El Destino De La Princesa Dragón Rosa

67. LA AMENAZA LATENTE

Mayra se retiró a sus aposentos, acompañada por sus cuñadas. Las tres princesas, sumergidas en una conversación nostálgica que las transportaba a aquellos días en que creían ser simples humanas, no percibieron de inmediato la presencia que se manifestó al otro lado de la ventana de cristal.

Un susurro etéreo cortó el aire, sobresaltando a las jóvenes. Allí, reflejada en el cristal empañado por la lluvia, se dibujaba la figura translúcida de Nereus, el príncipe de los Kraken. La imagen, tan real como engañosa, pareció llamar a Mayra con una fuerza hipnótica.

La princesa rosa, movida por un impulso que más tarde reconocería como imprudente, se precipitó hacia la ventana con la intención de abrirla. Sin embargo, justo cuando sus dedos rozaban el pestillo, unos tentáculos monstruosos emergieron de la oscuridad, amenazando con atravesar el cristal como serpientes marinas sedientas de poder.

En ese preciso instante, la puerta de la habitación se abrió de golpe. El príncipe Adam, con sus ojos brillando de furia y sus escamas azules resplandeciendo con intensidad, lanzó un rayo certero que fulminó los tentáculos antes de que pudieran alcanzar a su amada.

—No te dejes engañar —pronunció Adam, cerrando la ventana con un movimiento brusco mientras sus alas se desplegaban protectoramente alrededor de Mayra—. Ese no era Nereus. Los Kraken están usando su imagen para tenderte una trampa.

Las gotas de lluvia seguían golpeando el cristal, como lágrimas del cielo que lloraba por la traición que se cernía sobre el reino de los dragones.

En las profundidades de las mazmorras del palacio imperial, el príncipe Nereus rugió con furia al sentir la presencia de su gente cerca de Mayra. A pesar de su naturaleza Kraken y del deber hacia su padre, algo había cambiado en su interior durante el tiempo compartido con la princesa rosa. Un sentimiento nuevo y poderoso le impedía tolerar que alguien, ni siquiera su propio padre, pudiera lastimarla.

Lo que el joven príncipe de los Kraken desconocía era que su padre había tejido una compleja red de alianzas con algunos clanes de dragones, todo en su obsesivo afán por conquistar la superficie. La tormenta que azotaba el reino era solo el preludio de una tempestad mayor que amenazaba con destruir la paz entre las especies.

Nereus se removió inquieto en su celda, sus tentáculos ondulando con agitación mientras su mente se debatía entre la lealtad a su pueblo y los nuevos sentimientos que florecían en su corazón. ¿Cómo podría proteger a Mayra sin traicionar a los suyos? La respuesta parecía tan esquiva como los rayos que surcaban el cielo tormentoso sobre el palacio.

Las princesas se reunieron en círculo, mientras Adam mantenía su postura defensiva frente a la ventana. El aire se había vuelto denso, cargado de una tensión que parecía materializar los miedos de todos los presentes.

—Debemos informar al emperador de inmediato —declaró Luddie, mientras miraban con preocupación a su hermano—. Si los Kraken están actuando tan abiertamente, significa que algo grande se está gestando.

Mayra permanecía en silencio, su mente dividida entre el recuerdo de Nereus en su celda y la amenaza que acababa de presenciar. ¿Cómo podía ser el mismo ser que había mostrado tanta vulnerabilidad en su cautiverio?

—Hay algo más —intervino Thalia, acercándose instintivamente a su hermano mientras otro relámpago iluminaba la estancia—. He estado percibiendo perturbaciones extrañas en las corrientes mágicas que rodean el palacio de nuestro clan del agua. Es como si una fuerza oscura estuviera intentando erosionar nuestras defensas desde dentro, como agua que se filtra entre las rocas.

El príncipe Adam tensó su mandíbula, erizándose por completamente ante la implicación de aquellas palabras. La mera posibilidad de que existieran traidores entre los integrantes de su propio clan era como una daga de hielo en su corazón, algo que no quería considerar, pero que no podían permitirse ignorar.

—¿Estás completamente segura de eso, Thalia? —preguntó el príncipe mientras rodeaba protectoramente con su ala a su pequeña hermana, notando cómo ella temblaba ligeramente con cada trueno—. Necesito que me expliques exactamente qué sentiste y cuándo comenzaron estas perturbaciones. Cada detalle puede ser crucial.

Los ojos de Thalia, del mismo azul profundo que los de su hermano, se tornaron pensativos mientras intentaba ordenar sus percepciones. Como princesa del clan del agua, su conexión con las corrientes mágicas era especialmente sensible, un don que ahora podría resultar vital para la protección de su pueblo.

La princesa Luddie se acercó al círculo que formaban sus hermanos, su largo cabello azul ondeando como si estuviera sumergido en agua. Los ojos azules como las profundidades marinas, reflejaban una preocupación que iba más allá de las perturbaciones mágicas.

—También he estado sintiendo presencias extrañas en el palacio —confesó, con firmeza—. Pero hay algo más grave: no hemos podido encontrar a nuestra madre por ninguna parte. —Hizo una pausa, mientras sus manos se entrelazaban nerviosamente—. Creo que ella se opone a las acciones de padre, y él... él la ha encerrado en algún lugar.

Un silencio pesado cayó sobre la habitación. Los tres hermanos intercambiaron miradas cargadas de significado.

—Madre es una de las dragonas más poderosas del reino —continuó Luddie, con preocupación—. Ella jamás permitiría que debilitaran tus poderes, Adam. Siempre ha sido tu protectora.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.