El Deseo De Navidad

01

~Dicen, que si pides un deseo con todo el corazón, frente a tu ventana y mirando al cielo... Puede cumplirse. Tus manos tienen que estar juntas, tocando tú corazón y los ojos cerrados imaginando y pidiendo eso que tanto quieres~

Aquella nota en manuscrita, de aquel libro viejo de su abuelo había caído. Nunca antes la había notado ahí, a pesar de haber leído un sin fin de veces aquellos pequeños cuentos de ese libro.

La tomó entre sus delgadas manos y la releyó. Su más grande deseo era ver nevar su pequeño pueblo. Tocar la nieve, sentir aquella textura desvanecerse en la calidez de su mano.

Su madre, Beatriz. La llamó desde la puerta, era hora de asistir al médico. Nora, tenía una grave enfermedad, su corazón estaba creciendo más de lo debido. Pero eso ella no lo sabía, su madre no tenía el valor y la fuerza para decirle. Su pequeña tenía tan solo 9 años, era una niña muy alegre, muy feliz... No quería arrebatarle su sonrisa con tan fuerte noticia.

Beatriz abrochó el último botón de su chamarra y salió tomando la mano de su pequeña. Su camino no era largo y era un buen día para dar un paseo. así, pues, sus pasos sincronizados dieron marcha por las calles con poco bullicio. Los pajaritos cantaban en la alejanía, haciendole compañía al silencio de sus pasos apresurados.

La campana sonó, un nuevo cliente llegó. El doctor Suárez miró a madre e hija con una sonrisa. Una sonrisa que ocultaba una dolorosa verdad, una sonrisa que era forzada al imaginar el dolor de la madre. No quería ser él quién le diera las nuevas malas. No quería él, que fuera la pequeña otro angelito que cuidara a sus padres desde el cielo.

Beatriz miró al doctor con detenimiento, tratando de decifrar aquello que escondía su cansada mirada azulada.

Ambas sigieron a Suárez. Mientras Nora le relataba a su doctor aquel nuevo cuento que leyó, su madre seguía sus pasos en silencio, con aquel nudo en la garganta de un mal precentimiento.

El chequeo termino, estaba de más hacerlo pero el doctor necesitaba unos minutos más, necesitaba valor...

Él hombre quitó el estetoscopio de sus orejas, y lo dejo sobre su escritorio. Le pidió a la niña que saliera, que fuera al área de juego, por qué los adultos iban hablar

Ella llena de inocencia asiento, feliz de poder ir al cuarto donde había montones de juguetes y niños con quién jugar.

Salió, no sin antes agradecerle al señor por cuidarla. Algo dentro del pecho de Suárez se estrujó con violencia, el nudo subió por su garganta y se instaló ahí, impidiéndole al especialista decir algo. Abrazo a la pequeña Nora, con delicadeza, pero a la vez demostradole todo su cariño. La había tenido como paciente por mucho tiempo, se había encariñado con ella y le dolía no poder volver a escuchar su risa, su suave voz, su gran corazón latir aferrándose a la vida.

Beatriz sabía que había malas noticias, pero decidió preguntar ¿Qué pasaba?..., Esperanzada a un milagro.

El doctor negó. No hacía falta palabras para dar a entender lo que tanto le costaba decir. Su corazón latió con fuerza, sus manos sudaron y las lágrimas recorrieron las rosadas mejillas de la mujer. Podía sentir muros invisibles desplomandose a su alrededor y chocar contra ella lastimandola

Suárez lamentó, y hablo sobre que no le quedaba mucho tiempo a Nora. En cualquier momento sucederia lo inevitable. Beatriz solo se desplomó en el piso, llorando en silencio y gritando entre dientes ¿por qué le pasaba eso a ella? ¿por qué aún pequeño ser que le quedaba mucho por vivir?

La ida a casa fue más lenta, silenciosa. El ambiente había cambiado drásticamente, todo parecía contrastar con el ánimo de Beatriz; cielo grisaseo, viento feroz.

Su casa mantenía la calidez de esta mañana y Alberto, su marido, ya estaba en la sala, mirando entrar a ambas a la estancia.

Nora corrió y abrazo a su padre, beso su mejilla y luego subió a su habitación para jugar.

El ambiente de la estancia se tenso, entristeció, cuando batriz hablo y reveló aquella que tanto temía ambos.

Lloraron, silenciosamente para que la pequeña no los escuchará, no sé preocupara... No temiera.

Cada día la pequeña se notaba más decaída; le contaba respirar, hablar, incluso ponerse de pie. Su tez palideseo mas pero su sonrisa seguía intacta, nada hacia que la pequeña dejara de sonreír. Mañana era navidad, su fecha favorita, aquella que añoraba tanto por qué llegara.

Beatriz preparaba la cena de esa noche, mienstras que Alberto le leía un cuánto a su hija "Navidad milagrosa". Su casa estaba adornada para la ocasión. Su árbol era el más bonito de su calle y su luces brillaban de diferentes colores iluminado su cara.

Cenaron entre charlas, entre anécdotas y una hora antes de que fuera media noche, la pequeña voztesó. Su padre la llevo cargando hasta su habitación, su madre la arropó. Los ojitos de Nora pestañeaban con cansancio. Madre y padre besaron sus mejillas y luego salieron de su rosada habitación, dejando prendida la lámpara que figuraba caer copos de nieve.

Antes de cerrar sus ojos por el cansancio, tomó fuerzas y se levantó de su cama, tosiendo. Deslizó las cortinas dejando al descubierto el cielo despejado, un cielo lleno de estrellas y iluminando las casa de su pueblo.

Miró el cielo suspirando, colocó sus débiles manos en su corazón y cerro los ojos imaginando la nieve caer, cubriendo todo a su paso. Sin abrirlos, y mateniendo aquella imagen en su mente, se deslizó por su cama, y se recostó en ella.

El reloj cucú en su pared apuntaba la media noche. Sus ojitos se abrieron con pesadez y por inercia miró por su ventana.

Nieve caía con abundancia, chocando contra su ventana.

Corrió su cobija de su cuerpo, y se levantó buscando ropa abrigadora. Milagrosamente su cuerpo ya no estaba débil, no dolía su pecho, y su tos había desaparecido.

Corrió escaleras abajo hasta la puerta de su casa, la cual estaba abierta. Puso sus botas con desesperación por salir, y luego así lo hizo.



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En el texto hay: navidad, esperanza, deseo

Editado: 17.11.2022

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