El destino en sueños

Capítulo 12

Gaebon - Al este de Syukur.

 

Conocer a Althea había renovado sus esperanzas, luego de mucho tiempo de vivir aislado, resignado al exilio, ahora llegaba esta loba, que removía todas sus fibras íntimas, su olor lo volvía loco, era obvio para él que ella era su pareja. Pero la joven venía con un dolor y además hechizada, no lo podía reconocer, aun cuando la conexión entre ellos era tan intensa que superaba lo que fuera que la tenía retenida dentro de su cuerpo humano.

 

Gaebon entendía que tenía que ser paciente, no podía reclamarla así como así, además Althea había sido criada por humanos, por tanto, no debía saber cómo eran las relaciones entre lobos. De lo que estaba muy seguro era de que no se apartaría de ella por nada y en este pensamiento se mantenía cuando la chica le habló como si lo hubiera oído.

 

— Gaebon, ¿por qué me acompañas? — Su voz dulce parecía intranquila.

 

— De casualidad voy por tu camino — sonrió mintiendo.

 

— No te creo — el olor de su enojo llegó a la nariz del lobo rápidamente. — No soy una niña ingenua, tienes algún motivo.

 

— Tengo muchos motivos, pero no creo que estés en condiciones ahora de saberlos — respondió, considerando que no era lo mejor mentir si quería tener una buena relación con ella.

 

Los pasos de la chica se detuvieron detrás del licántropo, entonces él también dejó de caminar y se volvió hacia ella. Aunque no podía verla, el olor de su enojo lo golpeaba.

 

— Tú no puedes juzgar si estoy o no en condiciones, y yo quiero saber — hizo una pausa y su respiración sonaba agitada. — No me conoces, he pasado por cosas... — el aroma de la tristeza siguió a la ira y se mezcló con ella. — No sabes nada...

 

— Sé que sufres, es evidente — trató de que su voz sonara suave para no aumentar la incomodidad de Althea.

 

Ella hizo silencio.

 

— No quiero encontrarme con sorpresas desagradables — se expresaba de manera contenida. — Habla claro — le exigió.

 

Gaebon también hizo silencio, evaluando las consecuencias de sus palabras, no quería hacerla enojar más, pero tampoco quería mentirle, lo mejor sería no decir nada.

 

— No quiero decirte ahora.

 

Ella hizo una exclamación de disconformidad y se abalanzó sobre él empujándolo hacia un lado.

 

— Entonces seguiré sola. No me sigas, ¡no quiero verte! — Gritó alejándose.

 

— Althea... — gimió él.

 

Ella de cualquier manera se había enojado. La dejó alejarse sin decirle nada, de todas formas podía seguirla a la distancia.

 

 

 

***

 

 

 

Althea - Al este de Syukur

 

 

Luego de viajar varios días con Gaebon se había acostumbrado a su compañía, aunque era bastante silencioso por momentos, él la hacía sentir segura. Pero cuando había conocido a Rudolf también se sintió confiada y después se llevó la decepción de su vida. Claro que con el brujo no había pasado tanto tiempo como con su actual compañero de viaje y había influido el hecho de que Aneti la enviara con él.

 

Pero estas dudas hicieron que se preguntara cuál era la razón por la cual Gaebon apenas conocerla, había decidido acompañarla, y tal como supuso, él tenía motivos ocultos para ello.

 

Se arrepentía de haberle reñido, ahora se sentía sola, aunque imaginaba que el lobo la debía seguir a la distancia, no era lo mismo que tenerlo delante de sí, guiándola.

 

La noche llegó y tuvo que detenerse por el cansancio. Se sentó apoyada en la raíz prominente de un árbol y sus lágrimas comenzaron a caer. Pronto sus sollozos fueron intensos mientras las heladas temperaturas de la montaña la afectaban cada vez más, llenándola de estremecimientos.

 

El frío y húmedo contacto del morro del gran lobo contra su mejilla la sobresaltó. Gaebon estaba allí. Lavó las lágrimas con su lengua y la chica se llenó de una reconfortante calidez.

 

— Todavía estoy enojada — le dijo, pero ya había dejado de llorar. Althea levantó sus manos y entremetió los dedos en el largo pelo del cuello del animal, el cual gimió mientras se echaba casi sobre el cuerpo de ella. — No vuelvas a dejarme sola... — susurró para sí misma.

 

— Me dijiste que querías estar sola y que no te siguiera — su voz resonó grave en la cabeza de la muchacha, la cual dio un respingo, apartándose al notarlo.

 

— ¿Cómo hiciste eso?

 

Él no respondió y se removió acomodándose junto a ella para dormir.




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