Cuando Mayra abre los ojos aquella mañana en la cama de su hermano Ariam, lo encuentra sentado en el sillón cerca de la ventana, mirando el jardín del palacio con una expresión muy seria. Enseguida él gira la cabeza para verla y se acerca con pasos rápidos.
—Buenos días, May. ¿Cómo te sientes? —pregunta preocupado.
—Estoy bien, hacía mucho que no dormía tan bien. ¿Qué tienes? ¿Por qué me miras así? —pregunta al ver la expresión de preocupación de su hermano.
—Anoche dijiste que habías visto un dragón azul en tu habitación. Cuéntame todo como sucedió —pide con seriedad.
—No fue nada, de seguro como me pasé todo el día arreglando el vestuario y viendo pinturas de dragones en la exposición que hará mi amiga Esthela, tuve una pesadilla, o más bien una ilusión. Fue solo un instante, pero me pareció que alguien me llamaba y justo cuando abrí los ojos, allí estaba, un enorme dragón azul que casi abarcaba todo y se desvaneció —cuenta Mayra mientras recoge sus cosas para regresar a su habitación.
—Ahora tengo que darme prisa, quedé con las chicas en encontrarnos en la cafetería de siempre. Chao, mi hermano —se despide Mayra y se marcha, dejando a su hermano mayor sumido en reflexiones.
Ariam se queda pensativo, recordando su entrenamiento con el séquito del príncipe heredero. En varias ocasiones le ha parecido ver escamas en los brazos de varios de sus compañeros, sobre todo de Adam, el cual le cae muy bien. Es como si se conocieran de toda la vida y no de hacía unos días. Y puede jurar que cuando el sol le da de frente y el sudor lo anega, le aparecen escamas azules en todo su cuerpo que desaparecen como mismo aparecen, en un instante.
Ariam se acerca a la ventana nuevamente, observando cómo su hermana cruza el jardín del palacio. Una suave brisa mueve las flores y por un momento, le parece ver un destello azulado entre los arbustos. Sacude la cabeza, intentando aclarar sus pensamientos.
—No puede ser coincidencia —murmura para sí mismo—. Primero las escamas de Adam, ahora el dragón que vio May...
Decidido a buscar respuestas, Ariam se dirige a la biblioteca del palacio. Necesita investigar sobre las antiguas leyendas del reino, específicamente aquellas que hablan de dragones. Para su sorpresa, al doblar por uno de los pasillos, ve a Adam saliendo apresuradamente con un libro bajo el brazo. Sus miradas se cruzan por un instante. Adam parece tensarse, pero inmediatamente recupera su compostura y lo saluda con naturalidad.
—Buenos días, Ariam. Madrugando, ¿eh? —dice con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
—Sí, tenía que consultar algo —responde Ariam, notando cómo Adam sutilmente ocultaba el libro tras su espalda—. ¿Y tú? No te hacía por un amante de la lectura.
—Oh, solo buscaba algo de historia militar —contestó Adam con aparente despreocupación—. Nos vemos en el entrenamiento.
Mientras lo ve alejarse, Ariam no puede evitar notar que, por un segundo, la luz que se filtra por los ventanales revela un peculiar brillo azulado en el cuello de Adam. ¿Qué significaba eso?
Decide no investigar en ese momento, sino seguirlo. Con pasos sigilosos lo hace mientras ve cómo Adam, absorto en la lectura del libro que tiene en sus manos, no se percata de su presencia. De pronto ve aparecer al príncipe heredero Erick junto a su inseparable consejero Oryun y los demás hombres de su séquito que, ante la luz del sol matutina, parecen ser de colores diferentes, y no solo ellos: él también ve con asombro cómo su propia piel se torna escamosa y rosa. ¿Qué es lo que sucede?
Desde su escondite detrás de una columna, observa lo que hacen los jóvenes que se concentran en el libro que tiene Adam en sus manos, hasta que oye al príncipe Erick preguntar:
—¿Y dices que el Kraken Ness en su forma etérea viajó con nosotros al futuro y quiere apoderarse de la princesa rosa? ¿Estás seguro de eso, Adam? No solo debemos cuidarnos ahora del rey Fénix, de Ningurand y Finnian, sino también del prisionero que tenemos en el palacio imperial. ¿Qué es lo que están haciendo mis padres en el pasado? —y suelta un fuerte rugido que es escuchado por Ariam desde su lugar de observación sin entender qué es lo que sucede.
El rugido aún resuena en los pasillos cuando Ariam nota que las escamas en su piel comienzan a brillar con más intensidad. Instintivamente, se cubre los brazos con las mangas de su túnica, temeroso de que el resplandor lo delate.
—Bajen la voz —susurra Oryun, mirando nerviosamente a su alrededor—. Las paredes tienen oídos en este palacio. Y Erick, deja de rugir, ¡somos humanos ahora, humanos!
Adam cierra el libro de golpe, provocando que una nube de polvo dorado se eleve en el aire.
—El manuscrito es claro —dice Adam—. El Kraken Ness no solo busca a la princesa rosa, sino que pretende usar su poder para abrir las puertas entre dimensiones. Ya lo conocemos todos, los Kraken Ness están empeñados en gobernar la tierra y derrotarnos.
—¿Y dices que crees que Mayra logró verte en tu forma de dragón? —pregunta el príncipe Erick con preocupación—. Si ella ya puede ver dragones, significa que...
—Que está despertando —completa Oryun—. Y no es la única, creo que el príncipe dragón rosa Ariam debe haberlo hecho ya. Creo, Erick, que debes tener una conversación al menos con él, así podrá cuidar de su hermana y su familia.
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Editado: 02.12.2024