian se dio vuelta de repente, adoptando posición de combate. Aparentemente ella peleaba desarmada—. Atácame cuando estés listo, novato.

—No poseo proficiencia en el combate cuerpo a cuerpo — Reconoció el pelirrojo, inclinando levemente la cabeza—. ¿Le molesta si uso un arma?

Ella negó, señalándole dónde se encontraban las imitaciones de madera. Tomó una lanza, la cual hizo girar con maestría en su mano, una vez la tuvo, se dio la vuelta para volver a su lugar, encarando al rival.

Al rayo del sol, el combate comenzó. Valerian se mantuvo estática en su lugar, adoptando una posición defensiva que le permitiría esquivar sin dificultad los ataques de su adversario. Una sonrisa apareció en su rostro, sus caninos eran levemente más afilados de lo normal, dándole un aspecto salvaje.

Akasha le observó; no atacaría sin considerar las posibilidades. Si quería obtener un buen rango dentro de la Cofradía, debía de pensar con claridad y astucia. Con un plan en mente, comenzó a correr hacia ella, lanza en mano; acercándose a una velocidad inmensa, arrastró la lanza por el suelo, levantando tierra que le sirvió de pared para camuflar su embestida, la cual la muchacha esquivó agachando la cabeza.

—Agh... —Ella dio un paso atrás, esquivando con maestría la estocada. Sus ojos ardían y tuvo que hacer un esfuerzo inhumano por no cerrarlos, perdiendo así la concentración.— ¡Eso estuvo muy cerca, novato!




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