El Destino De La Princesa Dragón Rosa

45. INDECISIONES

Desde ese día, Mayra se percataba de que encontraba a Adam con mayor frecuencia y a Nereus, como si uno vigilara al otro. Le había prometido a su hermano y a ella misma que no entablaría ninguna relación amorosa hasta que su carrera estuviera consolidada. Solo se permitía la compañía de Maurin, pero sin darle ningún tipo de esperanza.

No es que dejara de agradarle; en verdad, el joven era un encanto y siempre estaba presente, llenándola de atenciones. Era algo que de a poco fue ganándose el corazón de Mayra. Aunque no podía negar que ese mismo corazón se dislocaba cuando Adam aparecía, por suerte parecía que trabajaba para el príncipe, lo cual lo mantenía ocupado.

Le había comenzado a preocupar la forma en que se le aparecía Nereus, su antiguo compañero de baile en la escuela de ballet, la cual abandonó un buen día y ahora solo lo veía de lejos y lo saludaba con la mano. En muchas ocasiones se le aparecía en el salón de baile donde se quedaba hasta muy tarde ensayando y hacía de partenaire, pero nada más. Conversaban y hasta podía decir que tenían una cierta amistad, aunque le mortificaba que casi siempre antes de despedirse, Nereus le hacía la misma pregunta.

—Mayra, ¿te gustaría venir a visitar mi casa?

—Ya te he dicho que mis padres no me dejarán ir contigo a pasar un tiempo en tu casa, y mi hermano Andrés no va a acompañarme. Lo siento Nereus, pero no puede ser y menos ahora que mi carrera está despegando —respondía ella, y luego agregaba para tranquilizarlo—: Quizás más adelante.

No dejaba de notar cómo los ojos negros de Nereus se tornaban aún más oscuros, si eso era posible, y se alejaba cabizbajo. "¿Por qué querrá que visite su casa?", se preguntaba Mayra cada vez.

La insistencia de Nereus comenzaba a inquietarla. Había algo en su mirada, una mezcla de anhelo y desesperación, que la hacía sentir incómoda. Sin embargo, no podía negar que una parte de ella sentía curiosidad por lo que Nereus podría querer mostrarle.

Una tarde, mientras ensayaba sola en el estudio, Mayra se sorprendió al ver entrar a Adam. Su corazón dio un vuelco, como siempre que lo veía.

—Mayra —dijo él con su voz grave—, he notado que Nereus te ha estado buscando mucho últimamente. Ten cuidado con él.

—¿Por qué dices eso? —preguntó ella, intrigada por la advertencia.

—Hay cosas sobre Nereus que no sabes. Cosas que podrían ponerte en peligro—. Adam pareció dudar antes de continuar. —Por favor, no te quedes a solas con él.

Mayra sintió un escalofrío recorrer su espalda. Conocía a Adam apenas hacía unos días, sin embargo a Nereus lo conocía desde que eran niños y a pesar de su extraño comportamiento, jamás le hizo daño alguno.

—¿Qué tipo de cosas crees que me pueda hacer Nereus? Nos conocemos desde pequeños y nunca me ha hecho nada —dijo desconfiando un poco de Adam y agregó creyendo que sabía porque quería alejar a su antiguo compañero de ella. — Solo somos compañeros y antigua pareja de baile que nos ayudamos.

—No puedo decirte más por ahora del motivo que te pido esto —respondió Adam, acercándose a ella—. Solo prométeme que serás cautelosa y que no irás a su casa, sin importar cuánto insista.

La cercanía de Adam la hacía sentir segura y, al mismo tiempo, vulnerable. Asintió, prometiendo tener cuidado, pero su mente bullía de preguntas. ¿Qué secretos ocultaba Nereus? ¿Y por qué Adam parecía saber tanto al respecto?

La entrada de Andrés con una joven de la mano hizo que todos se giraran para verlo. Reía feliz con ella, pero al verlos se puso serio de inmediato. Adam, sin embargo, se adelantó y extendió su mano presentándose.

—Soy Adam, trabajo para la guardia real del príncipe heredero Erick. Solo vine a darle un recado a su hermana —dijo con voz firme y clara. Luego, dirigiéndose a Mayra, agregó—: Señorita Mayra, no olvide lo que acabo de decirle.

Haciendo una ligera inclinación, se retiró con paso firme, dejando a todos intrigados.

—¿Qué quería el príncipe de ti, May? —preguntó de inmediato Andrés, con curiosidad.

—Mandó a advertirme que no aceptara la invitación de Nereus de visitar su casa —dijo Mayra, como siempre diciendo la verdad a su hermano, quien frunció el ceño al escucharla.

La joven que acompañaba a Andrés miró confundida la escena, sintiendo que había interrumpido algo importante. Andrés, notando su incomodidad, se apresuró a presentarla.

—May, ella es Ariadna. Ariadna, esta es mi hermana Mayra, de quien tanto te he hablado.

Mayra sonrió cálidamente a Ariadna, tratando de disipar la tensión del momento. Se adelantó extendiendo su mano.

—Es un placer conocerte, Ariadna. Andrés me ha contado maravillas de ti.

Ariadna pareció relajarse un poco, pero la preocupación en el rostro de Andrés era evidente. Se acercó a su hermana y habló en voz baja:

—May, ¿por qué el príncipe está interesado en tus asuntos? Y más importante aún, ¿por qué Nereus insiste tanto en que vayas a su casa?

Mayra suspiró, sintiendo el peso de las preguntas sin respuesta que se acumulaban. Era algo que también la tenía intrigada, sobre todo después de la visita de Adam.

—No lo sé, Andrés. Todo esto me tiene muy confundida. Adam parece saber algo sobre Nereus que yo desconozco—respondió en lo que recogía sus cosas para acompañar a su hermano.




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