Morella - Monnate
— ¿Ha oído las noticias, Alfa? Dicen que el príncipe Luciano ha tenido una hija con una humana...
La voz se perdió entre los murmullos de los presentes, y Morella no pudo escuchar nada mas. Se hallaban reunidos en el centro de la aldea para la celebración de Aastarni.
Su madre, Candela, líder de los lobos que actualmente habitaban en Monnate, guardó silencio y apenas lanzó una mirada de reojo a su hija, sabiendo que también ella había cometido la misma atrocidad. Si bien no estaban a favor de la muerte de los humanos como algunas sectas, preferían evitar el cruzamiento, era un rumor muy difundido que su especie llevaba la semilla del mal desde el origen.
— ¿Y cómo es posible que lo hayan ocultado?
— No ha nacido un hada del luz en siglos...
Morella recordó el tiempo en el que tuvo que reemplazar a su madre en las funciones de Alfa, seguramente ella sabía sobre todo ésto, ya que había tenido que acompañar a la reina Catalina al Mundo Superior por varios meses.
— ¡Ya no hablen de lo que no les corresponde! — Gruñó la líder haciendo que todos los presentes hicieran silencio.
Luego de unos instantes el bullicio se reanimó pero ya nadie hablaba de la supuesta nieta de la reina de Monnate.
Candela que se encontraba a su lado, se volvió hacia ella.
— Esta noche viajaré y estarás a cargo... — Comenzó a decir.
— ¿Otra vez, mamá? — Se quejó la loba más joven. — ¿No puedes dejar a cargo a tu beta?
— Debes estar preparada para cuando tengas que sucederme — replicó la madre con voz dura.
— Yo no voy a sucederte. No quiero ser alfa — aunque Morella no levantó demasiado la voz, sus palabras salieron con tanta energía y claridad que varios a su alrededor se volvieron hacia ella.
No queriendo causar un disturbio en medio de la fiesta, Candela no respondió, pero le lanzó una mirada que le decía que hablarían de ello nuevamente.
***
Althea - Beleth, Syukur
Primus, tal como auguró Aneti, no tuvo problemas en llevar a Althea a Beleth para que se realizara los dibujos tan anhelados en sus pies. Los jóvenes habían crecido juntos y aún antes de hacer oficial su unión, eran novios, mejores amigos y amantes. Ellos se esforzaban por complacer los deseos del otro y no tenían secretos entre sí.
Al llegar a la gran urbe, que era uno de los centros comerciales más grandes del país, pasaron primeramente por el mercado, ya que llevaban dos carretas de ovejas, cabras y sérvilas para vender. Además el mercado sería el mejor lugar para averiguar donde encontrar al mago que Aneti les había mencionado.
En el primer lugar que preguntaron fue donde vendieron sus animales, luego de hacer la transacción, el muchacho preguntó por el mago.
— ¿Un mago en Beleth? — Respondió el comerciante con un deje agudo en su voz que evidenciaba su nerviosismo. — ¡Qué tontería, qué blasfemia!
Y sin más les dio la espalda. Ambos se miraron y se alejaron entre la multitud de gente que se encontraba en aquel lugar.
Caminaron un poco observando los puestos, que se hallaban ubicados a lo largo de una ancha calle de piedras, vendían allí todas las cosas que se les podían ocurrir. Había gente por doquier y un murmullo constante, de voces que trocaban y regateaban sin cesar.
El sol ya había bajado cuando Althea vio un pequeño puesto en el que dos mujeres vendían hierbas, libros y algunas otras cosas, que le llamó la atención. Tomando la mano de su esposo tironeó de él para conducirlo hasta allí.
— Disculpen — dijo suavemente llamando la atención de las dos vendedoras.
— ¿Si? ¿En que podemos ayudarles? — la mas joven de las mujeres era una chica rubia y menuda de ojos color miel y sonrisa aniñada.
— Buscamos... — Comenzó a hablar Primus dubitativo.
— Buscamos un druida — explicó Althea.
Las dos comerciantes se miraron con cautela.
— ¿Un druida? — Preguntó la mujer mayor nerviosamente.
— Es que he tenido un sueño... — Explicaba Althea. — Y me dijeron que lo buscara.
Al comprender que la pareja no era parte de los seguidores del dios único las mujeres se relajaron y prontamente les indicaron el camino, explicando que el mago que buscaban, era en realidad el "herrero" de la ciudad.
Luego de alejarse del mercado adentrándose en las oscuras calles de Beleth llegaron a la casa señalada que mostraba el interior iluminado por las amarillentas luces de las velas.
Hicieron sonar la campanilla que se hallaba del lado derecho de la puerta rompiendo el silencio de la noche.
El hombre les abrió de inmediato, como si de alguna manera los estuviera esperando. Era alto y de cabello largo, no podían ver su rostro ya que la luz se hallaba a su espalda.
— ¿Qué les trae por aquí, forasteros? — La pregunta resonó de una manera extraña y casi teatral.
Apretando la mano de Primus, Althea respondió:
— He tenido un sueño, y la bruja de mi pueblo, Aneti, nos envió a tí.
Luego de un silencio, en el que parecía estar evaluando la veracidad de sus palabras, el brujo, se movió hacia un lado dejándolos entrar.
— Así que la vieja Aneti aun vive — declaró el hombre, que ya dentro de la casa pudieron ver bien, tendría unos cuarenta años, su cabello largo castaño y con ondas tenía un tono rojizo, y sus ojos grises resaltaban por una pintura oscura que rodeaba sus ojos. Al ver que los jóvenes permanecían callados, continuó: — Y qué sueño es este, que me has venido a buscar desde tan lejos, porque vienen desde Mordus, ¿no?