Nereus contempló a Mayra, quien permanecía al lado de su esposo Adam. Sus miradas se encontraron en un silencioso desafío. Ahora, investido con su nuevo poder ancestral, el príncipe de los Kraken comprendió que se encontraba ante una encrucijada: podría retar a Adam o convertirse en su aliado. La presencia de ambos en las profundidades del océano era, sin duda, una prueba de lealtad impuesta por el sabio Rui. Tras un momento de reflexión, inclinó levemente la cabeza hacia Adam, quien correspondió el gesto, manteniéndose alerta y listo para defender a su esposa si fuera necesario.
Con paso solemne, Nereus se dirigió hacia el antiguo pedestal, donde por milenios los reyes Kraken habían sido coronados. Para asombro de todos los presentes, incluida su propia madre, el trono ancestral comenzó a emitir un resplandor dorado, legitimando así a su nuevo rey. Los vítores y aclamaciones resonaron en las profundidades del océano, mientras la multitud pedía escuchar las primeras palabras de su nuevo soberano.
Al erguirse sobre el pedestal, todos los Kraken, incluyendo a su madre, se inclinaron ante él. La reina madre, finalmente comprendió que el verdadero traidor no había sido su hijo, sino su esposo. Si los ancestros habían otorgado su poder y reconocimiento a Nereus, ¿quién era ella para cuestionarlo?
Nereus observó a su pueblo con renovada determinación y, mientras los símbolos ancestrales brillaban en sus tentáculos, se preparó para pronunciar sus primeras palabras como rey de los Kraken. Elevó sus tentáculos, ahora resplandecientes con el poder ancestral, y su voz resonó clara y potente en las profundidades del océano:
—Hermanos Kraken, durante milenios hemos permanecido ocultos en las sombras de estos abismos, temerosos de un mundo que creíamos nos había olvidado. Hoy, el destino nos presenta una oportunidad única: la de emerger nuevamente y reclamar nuestro lugar junto a las demás criaturas mágicas.
Hizo una pausa, sus ojos brillando con determinación mientras observaba los rostros expectantes de su gente.
—La presencia de la princesa dragón rosa y su consorte el príncipe dragón del agua Adam no es una casualidad. Es un llamado a la unión, un recordatorio de que debemos retomar las antiguas alianzas que una vez forjamos. La guerra que se libra sobre nuestras cabezas amenaza no solo a los reinos de la superficie, sino también a nuestro propio hogar.
Los murmullos de aprobación se extendieron entre la multitud mientras Nereus continuaba:
—Como vuestro rey, mi primer decreto es restaurar nuestra antigua alianza con el reino de los dragones. ¡Ha llegado el momento de que los Kraken dejemos las profundidades y luchemos por un futuro donde todas las criaturas mágicas coexistan en armonía!
Su madre, la reina, lo miró por un instante con orgullo. Luego se adelantó y, con lágrimas en los ojos, proclamó:
—¡Larga vida al Rey Nereus, el Restaurador!
El grito fue repetido por cientos de voces, resonando a través de las aguas como un poderoso tsunami. Los Kraken, inspirados por las palabras de su nuevo rey, comenzaron a prepararse para la batalla que les aguardaba en la superficie. Nereus giró para Mayra y Adam antes de responder la pregunta que ella había formulado.
—Los acompañaré —declaró con firmeza. —Ha llegado el momento de que los Kraken dejemos las sombras y luchemos junto a nuestros antiguos aliados.
Rui asintió con aprobación mientras la columna de agua ascendía, llevando consigo a Mayra, Adam y Nereus. Detrás de ellos, cientos de Kraken emergieron de las profundidades, sus tentáculos brillando con la misma luz ancestral que su príncipe.
A medida que se acercaban a la superficie, el rugido de la batalla se intensificaba. El cielo, antes azul, estaba teñido de rojo por las llamas de los dragones. El mar se agitaba con furia, como si compartiera la violencia del conflicto que se desarrollaba sobre él.
—Es hora de que los reinos recuerden —proclamó Nereus mientras rompían la superficie del océano— que la verdadera fuerza nace de la unión, no de la división.
El cielo sobre las tierras rosas se había convertido en un caos apocalíptico de hielo y relámpagos. Los dragones glaciales, con sus inmensas alas cristalinas que reflejaban la luz como espejos mortales, desataban tormentas de hielo que amenazaban con congelar todo a su paso. Los poderosos Gytuss respondían con devastadoras descargas eléctricas que iluminaban el campo de batalla, convirtiendo el cielo en una danza mortal de luz y hielo.
—¡Por el honor de los zafiros rosa! ¡No dejaremos que tomen nuestras tierras! —rugió el príncipe Ariam, brillando en medio del combate mientras dirigía a sus hermanos y guerreros contra la amenaza.
Su imponente figura destacaba en el caos, liderando con la fiereza que caracterizaba a la realeza rosa.
—¡Ariam! —el grito desesperado de su hermano Ixac cortó el aire— ¡Mayra ha desaparecido de nuevo! Vi como un rayo de luz azul se la llevaba y Adam fue tras ella.
—¡Si Adam está con ella, estará protegida! —respondió Ariam, lanzándose en picada para interceptar un rayo de hielo dirigido a su otro hermano Max— ¡Vete con padre! ¡Necesitamos coordinar nuestras defensas!
El príncipe de los zafiros rosa Ariam escudriñó el horizonte, buscando señales de los refuerzos imperiales que no llegaban. A su lado su prometida Ariadna lo protegía de cuánto rayo le intentaban lanzar. Ella tenía el poder del fuego y por ello podía evitar que los congelaran.
#879 en Fantasía
#547 en Personajes sobrenaturales
aventuras fantasia princesa principe, romance sobrenatural, aventuras lugares extraordinarios
Editado: 05.01.2025