El Destino De La Princesa Dragón Rosa

58.  EL ENCUENTRO

Mayra observa la escena del reencuentro entre Oryun y Luddie con una mezcla de envidia y anhelo. Su corazón se encoge al ver tanto amor genuino, mientras ella se siente cada vez más perdida en su propia confusión. La presencia del príncipe Ludovic la inquieta de una manera que no logra entender, como si algo en ella quisiera reconocerlo pero no pudiera.

Cuando Oryun se transforma mostrando su nueva forma con la perla dorada, Mayra siente una extraña vibración en su interior, como si su propia esencia respondiera a algo. Pero rápidamente aparta esa sensación, concentrándose en su preocupación por Maurin.

Las palabras del hada sobre "perderla para siempre" resuenan en su mente de una manera perturbadora, aunque no entiende por qué le afectan tanto. Ve partir a las hadas y siente una inexplicable tristeza, como si se llevaran consigo una parte de un misterio que necesita resolver.

—Qué suertuda es Yenni —dice con un nudo en la garganta, mientras observa a su novio a lo lejos. Su voz tiembla ligeramente al continuar—. Ella y Leoric son esmeraldas. No sé qué va a pasar ahora con Maurin y yo. ¡Él es blanco y yo rosa!

Aunque menciona las palabras sobre las dragonas rosas pudiendo elegir de cualquier clan, algo en su interior se agita con inquietud. ¿Por qué entonces siente esta extraña sensación de que algo no encaja? La llegada del dragón verde oscuro solo aumenta su ansiedad, como si presintiera que los cambios apenas están comenzando.

Mayra observa con intensidad cómo Shairy detiene al príncipe Ludovic antes de que se marche. Algo en su interior se agita cuando el hada lo ilumina con su magia y le advierte:
—¿En serio te vas a ir príncipe Adam Ludovic? Puede que nunca más te llamen.

El corazón de Mayra da un vuelco inexplicable ante estas palabras. Cuando Lily añade:
—Nunca dudes de lo que te dice un hada, si no lo haces ahora, la perderás para siempre. Es mejor recibir un no, que no intentarlo.
Mayra siente que esas palabras tienen un significado más profundo del que puede entender en ese momento. Ve cómo el príncipe Ludovic duda, y por un instante sus miradas se cruzan. Mayra siente una extraña conexión, como si algo en su interior quisiera decirle algo importante, pero no logra descifrar qué es. La advertencia de las hadas parece flotar en el aire, cargada de un significado que la hace sentir inquieta y expectante.

Cuando las hadas desaparecen, Mayra no puede evitar sentir que se han llevado consigo la clave de algo importante, algo que tiene que ver con ella y con ese príncipe azul que ahora parece indeciso sobre qué hacer. El corazón de Mayra late con fuerza mientras observa la escena que se desarrolla ante ella.

La llegada del misterioso dragón verde oscuro la pone nerviosa, pero lo que realmente la desconcierta es la reacción protectora del príncipe Adam Ludovic, quien se coloca frente a ella como un escudo. Sus emociones son un torbellino cuando habla de Maurin. Cada palabra que pronuncia sobre su amor por él suena como si intentara convencerse a sí misma:

—Yo lo amo de veras y me aterra que le aparezca una dragona blanca. — Sin embargo, algo en su interior se agita cuando Elizabeth menciona la posibilidad de que aparezca un dragón rosa reclamándola a ella.

—No lo aceptaré, yo amo a Maurin— declara con firmeza, pero su voz tiembla ligeramente. Las palabras salen de su boca como un escudo contra algo que teme enfrentar, mientras sus ojos no pueden evitar seguir a Maurin que esquiva su mirada. —Y si es como dice Elena que nosotras las rosas podemos amar a quien queramos, yo decidí amar a Maurin, a nadie más.

La pregunta del príncipe del agua azul Adam Ludovic resuena en el aire, cargada de significado:

—¿Está segura de eso, princesa Mayra? —pregunta dando un paso hacia ella.

Mayra siente que su mundo se tambalea. La forma en que él la mira, la manera en que pronuncia "princesa", hace que su corazón lata desbocado. Los recuerdos comienzan a agolparse en su mente: todas esas veces en el futuro cuando Adam aparecía para protegerla, para cuidarla. ¿Cómo no lo había notado antes?

—¿Por qué debo contestarle esa pregunta príncipe Adam Ludovic?— pregunta mientras las cosas comienzan a encajar en su cabeza. —¿Y por qué me dice princesa, por casualidad sabe quienes son mi familia?

El príncipe Adam la mira con una intensidad que parece atravesarla. En sus ojos hay un conocimiento, una verdad que ha esperado largos años para ser revelada. Mayra recuerda súbitamente aquella noche en su recámara del futuro, cuando creyó ver un dragón azul. No había sido su imaginación: era él, siempre había sido él.

La confusión se mezcla con una extraña sensación de reconocimiento en su interior. ¿Cómo podía estar tan segura de su amor por Maurin cuando cada fibra de su ser parece resonar con la presencia de Adam? La persecución en el futuro, sus apariciones en los momentos cruciales, todo cobra un nuevo significado.

Su mente es un torbellino de preguntas mientras observa al príncipe: ¿Era él su verdadero destino? ¿Por eso la había seguido a través del tiempo? ¿Por eso siempre aparecía cuando más lo necesitaba?

Mayra observa fascinada cómo el príncipe Adam suspira y clava su mirada en ella. Su corazón da un vuelco cuando, sin previo aviso, el cuerpo del príncipe comienza a emitir un resplandor azul que la deja sin aliento. Ante sus ojos maravillados, la figura del príncipe se eleva suavemente del suelo, envuelta en una luz tan intensa que parece líquida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.