El imponente dragón esmeralda del príncipe Lotha se posicionó majestuosamente en el centro del vasto círculo formado por dragones de diversos matices, cuyos colores distintivos revelaban su pertenencia a diferentes clanes. Los destellos de sus escamas creaban un espectáculo caleidoscópico bajo la luz del ocaso.
Tras las reveladoras palabras de la reina madre esmeralda sobre su transformación, un anhelo común unía ahora a todos los presentes: el deseo de reencontrarse con sus seres queridos. La propuesta del príncipe esmeralda de realizar la ceremonia del llamado primordial, un ritual sagrado para encontrar a familiares perdidos o parejas destinadas, fue acogida con un rugido unánime de aprobación.
En el centro del círculo, el príncipe Lotha elevó su largo cuello hacia el cielo estrellado y comenzó el antiguo ritual. Su voz, profunda y melodiosa, entonó el cántico ancestral en la lengua de los dragones. Una suave luz esmeralda emanó de sus escamas, extendiéndose en ondas hacia los demás participantes. Uno a uno, los dragones se unieron al canto, creando una armoniosa sinfonía que resonaba con la magia más primitiva.
El aire se cargó de energía mientras columnas de luz de diferentes colores se elevaban hacia el firmamento, entrelazándose en una danza mística. Cada dragón sentía cómo su esencia más profunda vibraba, buscando aquella conexión perdida con sus seres queridos. El ritual del llamado primordial tejía invisibles hilos de destino, trazando caminos luminosos que se extendían más allá del horizonte, señalando la dirección donde se encontraban aquellos a quienes buscaban.
No muy lejos del clan esmeralda, en las profundidades insondables del lago, siniestras figuras serpenteaban alrededor de la barrera mágica que protegía el territorio del clan. Eran los temidos Kraken Ness, criaturas legendarias de las profundidades, que finalmente habían descubierto el destino de su príncipe Nereus: prisionero en las mazmorras del clan imperial. La superficie del lago permanecía vigilada incesantemente por los guardianes imperiales, obligando a los Kraken a permanecer en las oscuras profundidades.
Entre los vigilantes destacaba el príncipe Adam del clan azul, uno de los confidentes más cercanos del príncipe heredero Erick. Este último le había confiado personalmente la guardia para poder dedicar su tiempo a su recién desposada, el único dragón dorado existente. De repente, Adam se detuvo en pleno vuelo al ver aproximarse al príncipe rosa, Ariam, cuya frente resplandecía con una luz mística.
—¿No responderás al llamado? —inquirió Ariam, quien seguía el hilo luminoso que prometía guiarlo hasta su hermana perdida—. Ella no nos está llamando a nosotros, Adam. Te está llamando a ti.
El príncipe azul bajó la mirada con expresión melancólica mientras sentía su corazón latir desbocado. Claro que había sentido el llamado de Mayra, ese que no escuchaba desde que eran unos niños y que lo hacía dejar todo y correr hacia ella.
—Está llamando a su pareja, y ambos sabemos quién es en esta vida, la vi cuando lo eligió —respondió con voz apagada—. Esperaré a que me recuerde por sí misma si lo hace.
—¡Por todos los antiguos, Adam! ¿Has perdido el juicio? —exclamó Ariam brillando con intensidad—. Debes responder a su llamado. Solo cuando recupere sus poderes y recuerde su verdadera identidad, solo entonces, si ella decide rechazarte, podrás apartarte. Pero ahora, tienes que luchar por ella.
El príncipe Adam permaneció en silencio, contemplando las aguas cristalinas que se extendían bajo sus alas. Mientras los guardianes continuaban su incansable patrullaje, observó su reflejo en la superficie del lago, especialmente cautivado por el diamante del poder que brillaba en su frente, oscilando por primera vez entre destellos azules y rosas.
El llamado resonó nuevamente, más potente que antes, haciendo que girara instintivamente hacia la montaña esmeralda. La duda atormentaba su corazón: ¿Debería acudir? ¿Y si May lo rechazaba? Después de tantos años de agonía, temía que su alma no pudiera soportar otro desgarrador rechazo.
—Ve por ella, Adam —la voz de Ariam interrumpió sus pensamientos—. May te está llamando a ti. Piénsalo bien: si hubiera elegido a Maurin, quien está con ella dentro del clan esmeralda, ¿por qué te llamaría precisamente a ti?
Las palabras de Ariam encendieron una chispa de esperanza en los ojos de Adam, que brillaron con renovada intensidad. El príncipe rosa continuó:
—Ve, yo tomaré tu puesto vigilando a los Kraken. Tienes mi palabra de honor que si aparecen, te alertaré de inmediato —hizo una pausa y agregó con voz suave—. Pero por favor, trae de vuelta a mi hermana, cuñado.
Las escamas de Adam refulgieron bajo la luz del atardecer mientras sopesaba la decisión que podría cambiar su destino para siempre.
En la plaza del clan esmeralda, Mayra había realizado el llamado con la esperanza de que Maurin resultara ser su pareja destinada. Y mientras lo miraba detenido en el mismo lugar al lado de su hermano Dustin, observaba nerviosa la escena que se desarrollaba ante ella, viendo el reencuentro de su amiga María con su verdadera familia.
El príncipe Gytuss había aparecido de pronto, transformando a María con un rayo de poder que reveló su verdadera naturaleza. Aunque María se resistió al principio, todo cambió cuando aparecieron los ancianos dragones, sus verdaderos padres, consejeros reales del clan Gytuss.
Con fascinación, Mayra miraba cómo la energía azulada envolvía a su amiga, revelando su verdadera esencia y conectándola con sus padres biológicos. La escena se había vuelto aún más conmovedora cuando el príncipe Gytuss, abandonando su habitual arrogancia, se había arrodillado ante María pidiendo perdón por haberla perdido años atrás.
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Editado: 05.01.2025