El rey Maximiliano se pasó la mano por el rostro, evidenciando su preocupación. Después de tantos años buscando a su princesa perdida, ahora era su hijo quien había desaparecido.
—Así es —respondió con voz cansada—. Enviaré por ella ahora mismo. Es una joven extraordinaria, y su vínculo con Ariam podría ser nuestra mejor esperanza.
Mientras hablaban, Oryun, el consejero real, se acercó discretamente al príncipe Erick para recordarle sus compromisos pendientes. Esthela lo esperaba en el palacio imperial, y su Luddie no dejaba de intentar contactarlo, probablemente con información sobre Adam.
—Adam —dijo Erick, girándose hacia su amigo—, llama a las princesas Luddie y Thalia. Que vengan inmediatamente, pero con discreción. Nadie debe saber dónde estamos.
Los ojos de Adam brillaron con esperanza mientras realizaba el llamado mágico de sus hermanas. Momentos después, ellas aparecieron en un destello de luz, corriendo hacia él para fundirse en un abrazo emotivo. Las lágrimas brillaban en sus ojos mientras se aferraban unos a otros.
—Adam, papá ha perdido el juicio —exclamó Luddie apenas se separó del abrazo, con la voz temblorosa por la urgencia—. Cuando descubrió que habías dejado una ilusión en la sala del trono, después del supuesto ataque contra ustedes de la princesa de los glaciales, rugió como nunca antes lo había hecho. Amenaza con atacar el reino rosa si no regresas a cumplir con tu deber.
—¿Cómo has dicho? —interrumpió el príncipe Erick, girándose bruscamente hacia las princesas. Con paso firme y autoritario, avanzó hacia ellas, que instintivamente se inclinaron en señal de respeto—. ¿Está amenazando a los dragones rosas?
Thalía, la menor de las princesas del reino del agua, quien había sido raptada junto con Mayra, temblaba mientras continuaba el relato. Reflejando el terror que sentía ante las amenazas de su padre: si Adam no cumplía con su deber, ellas serían obligadas a desposarse con los príncipes de los glaciales.
—¡Jamás lo aceptaré! —declaró Thalía con determinación—. Mi corazón pertenece a Dustin, y escaparé con él si es necesario.
—Y yo no permitiré que me separen de Oryun —añadió Luddie, corriendo hacia el consejero del príncipe para refugiarse en sus brazos—. Deben advertir al emperador cuanto antes. Papá ha convocado a todos los dragones para atacar al clan rosa, y los dragones de los glaciales lo respaldan. Tienen la intención de congelar todo el reino.
El príncipe heredero Erick, al escuchar aquellas alarmantes noticias, cerró los ojos y desplegó sus majestuosas alas, que refulgían con todos los colores del espectro, símbolo inequívoco de su posición como primer príncipe heredero de todos los clanes. Con su mente, buscó conectarse inmediatamente con el santuario del clan del agua de los dragones azules, confirmando sus temores: todos estaban reunidos junto al santuario de los ancestros, absorbiendo la magia antigua en preparación para la batalla.
Sin dudarlo un instante, lanzó un rugido descomunal que resonó por todo el imperio draconiano, convocando a su guardia imperial, que apareció en cuestión de segundos, materializándose como sombras en el aire.
—¿Qué acontece, Su Majestad? —inquirió el rey Esmeralda Lotha, quien había estado entrenando con el emperador cuando escuchó el llamado—. El emperador solicita que le comuniques la situación de inmediato.
—Bienvenido, Lotha —respondió Erick, mientras se dirigía a la terraza del palacio para observar a la imponente guardia imperial que se había congregado en la explanada—. ¿Has venido solo? Debemos poner en alerta a todos los clanes. Estamos al borde de una guerra, y lo más preocupante es que, además de los Kraken Nees, desconocemos quiénes más son nuestros enemigos.
—Convoquen a los Gytus —ordenó la voz potente del emperador, haciendo que todos giraran para verlo aproximarse con paso firme—. Son los únicos dragones capaces de enfrentarse a los dragones de los glaciales. Los he visto llegar escoltando a los tuyos, Adam. Ahora, exijo una explicación detallada de lo que está sucediendo.
La presencia del emperador irradiaba poder y autoridad, mientras sus ojos escrutaban a cada uno de los presentes en busca de respuestas. Los Gytus, dragones compuestos de pura energía eléctrica, rara vez se mezclaban con los demás clanes, emergiendo únicamente ante un llamado directo.
El emperador se acomodó en el trono, escudriñando a cada presente mientras intentaba descifrar la situación. Su mirada se detuvo especialmente en las perlas del poder que poseían en sus frentes Adam y Mayra, comprendiendo al instante el origen de la furia del rey del agua.
—Veo que has contraído matrimonio, Adam —declaró con voz serena—. ¿Es este el motivo de tanto alboroto? ¿Tu padre continúa oponiéndose a tu unión con el clan rosa?
—Majestad —respondió Adam con respeto—, es cierto que realicé la ceremonia en solitario, pero había advertido que si Mayra aparecía, no dudaría en hacerlo. Ante la amenaza del Kraken, consideré que unirla a mí era la decisión más sabia para protegerla.
—¿Es verdad que habías dado tu palabra de matrimonio a la princesa de los glaciales? —inquirió el emperador, mirando fijamente al príncipe.
—Sí, Su Majestad, pero con una condición clara: si mi verdadera esposa aparecía, el compromiso quedaría anulado...
—Al parecer, tu padre omitió mencionar esa parte crucial —observó el emperador, mientras todo comenzaba a encajar.
#879 en Fantasía
#547 en Personajes sobrenaturales
aventuras fantasia princesa principe, romance sobrenatural, aventuras lugares extraordinarios
Editado: 05.01.2025