El Deseo de Tenerte✓

Capítulo 12: El cuervo del mal presagio de enamoró de la vida.

ELLIOT.

¿De que me sorprendo? Ella realmente nunca fue mía, nunca lo fue y por lo tanto nunca la perdí.

Valeria ha intentado durante toda la noche acercarse a mi pero claramente al estar algo dolido la evado yendo con personas que evidentemente a ella no les agrada y así decirle con mis acciones que quiero mantenerme lejos de ella durante todo su matrimonio. Oh joder, creí que no me dolería perderla y ahora siento que muero lentamente. La observé y realmente se ve hermosa con ese vestido y su cabello suelto, ella es la verdadera representación de la belleza etérea.

—¡Elliot!

Henry hizo que me detuviera a mitad de camino. Me giré algo tenso y él me regresó una sonrisa grande.

—Felicidades, hombre. Finalmente le has propuesto matrimonio.

Él sonríe agradecido y debe de estarlo, se va a casar con la mujer más guapa que puede existir en este mundo.

—Ya pronto seré todo un hombre cabeza de familia… ¿Tu para cuando tu boda con Harper?

La mención de la rubia me causa dolor de cabeza momentáneo y quise rodar mis ojos pero por respeto no lo hice y solo solté una de mis risas nerviosas.

—Lo mío no es el compromiso y lo sabes.

—Ya, claro, estuviste casado una vez y fue grande el trauma. —. “Respira, Elliot, respira y recuerda que es nuestro mejor amigo”

—¿Es todo? Alana me necesita. —. Digo al dar dos pasos atrás por dónde queda mi mesa.

Él asiente y vuelve con sus padres mientras que yo, algo tenso e incómodo, vuelvo a dónde mi sobrina espera con aburrimiento. Alan se la pasa conversando con varios amigos que habían en este mismo evento. Dom se había quedado en casa con una niñera muy querida de mi familia por lo que solo Alan, Alana y yo habíamos venido.

—Te veo mal. —. Dice al segundo que me siento a su lado.

Me quería ir de esta fiesta cuánto antes o terminaré enloqueciendo, ver a Valeria y a Henry abrazos y juntos me hace mal.

—Y tu ni se diga.

Ella desde que aquella llegó no para de mirarla y de hacerse ojitos, por un segundo casi le pido que vaya a saludarla pero no. Alana está igual de jodida que yo.

—Esto del amor es enfermizo. Lo anhelas pero te rompe, es tan toxico y enfermizo.

Su interpretación del amor me causa curiosidad… Lo veo más bien como un castigo de Dios al permitirte experimentas sensaciones humanas y carnales no aptas y aceptables.

—Los Rickman no estamos hechos para ello, Alana.

Ella no dice nada y solo se dispone en ir a dónde Balios la espera para bailar, aquella que es el interés de mi sobrina aparta rápidamente su mirada cuando Alana comienza a bailar con Balios como si fueran pareja. Yo por el contrario he decidido que saldría a fumarme un porro y hacer de este tormento uno más aceptable y que no me pegue tanto.

Estaba solo y a oscuras, perfecto para que nadie me vea fumar.

—Es dañino lo que haces.

Su maldita voz me interrumpe cuando trato de relajarme.

—Que te importa. —. “te amo tanto, tanto que por eso me alejo y te alejo”

—Elliot, no me agrada tener esta distancia contigo. —. Valeria se para frente a mi y me decaída, ya aquella sonrisa había desaparecido dejando en evidencia su estado de ánimo.

—¿Y que esperas que haga luego de la gran noticia? —. Me enfada, me quema por dentro saber que se casará con él.— De ahora en adelante creo que lo mejor es estar separados, sin vernos a escondidas, sin hablarnos. ¿Te parece, Señora esposa de Henry? Hacer como si ninguno de los dos existiera.

—¿Te darás por vencido tan pronto? —. Farfulla con pesar. No sé que espera que haga o si quiere que le rompa la cara a Henry y me la lleve a ella a dónde nadie pueda encontrarnos jamás, es algo que no podría hacer y menos a quien fue mi mejor amigo durante tantos años.— Elliot, creí que me querías…

—Y lo hago, Valeria. —. Bajé la guardia y pude darme el privilegio de tomar su mano.— pero ahora serás la esposa de Henry y por lo tanto yo debo alejarme.

Ella parecía que en cualquier momento lloraría, Valeria es tan sentimental y tan llorona que de verdad quisiera llevarla lejos a dónde nadie, ni siquiera yo pueda lastimarle su lindo y dorado corazón de niña buena.

—Te amo a ti, Elliot. No a Henry. No a alguien más. Te amo a ti, Elliot Rickman, con todo y tus defectos, con todo y tu amor por las peleas. Todo de ti amo.

Ella no me da la oportunidad de hablar sino que se lanza a mis brazos aplastando sus labios contra los míos envolviéndonos en un beso que deja en claro lo mucho que nos queremos.

Yo la tomé con fuerza de la cadera y terminé pegando más su cuerpo al mío sin alejar nuestras bocas un solo segundo, ella se sostiene bien de mis hombros con sus manos profundizando aún más aquella unión.

No quiero imaginar nada de lo que pasará cuando ella se esté casando con él.

No quiero imaginar que de ahora en adelante estos besos le van a pertenecer solo a él.

No quiero imaginar que ahora será él quien la acompañe todas las noches en la misma cama.

Aquella que ya ella y yo hemos compartido en una ocasión y la cual no puedo olvidar, Valeria Campos me pertenece a mi aunque a todos les duela y aunque a Henry le pese. Ella siempre perteneció conmigo y me di cuenta tarde, ya cuando ella estaba destinada a un matrimonio infeliz a su lado.

—¡Elliot! —. El llamado de atención de mi padre me hace apartarme bruscamente de Valeria. Ella se esconde a mi lado sin mostrar su cara.

Alan Rosales me ve negando totalmente decepcionado por mi falta de racionalidad ante esta situación.

—Alan… esto puedo explicarlo. —. Le dije señalando a Valeria y a mi pero él negó.

—Elliot, no eres un niño o un hormonal para andar en estas andanzas y menos con una señorita que se acaba de comprometer con tu mejor amigo. No te juzgo en lo mínimo pero no puedo permitir que eches por la borda tu estabilidad emocional por ella.

—La amo, Alan. —. Valeria al oír mis palabras se aferra más a mi cuerpo y yo la abrazo, no la quería dejar ir.




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