El destino en sueños

Capítulo 7

Althea - Beleth, Syukur

 

Luego de pasar por varias casas encontró, en el frente de una de ellas, un carro con puercos, preparado para salir. Observando atentamente a su alrededor para comprobar que sus perseguidores aún no detectaban su rastro, se subió rápidamente acostándose en el piso del vehículo entre los cerdos, el olor era realmente nauseabundo, pero aunque le daba asco cubrió un poco su vestido y su piel con el estiércol de aquellos animales para camuflar su aroma, en este momento su supervivencia importaba mucho más que su olfato.

 

No tuvo que esperar demasiado hasta que el dueño de la carreta apareció, y los caballos comenzaron a andar. Seguramente el vendedor llevaría los puercos al mercado de la capital, porque si no, no saldría tan temprano. Debería prestar atención para no alejarse tanto, puesto que pretendía volver a Mordus y este se encontraba en sentido contrario.

 

El carro atravesó la ciudad lentamente. El ruido de los cascos de los caballos contra la piedra de las calles, luego de un rato, se volvió monótono. Los pájaros cantaban, por lo que imaginó que no estaría tan lejos de amanecer.

 

Aunque al principio de su escape pensó que sería ideal bajarse del carro poco después de salir de la ciudad, consideró que tal vez estaría demasiado cerca de los lobos, y también tendría que rodear Beleth para ir hacia el sur, además caminando sola en una zona de granjas, sería presa fácil. Por esto decidió continuar en la carreta hasta la ciudad de Leggia, la capital del Reino, y desde allí saldría hacia el este, y bordearía las montañas y el río Dow hacia el sur.

 

No podía dejar de rememorar el momento de la muerte de Primus, sentía tanta culpa. Si no fuera por aquel tonto sueño de los pentáculos en sus pies, aún estarían en Mordus, juntos. Se preguntaba por qué había hecho caso a Aneti, no entendía por qué ella le había sugerido viajar a Beleth y encontrarse con este brujo perverso, ¿sería que la anciana no sabía que era una mala persona? Quizá lo había conocido en otro tiempo, siendo joven y diferente. Se lo preguntaría cuando la volviera a ver. De una cosa estaba segura, buscaría la forma de cobrar venganza por la muerte de su amado Primus. Con ese último pensamiento se quedó dormida.

 

 

 

***

 

Morella - Monnate, entre Cariad y Syukur

 

La pérdida de su madre a manos del vampiro Dionisio le había dejado un gran hueco en el pecho. Morella no tenía ganas de hacerse cargo de todas las responsabilidades que ahora recaían sobre sus hombros. Asterio, quien era como un padre para ella, no se había movido de su lado, ahora le preparaba un brebaje para "ayudarle con el duelo", he había dicho el hombre.

 

— No creo que nada me ayude, Asterio — decía Morella sentada en un banco junto a la ventana de la rústica vivienda en la que se encontraba. El lugar estaba hecho de ramas tejidas, y era redondo, tenía piso de tierra.

 

— Tendrá que ayudarte, porque en un par de lunas deberás defender el puesto de alfa — el hombre que le hablaba, a unos metros de ella, se hallaba preparando hierbas en una mesa.

 

— No quiero ser alfa — declaró enojada poniéndose de pie.

 

En ese momento, Bella, ya recuperada de sus heridas y Romeo, entraban por la puerta a su izquierda.

 

— Morella — dijo la chica al oírla. — No sabes lo que dices, no puedes dejar la tribu a merced de Dulio.

 

Dulio era un lobo ladino que siempre había codiciado el puesto de Candela, incluso se había atrevido a desafiarla una vez.

 

— Habrá un combate y no necesariamente ganará él, Bella — se quejó.

 

— No hay muchos que puedan hacerle frente — acotó Romeo.

 

Morella suspiró exasperada.

 

— ¿Y por qué no se postulan ustedes?

 

— No estamos capacitados, lo sabes. Tu madre te ha preparado por años.

 

Todos se reunieron junto al chamán alrededor de la mesa.

 

— Basta, no es eso por lo que los hice venir. Quiero que busquen a mi hija y la traigan a Monnate.

 

— Pero...

 

— Mi madre ya no está y si voy a tener que defender su puesto, quiero mi hija a mi lado — dijo con firmeza. — Ella podría estar en peligro, aunque no tenga su cambio gracias al hechizo de Asterio, igual sentirá el llamado de su naturaleza, y el hecho de estar sellada la deja en desventaja. Si alguien se diera cuenta de ello o peor, supieran que es mi hija… Además… he sentido un dolor tremendo en mi pecho anoche, siento que ella me necesita.

 

— Entendemos — aceptó Romeo. — Nosotros iremos a Mordus por ella.

 

— Ese es otro problema... — Aclaró. — Fui por ella hace unos días y descubrí que ya no está allí, viajó con su esposo a Beleth hace más de dos meses y ninguno de los dos ha regresado a su pueblo.

 

— Eso no suena bien... — Comentó Bella. — Beleth siempre está llena de tumultos.

 

— Es cierto — aceptó Morella. — Hablé con sus padres humanos, y ellos estaban muy preocupados por no tener noticias.

 

— ¿Les dijiste la verdad? — Inquirió Asterio, sobresaltado.

 

— No, aunque creo que lo intuyeron. Yo les dije que buscaba a Primus porque quería una talla de madera.

 

— Viajaremos a Beleth y la traeremos — afirmó Romeo.




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