El despertar de los guardianes.

Capítulo 6. Verde.

Capítulo 6.

Verde.

 

Alexandra.

Nuestros recesos duraban una hora, Gema y yo habíamos perdido alrededor de 20 minutos buscando a Adrián, me harté de buscar de la manera civilizada hasta el punto en el que me desesperé completamente y comencé a gritar como maniaca.

- ¡Adrián! – Grité, esperando que saliera de donde sea que estuviera escondido y es que eso era lo que pasaba, cuando no estoy con Adrián en los recesos él se vuelve un imán de locas que quieren abusar y perturbar su inocencia. - ¡No soy una de las locas que te quiere violar! – Grite de nuevo. Revise mis alrededores. Nada, parecía como si él hubiera desaparecido, solo había personas viéndome mal, señalándome como si yo fuera una plaga.

Suspire con resignación por no encontrar a Adrián y también porque todo ser humano necesita ese sentimiento de pertenencia a algo, aunque yo tenía un grupo que era genial, la crueldad con la que me trataban los demás dolía.

Seguimos buscando y buscando, pasaron algunos minutos cuando deje de caminar habíamos llegado casi al mismo lugar que donde empezamos, cerca de ahí se podía ver mi árbol un poco.

- ¿Dónde se metió ese imbécil? – Comentó Gema, al igual que yo ya estaba cansada, suspire una vez más. Mire a mi alrededor, solo se veían los arbustos amontonados y con ellos en el suelo se hallaba el césped verde y fresco, los arboles siendo opacados por el gran sauce del que soy confidente, los edificios con salones en donde se veían algunas siluetas de estudiantes y profesores, y finalmente a lo lejos la biblioteca, observaba todo eso buscando a Adrián, pero no había nada, estaba por darme por vencida cuando un movimiento cerca de las hojas que caían del árbol llamo mi atención, fije mi vista en ese punto, Adrián se asomó entre los arbustos viendo a sus alrededores sin notarnos a nosotras.

- Ahí. – Señalé, Gema dirigio su vista a él.

- ¡Adrián! – Grito Gema sobresaltándome y haciendo que Adrián brincara en su lugar, no se fijó quien era solo intentó huir, ese idiota, de haber sabido que lo encontraríamos aquí jamás nos hubiéramos marchado, solo nos hizo perder el tiempo. Se echó a correr como si su vida dependiera de eso, corrí hacia él, no me ganaría eso era imposible, tenia mucha confianza en mis habilidades y aunque Adrián era rápido sabia lo iba a alcanzar.

- ¡No huyas de mí, idiota! – Reconoció mi grito, giró su cuerpo un poco para verme, me lancé sobre el cuándo se detuvo, caí encima de él, mientras que él únicamente soltó un quejido de dolor.

- ¡Dios! Alexandra un día de estos me vas a matar, deberías dejar de ser tan impertinente ¿Qué pasaba si ellas me encontraban?  – Me levanté de encima de él, me senté en el pasto, mientras que él se quedó recostado en el pasto recuperando su respiración. Gema se acerco con calma en sus pisadas.

- Yo no grite. – El me vio entrecerrando sus ojos. – Tu nombre. – Completé tratando de justificarme. – Fue Gema, yo solo me arroje hacia ti para que no huyeras. – Gema llegó a nosotros y se sienta en el pasto, con las rodillas dobladas, sentada al estilo japonés, se acomodó la falda que llevaba ese día. Adrián sonríe viéndome, su sonrisa agrandándose con el paso de los segundos, hasta contagiármela.

Adrián me veía fijamente y yo a él aun sin dejar de sonreírnos, observé sus ojos brillantes, soñadores y preciosos, era algo que siempre había envidiado de Adrián a pesar de que mis ojos son similares a los suyos, los de él son diferentes, tienen algo especial que los míos no tienen, sus ojos están llenos de vida. Es uno de los atractivos que tiene Adrián, no en cualquier lugar encuentras unos ojos así de expresivos por eso es popular entre las chicas.

- Alexandra a lo que venimos. – La fría voz de Gema me trae a la realidad, el miedo me invade una vez más, los escalofríos y el sudor frio se hicieron presentes en mi cuerpo. cerré los ojos con pesadez, sentí como Adrián se levantaba sentándose en el pasto, sujeto mi mejilla con gentileza, abrí los ojos, encontrándome con su mirada preocupada.

- ¿Qué pasa Alexa, te encuentras bien? – Asentí suspirando, desvié mi mirada a Gema, ella asintió, le devolví el gesto, ella tampoco quería hacer esto, podrá mentir en palabras, pero los ojos nunca mienten, porque después de todo, leer lo que expresan los ojos de los demás es una de mis cualidades.

- Tenemos que hablar contigo. – Tome su mano entre mis manos, sin importarme el sudor que estaban generando en ese momento. – hablar de algo importante. –Repetí para recordarme que hablaría de eso con Adrián, él asintió, sus cejas se arrugaron, estaba confundido.




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