El destino en sueños

Capítulo 1

Althea - Mordus, Reino de Syukur

 

Un fuerte rayo de sol se filtraba, insistente, por un orificio de la vieja cortina, haciéndose cómplice de la voz que cada vez se hacía más cercana.

 

— ¡Althea!

 

Cubriendo su cabeza con la pesada manta, Althea se hundió en su cama gruñendo.

 

— Vamos, hija — volvió a decir su madre que ya se encontraba a su lado, tironeando de las sábanas.

 

— Mamá... — Se quejó la chica que ahora mostraba un bello y soñoliento rostro moreno. — ¿Por qué...?

 

— A ti misma deberías hacerte esa pregunta — respondió la mujer mayor. — No sé por qué te duermes tan tarde. — Y al ver que la chica iba a responder continuó: — Y no trates de negarlo, me desperté varias veces al oírte ir y venir por aquí arriba — explicó refiriéndose al ático en el cual Althea dormía.

 

— Lo siento, mamá — se disculpó compungida. — No imaginé que te molestaba.

 

— No me molestas, además, esta ha sido tu última noche aquí — dijo la madre con una sonrisa llena de ternura. — Peor hubiera sido que te escabulleras otra vez con Primus.

 

— Es mi compañero, puedo hacer con él como quiera — la rebeldía salió de sus labios antes de que pudiera pensar.

 

— No sé de donde sacas esas cosas tan terribles, al Dios...

 

— Eso dicen los sacerdotes, pero no creo que sea así... — Interrumpió tirando las mantas con bruscos movimientos de las piernas que hicieron apartarse rápidamente de ella a Estera, su madre. — Si acepto esta ceremonia, es por ti — concluyó ya sentada en la cama.

 

Estera se acomodó en el lecho junto a su hija, abrazándola por los hombros, con el brazo izquierdo.

 

— Y yo te lo agradezco mucho, mi querida — musitó mientras la besaba en la sien. — Alguna vez temí que, siendo tan diferente, no encontraras un hombre que te cuidara.

 

— Temes porque no entiendes que no necesito ser cuidada, madre — respondió poniéndose de pie. — Tengo hambre.

 

— Te prepararé algo mientras te vistes, falta muy poco para que comience la fiesta de Zjar — explicaba descendiendo por la escalerilla que conectaba el pequeño cubículo con el resto de la cabaña.

 

Zjar era la festividad de mitad del verano, cuando el sol estaba más candente, el día más largo de todo el ciclo. El pueblo entero realizaba un opulento banquete en la plaza central y era un momento en que aprovechaban para bendecir las nuevas uniones de los jóvenes. Por supuesto que la fiesta estaba disfrazada de ceremonia al dios único, pero Althea reverenciaba el Hálito Creador, y sus padres también, aunque no lo manifestaban abiertamente.

 

Observó con atención el lugar, donde ya hacía bastante tiempo que dormía muy poco, solo había allí una litera junto a la ventana, que estaba apenas cubierta por una cortina vieja.

 

Sonrió recordando los momentos maravillosos de su infancia, la cual había sido feliz y llena de amor, aun no siendo hija de las personas que la criaron. Algunas veces se preguntaba sobre sus verdaderos padres, y aunque tenía algo de curiosidad, no se sentía preparada para indagar demasiado en el tema. Su madre siempre le decía que seguramente sus progenitores la habían querido proteger, derribando con ello cualquier pensamiento que la joven pudiera tener, referido a no haber sido deseada, y también dando a entender la posibilidad de que tuviera un origen mágico, ya que era bien sabido por todos, que los seguidores del dios único perseguían a cualquiera que ostentara no ser humano.

 

Descendió al comedor donde ya sus padres la esperaban.

 

 

 

***

 

Morella - Monnate, entre Cariad y Syukur

 

— ¿De dónde vienes?

 

Morella se dio vuelta, sobresaltada ante la exigente voz que la interpelaba. Se quitó lentamente la capucha de la capa de lana marrón que la cubría y observó a su madre, actual alfa de la manada.

 

— Yo...

 

— Has estado espiando otra vez a la chiquilla, ¿verdad? — Interrumpió antes de que pudiera inventar alguna excusa.

 

La voz de su madre era áspera y grave, y no condecía con su aspecto humano extremadamente femenino. De piel morena, con amplias curvas, abundantes cabellos oscuros y ojos color miel, le recordaba a la "chiquilla" que mencionaba.

 

— Hoy tomará compañero... — Sonrió.

 

— Debes alejarte. Tu sentimentalismo la pondrá en peligro... — Refunfuñaba dentro de la casa de piedra en la que se encontraban. — No entiendo cómo pudiste deshonrarme de esa manera, ¡teniendo una hija con un humano!

 

— Se parece mucho a ti...

 

Los ojos de la alfa se entrecerraron con desconfianza.

 

— La reina Catalina me ha pedido un encargo. Te quedarás en mi lugar hasta que regrese — declaró cambiando drásticamente de tema.

 

— ¿Qué encargo es ese?

 

— Es algo secreto de la familia real. Y probablemente no regrese hasta que haya pasado Aastarni.

 

— ¿Tanto tiempo? Pero yo...

 

— Te prohíbo que abandones tus deberes por ver a esa niña, Morella.

 

— Sí, madre — asintió la loba bajando la mirada.

 

 

 

***

 

Althea - Mordus, Syukur

 

En medio de la aldea, la plaza central, se hallaba adornada con flores y cintas, blancas y amarillas. El banquete estaba preparado, formando un espacioso círculo con las mesas, dentro del cual estaban el sacerdote del dios, Blanco, y también la anciana del pueblo, Aneti.

 

Althea anhelaba la bendición de Aneti, quien era muy respetada por todos los moradores del lugar. Además, era de muy buen augurio que la unión oficial de una pareja se realizara en esta festividad, ya que al ser el punto más alto del sol, auguraba abundancia y éxito al nuevo matrimonio.




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