Althea - Leggia, Syukur
Un murmullo constante hizo que Althea despertara sobresaltada. Deberían haber llegado a la ciudad y ella dormitaba en un rincón del carro junto con los cerdos, como si hubiera estado en una cómoda cama. Seguramente el miedo por la persecución de los lobos la había agotado más de la cuenta.
Sintió que la carreta comenzaba a detenerse, por lo que se arrastró hacia la parte de atrás y se lanzó del carro antes de ser descubierta. Al ver que el sol se ocultaba frente a ella, se giró dándole la espalda, para encaminarse rumbo al este, donde debía encontrarse el lago Dow.
Agradeció haber visto los libros de mapas que Aneti guardaba tan celosamente. Sabía que tendría que caminar un par de días hacia el naciente para encontrar el lago, y luego debería seguir por su orilla rumbo al sur, hasta alcanzar el río, el cual necesitaría continuar bordeando en el mismo sentido para llegar finalmente a Mordus. Estos serían sus referentes para volver a casa.
Como había dormido todo el viaje y no tenía sueño, creyó que sería oportuno aprovechar la oscuridad nocturna para comenzar su travesía de regreso a su hogar.
Se movió sigilosa a través de la ciudad, entre las sombras, que ya eran muy largas. Evitó lo más que pudo a las personas y se fue alejando del centro. Al llegar a la periferia de la gran urbe, se coló por la parte de atrás de una casa donde había ropa húmeda colgada, tomó varias prendas que le parecieron de su tamaño y haciendo un atado con ellas, se las llevó.
Sabía que nadie la perseguía, porque de ser así le habrían dado caza antes de llegar a Leggia, que era la capital del reino. Lo más probable sería que pensaran que había viajado hacia el sur, y revisarían los caminos que llevaban a Mordus. Seguramente, al no encontrarla pensarían que la habían perdido y abandonarían la búsqueda.
No veía la hora de llegar al lago y darse un baño. Olía terrible.
***
Bella - Monnate
Bella y Romeo acababan de regresar de la infructuosa encomienda que les había dado su amiga, próxima alfa de la manada, Morella.
—¿Cómo se lo decimos...? — cavilaba la loba antes de llegar a la cabaña principal de la tribu.
— Diciéndoselo... — Romeo, su compañero era mucho más práctico y asertivo que ella, para él todo era sencillo, pero la chica no creía que su amiga se tomara a bien lo sucedido en Beleth.
La puerta de la cabaña se abrió cuando ellos se encontraban aún a varios pasos de distancia, sobresaltándolos.
— Oigo su rumiar — dijo Morella observándolos con el ceño fruncido.
Ingresaron en silencio, la líder había comenzado a tener los rasgos dominantes de su madre, tal vez por el peso de la responsabilidad que estaba pronta a asumir.
— Morella... — comenzó Bella.
— No la encontramos — concluyó Romeo.
— Eso ya puedo verlo — replicó escueta.
— Hubo una revuelta entre los que conservan el Hálito y los seguidores del dios...
Se sentaron ante la gran mesa que había en el medio del habitáculo, donde ya se encontraba Asterio, quien era la mano derecha de Morella.
— Ellos estaban en un lugar algo alejado de la ciudad... — contaba Romeo — y unos lobos los atacaron. Al parecer con ellos iba un mago llamado Rudolf, lo conocieron porque tu hija quiso dibujar pentáculos en sus pies...
— ¿Pentáculos? — Intervino el chamán.
— Eso decía la gente del lugar — respondió Bella. — Al parecer ella soñó con estas marcas y fue en busca del mago. Mataron a su esposo y ella huyó.
— ¿Los lobos mataron a su esposo? — Preguntó la preocupada madre. — Mi pobre niña, lo que habrá sufrido
— Sí — acotó el lobo más joven. — Pero al menos no era su pareja.
— Qué importa, ella lo amaba — replicó Morella.
— Rudolf es de la manada de la Luna Oscura, ellos fueron dispersos por los seguidores del dios cuando mataron a su alfa — explicaba Asterio. — Fue antes de que nosotros fuéramos acogidos en Monnate. La reina Catalina no los aceptó porque no guardaban el Hálito y se habían vuelto bestiales, quedaban muy pocos de ellos, a la mayoría les dio caza el ejército del sumo sacerdote Jos.
— Pero, ¿qué querrían con ella?
— Aparearse, ¿qué más? — Decía el chamán. — Ellos ya no tienen hembras, seguramente Rudolf notó que ella estaba presa de un encantamiento y pensó que podría deshacerlo, pero para que el embrujo caiga, madre e hija deben reunirse.
— Eso quiere decir que la han de estar persiguiendo — concluyó Bella.
— Sí, es probable.
— Si logró escapar, volverá a casa de sus padres. Regresen a Mordus y esperen allí, vigilen el lugar hasta que aparezca... — Ordenó Morella.
***
Althea - Al norte de Syukur
Luego de caminar unas cuantas horas, Althea entró en el bosque, no podía esperar a darse un baño, ya no soportaba su propio olor. Se detuvo un momento al amanecer porque tenía hambre. Sacó de su improvisada bolsa de ropa hurtada, una fruta, que también había robado, junto con otras provisiones que le servirían, aunque sea algunos días. No sabía con certeza cuanto tardaría en su viaje, pero haría rendir sus víveres lo más que pudiera, después podría alimentarse de bayas y setas silvestres, las cuales afortunadamente aprendió a reconocer en sus estudios con Aneti.
A mediodía paró a descansar, pero no comió, aunque sí dormitó un rato, no se atrevía a quedarse dormida allí por miedo a ser atacada por animales o malvivientes.