El Destino De La Princesa Dragón Rosa

68. EL LLAMADO DE AUXILIO

Los tres hermanos atravesaron los pasillos del palacio hasta llegar al jardín sagrado, donde la lluvia descendía con delicadeza sobre los estanques cristalinos, creando una sinfonía natural al contacto con el agua.

—El llamado debe emanar de lo más profundo de vuestros corazones —explicó la reina, con suavidad—. Cada gota es un mensajero potencial. Debéis sincronizar vuestras energías con el elemento heredado de vuestra madre.

Adam y sus hermanas formaron un triángulo perfecto alrededor del estanque principal. Las escamas azules de los tres dragones resplandecían con la humedad, desprendiendo destellos de poder que parecían danzar con la lluvia.

—Cierren los ojos —instruyó la reina—. Sientan el fluir del agua a través de su ser. Cada gota está conectada con todas las aguas del mundo, desde esta lluvia hasta las profundidades del océano. Su sangre comparte ese vínculo eterno.

Los tres príncipes obedecieron, concentrándose intensamente. Sus gemas del poder comenzaron a brillar al unísono, creando un resplandor azul que se reflejaba en cada gota de lluvia.

—Dejen que su gran amor fluya como el agua misma. Que su llamado viaje a través de cada gota, de cada ola, de cada corriente marina. El agua transportará su mensaje hasta donde ella se encuentre.

Un canto mágico emergió de los tres dragones, el rugido que emitieron era una melodía que parecía brotar directamente de sus almas, desconocida pero inherente a su ser. El agua del estanque vibró con intensidad, y las gotas de lluvia quedaron suspendidas en el aire, resplandeciendo con luz propia. Era el llamado de la sangre, viajando a través de las aguas del mundo, buscando a su madre en las profundidades del océano.

De pronto, Mayra, la princesa dragón rosa, se acercó al círculo con determinación. Su perla rosada brillaba con intensidad mientras se unía al ritual de los tres príncipes del agua. Sin embargo, su llamado no iba dirigido a su suegra, sino a su amado hermano, el príncipe Ariam de los zafiros rosa. Como esposa de Adam, príncipe del clan del agua, su vínculo con este elemento se había fortalecido, permitiéndole usar las corrientes marinas como conductor de su mensaje fraternal.

La reina dragón rosa observó a su hija con orgullo y comprensión. El ingenioso plan de Mayra podría duplicar las posibilidades de encontrar al príncipe desaparecido. Sin perder un instante, la soberana se irguió en toda su majestuosidad y dejó escapar un poderoso rugido maternal que resonó a través del jardín. Su llamado, cargado de amor y poder, se entrelazó con el de su hija, creando una melodía dual que viajaba a través de las aguas.

Las gotas de lluvia, ahora teñidas de destellos rosados y azules, danzaban en el aire como pequeños cristales luminosos. El estanque principal pulsaba con la energía combinada de ambos clanes, mientras los cinco dragones mantenían su concentración, unidos en un propósito común. El agua se había convertido en un puente mágico que conectaba sus corazones con aquellos a quienes buscaban en las profundidades del océano.

La fusión de los llamados creó una resonancia única, una sinfonía de poder que vibraba con la fuerza del amor familiar y los lazos de sangre. Era una manifestación perfecta de la unión entre los clanes del agua y los zafiros rosa, un testimonio de cómo el amor podía trascender las barreras entre elementos y linajes.

Cuando el silencio solo era interrumpido por el suave murmullo del agua al caer sobre la fuente, los cinco dragones bajaron sus alas con desaliento. Sin embargo, justo cuando se disponían a regresar al interior del palacio, una imagen familiar se materializó en la superficie cristalina del agua: ¡la majestuosa figura de la reina dragón del clan azul!

—¡Hijos míos! ¿Están a salvo? —preguntó con preocupación maternal, mientras sus ojos escudriñaban ansiosamente los rostros de sus vástagos.

Pero antes de que pudieran responder, dos imponentes dragones glaciales emergieron de las sombras, lanzando rayos gélidos contra la reina azul. El agua del estanque se cristalizó instantáneamente mientras la figura de su madre quedaba atrapada en un prisma de hielo.

La reacción de los tres príncipes fue instantánea y devastadora. Como si fueran uno solo, se alzaron con una ferocidad nunca antes vista, brillando con una intensidad cegadora. Los poderes de los tres combinados, alimentados por el amor y la furia, se manifestaron en un torrente de energía azul que atravesó el agua helada. Los dragones glaciales, sorprendidos por la magnitud del contraataque, fueron reducidos a fragmentos de hielo que se desvanecieron en el aire.

Mayra, sin perder un instante, canalizó su poder rosado hacia la reina. Su rayo, cálido y reconfortante como el amor mismo, envolvió a su suegra en un abrazo luminoso, derritiendo el hielo que la aprisionaba y restaurando el calor vital a sus escamas.

La imagen en el agua se hizo más nítida, revelando a la reina azul liberada. Sus ojos brillaban con una mezcla de incredulidad y orgullo al contemplar la valentía de sus hijos y la lealtad de su nuera, quien había demostrado ser una verdadera heredera del clan del agua. Con un movimiento preciso, Adam utilizó su gema del poder para atraer a su madre hacia ellos.

—Mamá, debiste confiar en mí —gruñó Adam mientras la envolvía protectoramente con sus enormes alas azuladas—. Estás a salvo ahora, no permitiré que padre vuelva a lastimarte.

—Tu padre ha perdido la razón, hijo —respondió la reina, mientras establecía una conexión mental con sus tres vástagos, recuperando instantáneamente su poder—. Debemos alertar al emperador. La amenaza es más grave de lo que podríamos imaginar.




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