El Deseo de Tenerte✓

11: Ella nunca fue mía.

ELLIOT.

—En la vida te he alzado la voz pero me parece inaceptable que hayas escapado de la casa sin antes consultar a dónde irías. —. Ella cree que por verme con sus ojitos llorosos va a lograr que me apiade de ella pero no puedo.

—¡Tío, necesitaba saber cómo está Crista!

Y pudo decirme que quería venir y con mucho gusto la traigo pero no había necesidad de escaparse de la casa en horas de la mañana sin decirnos nada. A Alan casi le da otro infarto al no encontrar a su nieta en la cama y a mi un infarto al saber que cogió uno de mis autos para marcharse.

Es que si no me salen cinco canas más es de cosa.

Ella estaba junto a la chica viéndome apenada y no es de menos, llegué y sin consultarle a ninguna enfermera entré de golpe encontrando a mi sobrina junto a esta chica hablando de no se que cosas. Inhalé hondo tratando de aliviar mi aturdida cabeza porque aparte tuve que encontrarme con la jodida escena de Valeria entre los brazos de Henry muy acaramelados.

Quise vomitar.

—Elliot nada, en este momento estás castigada jovencita. —. Ella sollozó y por un segundo quise levantarle el castigo pero no, debía tenerle mano firme a ella y a este comportamiento tan rebelde que está teniendo.

No era mi hija biológica pero sentía la necesidad de reprenderla como si lo fuera, después de todo yo la crie.

—Está bien, tío Elliot… —. Ella se despidió de la chica en silencio y me pasó por un lado regañada.

En el pasillo estaban los padres de la chica lesionada y Valeria junto con Henry en las sillas de metal.

—Nuevamente le pido disculpas por la impertinencia de mi sobrina en venir sin antes avisar.

La señora rubia junto con el otro caballero le restaron importancia disculpándose ahora ellos.

—Está bien, no se preocupe. Y Alana… te mantendremos informada.

Mi sobrina asiente agradecida y se va conmigo al elevador para irnos finalmente de este sitio, me causa mucha ansiedad estar en una clínica u hospital. Tenía mis manos sudadas y me costaba respirar pero pude soportar hasta que pude salir en mi coche e irme a mi casa.

En todo el camino a casa Alana no mencionó nada y mucho menos me dirigía la mirada, se dedicaba exclusivamente a ignorarme escuchando música y viendo los edificios pasar por la ventanilla. Yo no era de alzarle la voz pero juro que me enfadó mucho que abusara de mi confianza para escaparse. ¿A caso no le he dado la confianza suficiente como para pedirme que la lleve a esa clínica si tanto le preocupa la tal Crista?

Y no fue suficiente con darme ese dolor de cabeza a mi si no que había hecho que mi padre le suba exageradamente la presión arterial y con sus patologías no era bueno y ella no lo entiende. De veras que debo comenzar a ponerle la mano firme y ponerle límites en cuanto a caprichos y salidas le doy. Si le entrego un dedo de confianza viene ella a querer desprenderme todo el brazo, no es justo.

Ella ingresa a mi casa pisando fuerte para esconderse en su habitación enojada, quizás. Un amigo del urbanismo me hizo el favor de traerme mi otro coche que tomó Alana sin permiso y lo dejó en mi cochera.

—¿Está bien mi niña?

Alan estaba en el comedor dándole de desayunar a Dom.

—Está en su habitación molesta porque la castigue.

—Elliot…

—Esa rebeldía no va conmigo y si quiere que siga consintiendo cada capricho que anhela debe aprender a comportarse como una señorita de casi 18 años y no como una niña que necesita siempre ser el centro de atención.

Alan no dice nada y solamente se dedica en terminar de darle la comida a mi sobrino menos rebelde, por el momento.

Siempre que Dominick viene a mi casa es Alan quien lo atiende y cuida. ¿Por qué lo hace? Se lo pregunté una vez y me respondió que le recuerda muchísimo a mi, a cuando me cuidaba y velaba por mi luego de la muerte de mi padre hace muchos años. Y es realmente tierno. Se que Alan ama con locura a sus dos nietos después de todo ellos junto conmigo son la única familia que tiene y que se preocupa por él.

Ya Madeleine y Omar son más superficiales al mandarle dinero mensualmente para sus gastos médicos u alguna otra cosa que desee tener. Su casa en Seattle la va a vender para invertir todo ese dinero en estudios para encontrar una cura a enfermedades del corazón, le había comentado que esa idea me parece muy bien y así trabaja desde la comodidad de mi casa.

Alan vivirá conmigo todo el tiempo que él así desee vivir, de ninguna manera permitiré que vaya a otro lugar a estar solo teniéndome a mi aquí dispuesto en hacerle compañía. Es mi único padre después de todo y quiero guardar todos los recuerdos posibles con él antes de que Dios lo mande a llamar.

—¿Crees que hiciste lo correcto en castigarla? —. Las palabras de Alan me hacen cuestionarme en si tomé la decisión correcta.

—¿No ha bajado a comer?

—En lo absoluto y siempre que las chicas intentan llevarle alguna comida ella no les abre la puerta.

En la vida le he alzado la voz o la he regañado o castigado, quizás la esté pasando realmente mal por su amiga y vine yo a complicarle todo al prohibirle salir de la casa. ¿Pero que más podía hacer? Al no verla en la casa me desesperé muchísimo por ella y por lo que podía ocurrirle sin mi o sin su abuelo allá afuera.

—Voy a verla.

Alan asintió compartiendo la misma idea.

Intenté abrir su puerta pero estaba cerrada por lo que no me quedo más remedio que llamarle. Tenía la llave de esta alcoba pero quería darle su espacio.

—Alana debemos hablar.

—¡Vete!

Inhalé hondo, ha de estar enfadada conmigo para gritarme de ese modo.

—Hija, se que me pasé de la raya pero entiéndeme, me preocupé mucho al no verte.

—Y yo me preocupé por Crista y eso no te importó.

—¿Qué dices? Alana, lo noté pero preferí esperar a que tú vinieras a mi a pedirme que te lleve. ¿Cuándo te he negado algo de lo que tú me pides?

Ella no dice nada por al menos un rato pero si escuché el seguro de la puerta ser quitado, ahora podía ingresar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.