El Destino De La Princesa Dragón Rosa

47. TIEMPO DETENIDO

Todos en el escenario se quedaron paralizados, sin comprender exactamente lo que habían presenciado. Se asustaron y gritaron, olvidando que estaban en medio de un ballet. Mayra había dado un salto girando en el aire e iba a caer justo donde el piso estaba mojado, cuando de pronto todo se congeló. El tiempo se había detenido y ella quedó suspendida en el aire. Varias figuras avanzaron desde el público hasta llegar al escenario.

—Mi príncipe, no debió hacer eso. Solo tenía que enviarme al escenario para protegerla —decía Adam, caminando detrás del príncipe heredero Erick, quien había sido el responsable de detener el tiempo.

—Seca el piso, Adam, y esta vez no podemos intervenir. Debemos averiguar si es Nereus. ¿Cómo pudo escapar de la prisión del palacio y viajar al futuro? —reflexionaba el príncipe Erick mientras observaba a su alrededor—. No entiendo cómo ha sucedido este viaje, pero no creo que fuera obra de mi abuelo.

—Lo averiguaremos, Erick —dijo Oryun, caminando como siempre a su lado—. Una cosa es segura: todos nosotros parecemos haber vivido esta vida antes. Tenemos memorias de estar aquí desde nuestra niñez, aún cuando recordamos que somos dragones del pasado lejano. Sin embargo, los demás no lo recuerdan. Creo que quien hace esto es muy poderoso.

—Vayamos a ver si Nereus también se congeló en el tiempo, porque ese tentáculo que vi es de un Kraken Ness —dijo el príncipe avanzando hasta detrás del telón, pero no encontró a nadie, solo un rastro de agua que terminaba en un desagüe—. Se escapó, otra vez se nos escapó.

Todos se quedaron mirando el rastro de agua, mientras el príncipe del agua Adam en el escenario había recogido toda el agua cuando retrocedieron los demás, y en ese momento miraba con amor a Mayra suspendida en el aire. Al ver las joyas que portaba sonrió, se quitó un anillo de su dedo a juego con el collar que le había enviado y se lo colocó.

—Adam, no cambies nada, volvamos a nuestros asientos—ordenó el príncipe Erick, observando las figuras congeladas a su alrededor—. El tiempo no permanecerá detenido por mucho más.

El príncipe Erick giró su cabeza alrededor hasta chocar con Esthela, sus ojos se volvieron de inmediato dorados y brillaron con emoción. Oryun al verlo le susurró que se concentrara.

—No te preocupes Oryun, todavía tenemos tiempo. Príncipe Adam, mantente cerca del escenario de forma invisible. Si ese Kraken intenta algo más, me avisas para atraparlo—ordenó sin dejar de mirar a su humana.

—De acuerdo, mi príncipe, no se preocupe, me quedaré vigilando —respondió Adam soltando una energía azul de sus manos que envolvieron a Mayra—. Pero hay algo que no entiendo. ¿Por qué el Kraken se expuso delante de todo el público?

—Porque está empecinado en llevarse a tu mujer Adam—intervino Oryun, escudriñando las sombras en busca de un peligro—. Pero tenemos la ventaja, no sé porque tengo la impresión de que no puede estar fuera del agua por mucho tiempo ni mantener la forma humana.

Erick miró a su amigo y consejero y asintió. También lo había notado. Caminó de nuevo hasta detrás del telón de fondo y el charco de agua de donde había estado Nereus confirmó la teoría de Oryun. Quizás no se había escapado de la prisión en las mazmorras del palacio imperial de los dragones, tal vez tenía la habilidad de duplicarse o poseer algún integrante de su especie y viajar al futuro.

—Hay algo que no entendemos todavía. Nereus está prisionero en el pasado, pero como nosotros quizás fue transportado por la magia que nos trajo a esta época...Puedo sentirlo, algo o alguien muy poderoso nos trajo hasta aquí.

El príncipe se estremeció al mismo tiempo que todo a su alrededor comenzaba a fluir.

—Rápido, regresemos a nuestros asientos—ordenó Erick, mientras corría hacia el palco de invitados junto a todo los demás—. No olviden que nadie se debe percatar de lo que sucedió.

Desde su asiento, el príncipe realizó un elegante movimiento con su mano, permitiendo que el tiempo fluyera nuevamente. Para el deleite de todos los presentes, Mayra completó su giro con una perfección extraordinaria. La princesa dragón rosa continuó su actuación, ajena a los acontecimientos sobrenaturales que la habían rodeado, ejecutando la última secuencia de piruetas con una maestría que eclipsaba a sus compañeros de escena.

Cuando llegó el momento de las reverencias, el público estalló en aplausos y vítores entusiastas. Fue entonces cuando Mayra percibió algo diferente en su mano. Al bajar la mirada, quedó cautivada por un resplandeciente anillo que lucía un extraordinario diamante azul. Su corazón dio un vuelco mientras alzaba la vista hacia el palco real, donde encontró a Adam aplaudiendo con genuino entusiasmo.

A pesar de la considerable distancia que los separaba, sus mejillas se tiñeron de un suave carmesí. Una pregunta danzaba en su mente: ¿Cómo había logrado colocar ese anillo en su dedo sin que ella lo notara? Giró la cabeza para mirar a su hermano que aplaudía ahora abrazado a Ariadna que había logrado colarse entre bambalinas con un enorme ramos de rosas.

El anillo en su mano con el enorme diamante azul, que destellaba con intensidad cuando ella lo acariciaba, la hacía sentir feliz. No lo entendía, pero en verdad le provocaba que su corazón latiese acelerado. La llegada de los ramos de flores hizo que reaccionara. Entre ellos se distinguían uno rosa y uno azul junto al verde que personalmente le entregó Maurin.




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