Rui, el imponente dragón ancestral, observó al joven príncipe con sus antiguos ojos rojos que parecían contener la sabiduría de mil eras. No se había equivocado; durante siglos había esperado pacientemente a que emergiera entre los Kraken Ness un príncipe como este, alguien capaz de ver más allá del odio y forjar una alianza. El momento no podía ser más crítico: el imperio draconiano se tambaleaba ante la amenaza interna de varios reyes de clanes que se negaban a ceder su poder a sus hijos para que subieran a los tronos junto al joven príncipe heredero Erick.
Aunque su papel como guardián le impedía interferir directamente en los asuntos políticos de los dragones, su deber de preservar la existencia de su especie le permitía cierta... flexibilidad. Conocía bien el formidable poder del rey de los Kraken Ness, un tirano que jamás aceptaría una alianza pacífica. Para que su plan funcionara, debía dotar al príncipe Nereus de un poder extraordinario, suficiente para someter a su padre y ganarse la lealtad de todos los Kraken. Sin embargo, una duda sombría nublaba sus pensamientos: ¿y si el príncipe, una vez dotado de tal poder, se giraba contra los dragones?
—¿Estarías dispuesto a estar bajo mi dominio? —preguntó Rui, directamente. Al ver la expresión de alarma en el rostro del joven Kraken, se apresuró a aclarar—: Sólo hasta que venzas a tu padre y obtengas el reinado de tu gente. Es una garantía necesaria para ambos pueblos.
El príncipe de los Kraken guardó silencio. No era una alianza cualquiera la que Rui le estaba ofreciendo; era algo por lo que su pueblo había anhelado durante generaciones. La posibilidad de emerger a la superficie y permanecer allí sin perecer, no sólo por breves instantes sino por tiempo indefinido, era el verdadero motivo de su guerra contra los dragones y su obsesión por capturar a la princesa dragón Rosa.
El poder de Mayra, descubierto por los Kraken siglos atrás, era una tentación que ardía en sus corazones. Un poder que podría cambiar el destino de su especie para siempre.
—¿Estarías dispuesto a romper la unión sagrada entre la princesa Rosa y el príncipe Azul para concedérmela a mí? —preguntó Nereus—. Su poder es la clave para lograr todo lo que me pides. —Hizo una pausa calculada antes de formular la pregunta crucial—. ¿Puedes transformarla en una Kraken?
Los ojos de Rui emitieron dos poderosos rayos escarlata que envolvieron al príncipe de los Kraken Ness, aprisionándolo nuevamente con cadenas mágicas que lo arrastraron hacia las profundidades de su celda oscura. Nereus, desconcertado, se debatía contra sus ataduras mientras observaba al dragón ancestral con una mezcla de sorpresa y frustración.
—No he descendido a estas profundidades para perder mi tiempo —rugió Rui, haciendo que todo retumbara como si un trueno submarino hubiese estallado—. En este preciso momento, los dragones zafiro rosa están siendo atacados, ¿y tú pretendes jugar a ser astuto conmigo?
El dragón ancestral se acercó más a la celda, todo él brillando con un resplandor amenazador. Nereus pudo percatarse que lo había molestado. Pero deseaba más que nada obtener a Mayra.
—Te he ofrecido algo que jamás he propuesto a ningún otro ser, ni siquiera a Erick, el príncipe heredero de mi imperio... aunque él no lo necesita. —Dijo Rui destilando poder y advertencia—. Erick posee tal poder que podría eliminar a todos los Kraken con un solo rayo nacido de la fuerza combinada de todos los ancestros draconianos. Si aún no lo saben, él renació como el heredero de todos los clanes, y Adam, el príncipe heredero del clan del agua, es uno de sus más cercanos aliados, con el poder de vaciar los océanos a voluntad.
Rui avanzó despacio, se inclinó más cerca de Nereus, con sus ojos ardiendo como brasas ancestrales los fijó en el príncipe de los Kraken.
—¿Estás realmente seguro de que deseas convertirlo en tu enemigo? —preguntó con seriedad.
La amenaza implícita en sus palabras flotó en el agua como una corriente helada, recordándole a Nereus el verdadero alcance del poder al que se enfrentaba. Rui elevó su majestuoso cuello y, con un movimiento de sus garras ancestrales, abrió un portal dimensional que revelaba la feroz batalla que se desarrollaba en el territorio de los dragones zafiro rosa. En ese preciso instante, el grito desesperado de los reyes rosa resonó a través del portal: "¡NOOOOO! ¡No lo hagas, hija!"
—¿Qué sucede? ¿Qué está por ocurrir? —preguntó Nereus, observando atónito cómo el príncipe Adam del clan del agua volaba hacia su esposa. Al unir sus perlas del poder, ella, conectada con todos los seres, los elevó hacia los cielos hasta que se desvanecieron como polvo estelar—. ¿Qué significa esto? ¿Qué les ha sucedido a los Kraken y dragones glaciales?
Rui cerró el portal con una sonrisa enigmática. Sin que nadie lo supiera, había evitado una catástrofe. Era crucial mantener oculto el verdadero potencial de la princesa rosa, al menos por ahora. Observó a Nereus, quien aún intentaba procesar lo que había presenciado, y habló:
—Como yo, deseas la paz y el fin de las muertes de nuestros pueblos, ¿no es así? —siguió hablando con sabiduría antigua—. No puedo entregarte a Mayra; como has visto, Adam la ha unido a él mediante el juramento más sagrado existente, algo que ni siquiera yo puedo deshacer. Sin embargo, puedo concederte ese poder para que guíes a tu pueblo hacia una era de paz.
Rui hizo una pausa, dejando que todo se asentara en la mente del príncipe de los Kraken Ness. Nereus lo observaba con atención, no era tonto, sabía que era una gran oportunidad no solo para él, sino para su gente, pero Mayra…
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Editado: 05.01.2025