El despertar de los Tevas

Capitulo 8: Algo falta

Hace calor, me quema. Un fuego que devora todo a su paso, se intensifica, se apacigua, se convierte; en algo viejo, en algo olvidado. Un antiguo camino pero con un nuevo sentimiento. Desesperación por encontrar respuestas, siguiendo una ambigua guía cruzado en el camino. Una advertencia resonando en la mente como un eco ominoso.

La tristeza me envuelve, una pesadez en el pecho que amenaza con ahogarme. Sé que tiene sus razones, pero eso no hace que sea más fácil. Una pieza perdida, la incertidumbre me carcome ¿dónde estará? ¿Estará a salvo? ¿Encontrará lo que busca? Alguien me mira ¿está llorando?

— ¿Por qué? —preguntó, la figura con voz temblorosa.

¿Cómo voy a saber la respuesta? ¿Debo saberlo en primer lugar? Una urgencia de correr, voltear y aferrarme a una malicia persistente. Escapar, huir del calor abrazador; asfixiante.

—Lo siento —dijo otra voz que no pertenecía ni a la figura ni a mi—. No pudimos salvarle.

Atrapado en medio de un caos, una lágrima brilla en la oscuridad. Imágenes comienzan a sobreponerse, tapándole; un ambiente asfixiante con olores fuertes, puedo distinguir el tabaco y el alcohol entrelazándose en el aire. Hay cuerpos que yacen en el suelo, algunos inmóviles, otros gimiendo de dolor. Entre las imágenes superpuestas, la figura esta arrodillada sobre un charco brillante sin saber lo que en realidad es. Me inclino, ignorando el dolor punzante emergiendo en mi costado.

            — Es demasiado tarde, está… está muriendo— negó con la cabeza, con sus ojos llenos de angustia.

La figura seguía aferrada al cuerpo ahora inerte. Derrumbado, abrazando con fuerza, sintiendo mi propio cuerpo agotado. No entiendo. Alguien ha muerto para protegerme, para salvarme. Y ahora debía continuar la lucha por mí mismo. Pero mi corazón está roto, y la melancolía me envuelve mientras me pierdo en la oscuridad. No puedo verlo, esa figura, una silueta errante en los recuerdos; confuso, indistinto.  Una marca ancestral, laberintos caducados, un impulso de  dar vuelta atrás. Un equilibrio en peligro y una persona incapaz pero clave para detenerlo.

***

El miedo se condensaba en mi cuerpo impidiendo moverme. Debo pensar claramente, la solución y el que genera los problemas esta frente a mí. Mis amigas estaban bailando o me estaban buscando, ajenas al peligro que se cierne sobre ellas. Las chicas misteriosas también estaban allí, acechando en las sombras. No se mueven a la espera de mi respuesta ¿Cómo podría reaccionar ante quien está detrás de mí? De quien causa que Geomar…

— ¿Colaboración? — las chicas sonrieron, como hienas rodeando a su presa. —No puedes pedir tal cosa a quien pretendes secuestrar.

—Es eso cierto— dijo con burla—, no pretendía que te sintieras agobiada por ello. No nos has dejado otra manera, pero— hizo una pausa para tomar el sorbo de la bebida sobre la mesa—, creo que estas dispuesta en estos momentos.

No daría un paso atrás, si quería descubrir cómo usar este poder debía seguir caminando sobre espinas, evitar los callejones sin salidas. Si la persona que está frente a mi lo quiere, ha de saber el funcionamiento mejor que nadie de esta cosa ¿Cuáles son los requisitos? Y ¿a qué se refiere con los sacrificios?

—Me gustaría preguntar varias cosas.

—No puedo decirte gran cosa. —Eva, se inclino hacia él rellenando el vaso. —Puedo responder a eso que te molesta, primero ¿Por qué no tomas asiento?

Debía sumergirme en la oscuridad del cubículo para sentarme en el mullido sofá rojo. Voltee para darme cuenta que Alexandra sonreía mientras me indicaba con su mano que hiciera lo que se me ordenaba. No pasaría nadie, los camareros no asomarían ni queriendo su cabeza sobre el palco VIP sin ser llamados; tener algún problema con quienes ingresan cantidades insanas de dinero está fuera de cuestión. Así que, gritar o pedir ayuda es inútil; de igual forma no podrían hacer nada.

He olvidado completamente como respirar y he empezado a sudar, sintiendo como la chaqueta se vuelve pesada y el cabello se pega a mi cuello. Desagradable, como esta situación; por el simple hecho de estar aquí. Un poco más cerca, puedo ver su silueta ¿la he visto antes?  Un deja vu; lo he visto, no sé donde pero lo he hecho. Un escalofrío recorre por mi espalda ¿Quién…es? Su brazo extendido hacia mí ofreciendo un coctel similar al que antes me había dado Jenna, no lo acepto; no puedo hacerlo.

—Si crees que tiene algo, no lo tomes— dijo mientras esbozaba una sonrisa ahora iluminada por su celular—, solo no me dejes el brazo colgando, Ana.

— ¿Por qué? —Formular palabras costaba por el tartamudeo que el miedo generaba— ¿Por qué usted está aquí?

—Tu padre es bueno resguardando cosas, tú eres una de ellas.

— ¿Por qué yo?— refuto mientras golpeo su mano con el vaso de vidrio, el cual cae con estruendo volviéndose en pedazos. —Lamento informarle que no soy un objeto.

—Cierto— otro vaso fue dispuesto—, viéndote de cerca me he dado cuenta que no eres más que una herramienta para obtener lo que deseo. No el objeto que esperaba. Es por ello que he dado la orden de que no eres suficiente para nuestros planes.

— ¿Habla de mi poder?

—Algo así— chasquea sus dedos y Mónica se acerca para encender un cigarro que dispone en sus labios. Aspira para luego dejar escapar el humo que se concentra en el pequeño lugar. —Ya conoces a mis muñecas ¿son lindas no?




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