El Destino De La Princesa Dragón Rosa

38.   LA MISIÓN DE LAS ELEGIDAS

Los días transcurrían con la parsimonia de un río sereno, y las jóvenes dragonesas seguían su rutina diaria dentro del clan esmeralda, aisladas del mundo exterior por una impenetrable barrera de energía. Esta barrera estaba oculta por árboles tan altos que parecían acariciar el cielo, con hojas de un verde tan profundo que parecían absorber la luz misma.

Un día, llegó la inesperada llamada del consejo de ancianos, compuesto por los dragones más antiguos y sabios. Estos dragones, con escamas curtidas por el tiempo y ojos brillantes de sabiduría, gobernaban el clan esmeralda con justicia y benevolencia, mientras esperaban el regreso de su reina y del príncipe esmeralda.

Mayra, la princesa dragón rosa, sintió una mezcla de emoción y nerviosismo al recibir la llamada del consejo. Junto con sus compañeras, se dirigió a la cámara del consejo, una cueva excavada en lo profundo de la montaña Esmeralda, donde los ancianos dragones se reunían para tomar decisiones trascendentales. El aire estaba cargado de una energía misteriosa, y las elegidas podían sentir el peso de la responsabilidad en sus escamas.

Al adentrarse en la cámara del consejo, Mayra y sus compañeras inclinaron reverentemente sus cabezas ante los ancianos dragones en señal de respeto. Luego, se sentaron delante de ellos, ansiosas por escuchar sus palabras. El consejero real Induantan, con su voz profunda y resonante, comenzó a hablar.

—Jóvenes elegidas del clan esmeralda, nos vemos en la imperiosa necesidad de solicitar vuestra ayuda —dijo, su mirada recorriendo sus rostros expectantes—. Debéis aventuraros al mundo exterior, invisibles a los ojos de todos, y averiguar qué es lo que está sucediendo.

Se detuvo un instante, su mirada fija en ellas. El viejo dragón esmeralda evidenciaba una profunda preocupación.

—Tienen prohibido acercarse al lago. Conocen la amenaza que representan los Kraken Ness. Y no se dejen engañar por ningún humano que se les acerque; podría ser uno de ellos.

Un silencio profundo cayó sobre la cámara del consejo mientras las jóvenes dragones se miraban nerviosamente. Entre ellas, la princesa dragón rosa, con sus escamas verdes como el amanecer y sus ojos brillando intensamente, veía en esta misión una oportunidad de reencontrarse con el humano Adam. Aunque sabía que el tiempo habría transcurrido de manera diferente para él en el mundo de los humanos, no podía evitar desear cumplir la promesa que le había hecho de regresar un día.

—Entiendo vuestras inquietudes —declaró el anciano dragón esmeralda—, pero esta misión es primordial para el futuro de nuestro linaje. Los dragones imperiales acechan sin cesar el lago en busca de los temibles Kraken Ness. Debemos estar alerta ante cualquier eventualidad que pueda acontecer.

—¡Consejero real! ¿Qué habremos de averiguar esta vez, señor? —inquirió Elena con preocupación.

—Todo lo que puedan, no solo acerca de los temidos Kraken Ness, sino también sobre lo que acontece en nuestro imperio con el nuevo emperador Kendrick. —El consejero real hizo una pausa e intercambió una mirada con el consejo, que asintió unánimemente—. Por ello no sólo visitará a los humanos, sino que deben ir al reino de Aratía, las hadas siempre conocen mucho de lo que sucede en el mundo mágico.
—También deberán ir al reino de los Elfos y los centauros. Es decir, traten de recorrer de forma invisible todos los reinos que puedan—dijo otro anciano dragón que las miraba con la misma preocupación que el consejero. —Recolecten toda la información que puedan y traten de escuchar las conversaciones de los dragones.

— Elenita, acércate, por favor —la llamó el consejero real.

La joven dragona convocada se acercó lentamente al viejo dragón, quien inclinó su cabeza y le transmitió una energía a su perla del poder. Las demás observaban sin comprender hasta que el viejo dragón habló:

—Entre todas las presentes, tú posees un aura mayor y eres una joven muy poderosa. Junto a las demás, antes de regresar, haréis una llamada a la reina madre y al príncipe esmeralda en el mundo de los humanos. Si están allí, lo que enviamos de la gema madre esmeralda los despertará y los hará regresar a nosotros. La barrera se abrirá ante ellos... —Se detuvo hasta que todos los ancestrales dragones rodearon a las elegidas y, a su señal, las envolvieron con una energía verde que emanaba de la gema madre. —Hagan el llamado tres veces justo antes de regresar para que nadie las atrape.

—Padre... —se adelantó la joven dragona Saray— Perdón, consejero real. ¿Qué quiere decir con eso? ¿Cuando hagamos el llamado, los humanos nos escucharán?

—No sólo ellos, hija, todas las criaturas de este universo lo harán y estarán en gran peligro si los escucha Kraken Ness, la dragona del pantano Ningurand o Finnian el brujo... —el anciano miró a su hija con amor y luego a todas, su mirada cargada de temor—. Por eso es de suma importancia que realicen el llamado justo antes de traspasar la barrera protectora del clan, justo encima de la puerta de entrada del clan. ¿Entendido?

—¡Sí, señor! —respondieron todas.

El viejo dragón esmeralda inclinó su anciana cabeza ante las jóvenes dragones. Ellas se incorporaron y devolvieron la reverencia al viejo sabio, prometiendo cumplir su misión con valentía y determinación. Todas se prepararon para el viaje que les esperaba. La princesa dragón Rosa sintió un fuego arder en su interior, una mezcla de emoción y nerviosismo ante la aventura que se avecinaba.




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