El Destino De La Princesa Dragón Rosa

55.  EL PRÍNCIPE ARIAM 

Ariam observa su figura en el espejo sin poder creer que ese cuerpo de humano se hubiera convertido en un imponente dragón de color rosa. Y no solo eso, ahora tiene todas estas memorias de ser el príncipe heredero del clan de los dragones de los zafiros rosas. Aunque Erick le aseguró que sus padres ni sus hermanos recuerdan su origen, piensa que su padre sí. Si no, ¿por qué están viviendo en el palacio por invitación del rey?

Le preocupa además que su hermana Mayra no sea en verdad su hermana menor, la princesa dragón rosa desaparecida. Tiene que ser ella, se dice caminando de un lado a otro. No puede regresar al pasado sin ella, no la dejará aquí en este futuro, la llevará con él aunque no sea su verdadera hermana dragón.

—¿Qué haces, Ariam? —La voz de Mayra lo interrumpe—. Quiero que seas el primero de la familia en enterarte de algo.

Ariam no le contesta, solo la observa. Luego avanza con paso decidido y la abraza con fuerza. Adora a su hermanita sin importar lo que sea. Mayra le devuelve el abrazo sin entender lo que sucede. Tampoco pregunta; entre ellos dos son comunes las muestras de amor. Al separarse, Ariam la mira a los ojos y pregunta:

—¿Qué cosa quieres decirme primero que a los demás? ¿Hiciste algo malo? —y sonríe al ver la expresión de ella.

Le parece que Mayra está un poco nerviosa por lo colorada que se pone y baja los ojos ante él. No la presiona; como siempre, le pasa un brazo por los hombros y comienza a caminar con ella.

—¿Me vas a contar o tengo que adivinarlo? —pregunta al ver que ella solo estruja sus manos sin decidirse a hablar—. Vamos, no puede ser tan malo.

—No, no es malo, todo lo contrario —se detiene para mirarlo a los ojos y toma una bocanada de aire antes de decir—: Tengo novio, es Maurin.

Nunca imaginó que su hermano fuera a tener la reacción que tuvo. La miró mientras abría y cerraba la boca como si quisiera decir muchas cosas pero no lo hacía. Mayra no comprendía lo que le sucedía ante esa noticia; él mismo le había dicho muchas veces que Maurin era un buen chico. ¿Por qué esa reacción ahora?

—No puedes ser novia de Maurin —dijo de pronto Ariam para asombro de Mayra—. No puedo decirte ahora mismo el motivo, pero al menos espera que averigüe algo antes de que continúes con esa relación, May. Por favor, ¡promételo!

Mayra observaba a su hermano con una mezcla de confusión y dolor en su rostro. Sus ojos castaños brillaban con lágrimas contenidas mientras daba un paso atrás, alejándose del abrazo protector de Ariam.

—¿Por qué me pides algo así? —susurra con voz temblorosa—. Tú siempre has dicho que Maurin es un buen chico, que te agrada para mí. ¿Qué ha cambiado?

Ariam se pasa una mano por el cabello, frustrado. Sus nuevos recuerdos como dragón se mezclan con su amor de hermano humano, creando un torbellino de emociones que apenas puede controlar. Desea contarle todo: sobre su verdadera naturaleza, sobre el clan de los dragones, sobre sus sospechas de que ella podría ser la princesa perdida. Pero no puede, no sin estar seguro.

—May, confía en mí —suplica, extendiendo una mano hacia ella—. Hay cosas que están sucediendo, cosas que ni yo mismo entiendo completamente. Solo necesito tiempo para...

—¿Para qué, Ariam? —lo interrumpe Mayra, y por primera vez en su vida, ve enojo en los ojos de su dulce hermana—. Siempre hemos sido cercanos, siempre nos hemos contado todo. ¿Por qué ahora hay secretos entre nosotros?

Un silencio tenso se instala entre ambos. Por la ventana, la luz del atardecer baña la habitación en tonos rosados, como si el universo quisiera recordarle a Ariam su verdadera naturaleza. Observa a su hermana, buscando en ella algún indicio de su posible origen dragón, pero solo ve a la niña que ha protegido toda su vida, ahora convertida en una joven herida por su inexplicable petición.

—Dame tres días —dice finalmente—. Solo tres días, May. Después te explicaré todo, lo prometo.

Mayra lo mira fijamente, y por un momento, Ariam cree ver un destello rosado en sus ojos, pero desaparece tan rápido que podría haberlo imaginado.

—Tres días —acepta ella con voz suave—. Pero después de eso, quiero toda la verdad, mi hermano. Toda.

Ambos hermanos se quedaron en silencio por un momento sin dejar de mirarse, cuando de pronto Ariam se retorció como si le doliera todo el cuerpo y ante los ojos atónitos de Mayra se convirtió en un enorme dragón rosa. Pero ahí no terminó todo; ella misma comenzó a gritar y contorsionarse hasta convertirse en una dragona verde esmeralda.

Mayra miró aterrada a su hermano que la observaba desconcertado; el color verde quería decir que no eran hermanos. Pero antes de poder decir más, vieron cómo todos en el palacio se convertían en dragones y eran trasladados al patio exterior donde estaban aglomerados muchos más dragones de todos los colores.

—Ariam, ¿qué es lo que sucede? —preguntó Mayra asustada, pero fue succionada por un rayo que le lanzó el príncipe esmeralda Lotha, convertido en un gran dragón verde esmeralda, colocándola junto a las demás elegidas que resultaron ser sus amigas más cercanas.

—¡Mayra, corre, cierra el círculo! —le gritó Elenita, y sin más le lanzó un rayo haciendo que recordara quién era.

—Soy una elegida del clan esmeralda —recordó Mayra corriendo a hacer lo que le pedían, viendo con sorpresa a la reina esmeralda desmayada en el centro del círculo que hacían las jóvenes en su intento de salvarla de un enemigo que no podían ver.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.