El despertar de los Tevas

Capitulo 7: Esto no es lo que esperaba.

Acomodada en el asiento delantero del auto, sintiendo la vibración de la música electrónica que resonaba en el interior. Mis amigas, Alicia y María, estaban en la parte trasera, riendo y compartiendo historias mientras nos dirigíamos a la discoteca. La noche estaba llena de promesas y emociones, pero no podía evitar sentir un nudo en el estómago. Jenna, en el asiento del copiloto me miraba extrañada, sin decir nada. Me estaba molestando, ella mejor que nadie sabe lo que siento por Geomar y la forma en la cual actuó en base a las palabras de aquella niña debía estar inquietándola igual que a mí.

— ¿Qué paso con Geomar? —habla al fin y dicha pregunta hizo que las chicas de atrás dejaran de hablar. Curiosas pero no atentas.

—Nada, solo no quería que viniera con nosotras. Esta siempre sobre nosotras como un padre —trato de sonreír. — Es más confortable ir con alguien que no sea tan estricto.

—Son excusas— bajó la música del carro antes de mirarme—. Digamos que así fue, entonces ¿Por qué regañaste al hombre que sería tu escolta en su lugar?

Habían pasado solo unas horas desde la pelea con Geomar. Había dejado atrás la mansión y la seguridad que él representaba. Aunque la discusión había sido intensa, sabía que necesitaba este espacio, alejarlo de lo que representaba este minúsculo viaje. Quería tener la seguridad de que todo saldría bien y que era el destino de no estar juntos lo que ocasionaba la persecución de esas personas con nosotros, más allá de este poder que tengo. Sé que no es la forma correcta, los guardaespaldas contratados por mi padre no tienen la culpa de esto y no se merecen la forma en la que evité que me siguieran. Nunca me he sentido cómoda con ellos; se limitan a cumplir un trabajo de guardia mediocre, encargados de monitorear lo que hago y dejo de hacer para presentar un informe detallado.

Geomar, es al único a quien acepto. Dedicado a su trabajo, si, pero se volvió mi amigo, mi confidente. Entendió mis angustias; permitió que fuera libre de la rectitud de mi casa, mantiene la serenidad y me permite estar en paz.

No respondí a su pregunta y solo mantuve la vista hacia el frente, es inútil querer contradecir a la obvia respuesta que ella misma sabe. El auto avanzaba por las calles iluminadas de la ciudad. Las luces de neón parpadeaban en los edificios, creando un ambiente eléctrico. Alicia y María volvieron a  hablar sobre los chicos guapos que seguramente encontrarían en la discoteca, no estaban interesadas en nuestra conversación. Me detuve en la luz roja del semáforo, viendo los rostros de los transeúntes. ¿Qué estaría haciendo Geomar en este momento? ¿Estaría preocupado por mi? A pesar de la pelea, sabía que él se preocupaba genuinamente por mi seguridad. Recordar su cara de sorpresa por mi confesión ¿Cuál sería su respuesta a ello? Sería rechazada, eso es seguro. Nos separa una pared de principios, de lealtades; la lealtad de proteger y ser protegido, la lealtad a su señora y el principio de su trabajo.

Una vez en verde, estacioné frente a la discoteca,  las chicas salieron emocionadas. Jenna se quedó unos segundos más en el auto conmigo, limitándose a solo darme una palmada en la espalda. Finalmente, se bajó y se unió a las demás en la fila de entrada. Solté un suspiro amargo y melancólico. Si la resolución por la que venía salía mal, estaría poniendo en peligro esta vez a mis amigas y no solo a Geomar ¿Qué tan egoísta podría ser?

El portero nos dio la bienvenida con una sonrisa, y nos adentramos en la discoteca. Las luces giraban, la pista de baile estaba llena de gente, y el DJ mezclaba canciones con maestría. Intenté sumergirme en la música, en el bullicio de la multitud, pero mi mente seguía en otro lugar, en casa, con esa persona. Más que emocionarme, me sentía enferma; el humo de los cigarrillos invadía el lugar, lo odiaba. Como de costumbre entramos al palco VIP, nos alejaríamos de ese mundano olor  y nos alejaríamos un poco de la gente; algo que no complacía a las chicas.

Alicia y maría me rodearon, bailando y cantando. Sonreí, intentando olvidar por un momento las preocupaciones. Pero cuando la luz se posó en mi rostro, no pudo evitar mirar hacia la entrada. ¿Geomar estaría allí, buscándome? La música se volvió más intensa, y Jenna acerco una  bebida azul llamada “la buena vibra” e insistía que debía dejarme llevar. Seguí el ritmo de la música, tal vez por la influencia del alcohol en mi cuerpo pero empecé a sentir mucho calor. Las luces ya estaban mareándome por lo que me acerque a Jenna para hablar, gritando; la música estaba demasiado alto.

—Iré al baño, está haciendo mucho calor.

—Ha llegado mucha gente— respondió. —Allá abajo no se puede caminar.

Mi cuerpo tambaleaba, oí por un momento al Dj dar un anuncio; algo relacionado a un regalo que le darían a las personas que compraran cierta bebida. No podía entenderle, debía llegar al baño. Para entrar se debía pasar por un pasillo estrecho que daba como a un laberinto que bifurcaban en tres caminos, el baño de damas, otro para caballeros y el ultimo para empleados. Todo esto iluminado de unas lámparas rojizas que vibraban al ritmo de la música.

No me quede mucho tiempo la rara elección de iluminación y entre al baño, dejando abierto el pase de agua en el lavamanos intentaba que fluyeran al desagüe la torpeza; vine para investigar y termine ebria a más no poder. Recogí el agua con las manos para lavar mi cara, el agua fría mejoraba mi condición por momentos. Ya estábamos cerca de las tres de la mañana, no encontraría nada, ni referente a mi poder, a nadie relacionado con ese grupo ni tampoco se hablaba de la fuga mágica.




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