Cuando Mayra volvió a abrir los ojos, se encontró en la plaza del clan esmeralda, transformada en dragón junto a todas sus amigas del futuro. A pesar de haber recuperado las memorias que las identificaban como las elegidas del clan, todas se miraban todavía asombradas. A su alrededor, la escena se repetía: los demás dragones se observaban entre sí, incrédulos, intentando comprender lo que les había sucedido.
La plaza del clan esmeralda se había convertido en un espectáculo de colores deslumbrantes. Los dragones de diferentes clanes creaban un mosaico viviente que resplandecía bajo la luz del sol. Las escamas esmeralda de los dragones nativos brillaban con destellos verdosos, contrastando con los colores de todos los demás.
Entre la multitud, se distinguían los dragones ocres dorados, con sus escamas que iban desde tonos ámbar hasta el oro más brillante, haciendo destacar especialmente a Saray y Orson. Algunos dragones lucían escamas azul zafiro que parecían contener la profundidad del océano, mientras otros exhibían tonos rojizos que recordaban al fuego vivo.
Mayra, observando sus propias escamas, notó cómo estas cambiaban sutilmente de tono según la luz, pero volvían a su color esmeralda. Sus amigas, ahora también transformadas, presentaban variaciones únicas e con patrones que recordaban a las vetas de las piedras preciosas.
El ambiente en la plaza era como un caleidoscopio en movimiento, donde cada giro y movimiento de los dragones creaba nuevos patrones de luz y color, haciendo que la escena pareciera casi mágica, como si las leyendas antiguas del clan hubieran cobrado vida en ese preciso momento.
Mayra giró la cabeza buscando a Maurin y lo encontró junto a Dustin, convertido en un dragón completamente blanco. ¿Qué significaba aquello? Sus pensamientos fueron interrumpidos por el revuelo que se formó alrededor de Saray, quien resultó ser la princesa del clan de los dragones ocres dorados. La sorpresa fue aún mayor cuando el emperador declaró que su amiga había unido esencias primordiales con el apuesto dragón ocre Orson, lo que en su cultura significaba que se habían casado.
—Vaya, así que el odioso de Florian es hermano de Saray y el príncipe de los dragones ocres —dijo Yenni, llena de asombro—. ¿Quién lo iba a decir?
Todas giraron la cabeza para observar a su querida amiga Saray, quien seguía dormida en los brazos de Orson después del espectáculo que había dado salvando a su hermano Florian a través de Esthela en el futuro. Se notaban nerviosas, sin saber qué les deparaba el destino.
—¿Recuerdan que se los dije una vez, que él parecía ser otra cosa? —preguntó Liudmila, cuyas escamas brillaban en un hermoso tono bronce—. Miren nada más, un príncipe y no es feo.
—¿No me digas que te gusta Florian? —preguntó Nancy, una dragona roja de fuego como Ranys—. No creas que no he notado cómo lo mirabas en el futuro, ¿acaso es tu pareja?
—Chicas, dejen eso. El pobre ha estado esclavizado y torturado desde pequeño por ese brujo de Finnian. Por eso se le parecía tanto, estoy segura de que era el asqueroso viejo en su cuerpo haciendo todas esas atrocidades —intervino María, cuyas escamas de un azul claro casi blanco resplandecían con hermosura—. ¿Qué vamos a hacer nosotras? ¿De qué clan somos y quiénes son realmente nuestros padres?
—Cierto, cierto —concordaron todas, mirando a su alrededor desconcertadas con todo lo que sucedía desde su regreso del futuro.
—Yo solo recuerdo fragmentos del futuro—susurró Yenni, sus escamas verdes brillando tenuemente—. Como si hubiera una neblina cubriendo mis memorias más antiguas.
—A mí me pasa igual —agregó Liudmila, moviendo nerviosamente su cola—. Pero desde que regresamos del futuro, siento como si algo dentro de mí estuviera despertando. Como si mis verdaderos recuerdos quisieran salir a la superficie.
Nancy se acercó más al grupo, bajando la voz como si no quisiera ser escuchada por los demás. Todas se callaron para escuchar lo que tenía que decir:
—¿Han notado que nuestras escamas son diferentes a las de los dragones del clan esmeralda? Debe significar algo.
—No tienes porque susurrar Nancy. Está claro que somos de diferentes clanes —dijo María, mirando pensativa sus propias escamas azul claro casi blancas—. Seguro hay una explicación del porqué estamos aquí, quizás nos escondieron bajo el color esmeralda para protegernos de algo... o de alguien.
—O tal vez —interrumpió Mayra con un brillo de realización en sus ojos—, somos parte de algo más grande que ni siquiera conocemos. ¿No les parece extraño que todas nosotras estemos juntas aquí lo mismo que en el futuro?
Se quedaron en silencio unos instantes en lo que se miraban entre ellas, y a su alrededor escuchando los mismos rumores y dudas de todos los demás dragones. Era en verdad algo inusual lo que había acontecido, primero en el futuro en que todas se creían humanas, y ahora al regresar existía esta multitud de colores diferentes rodeadas de una magia poderosa.
—Y hablando de Saray —señaló Liudmila, mirando hacia su amiga dormida—, ¿creen que ella sabía algo de todo esto? De ser una princesa de los dragones ocres...
—Lo dudo mucho —respondió Elena—. La he visto tan sorprendida como nosotras con todo lo que está pasando. Aunque ahora que lo pienso, siempre tuvo ese aire... como de realeza, ¿no creen?
Las chicas asintieron, mientras continuaban observando a su amiga dormida, cada una perdida en sus propios pensamientos sobre su verdadera identidad y destino. Cuando escucharon a Elenita decir.
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Editado: 05.01.2025