El destino en sueños

Capítulo 20

Osalu: Fiesta del primer brote verde, luego del invierno.

***

 

Althea – Monnate

 

Pasaron un par de días hasta que Gaebon se pudo levantar, Althea pasó mucho tiempo sin poder despegarse de su lado, apenas lo dejaba para comer y dormir. Esto además le permitía a la chica mantenerse alejada de la loba que la había dado a luz. Aunque sabía que era inevitable que en algún momento sus diferencias terminaran, lo aplazaría lo más que pudiera.

 

— ¿Por qué estás tan pensativa? — Preguntó Gaebon acostado a su lado.

 

— Pienso en esa mujer.

 

— Es tu madre, no deberías referirte a ella de esa manera.

 

— Lo que sea, me enoja el solo verla.

 

— Te duele haber estado separada de ella, sientes en tu sangre el lazo familiar que las une, por eso te sientes así. Necesitas dejar de luchar contra ello.

 

Althea se sentó en un solo movimiento y se volvió hacia él enojada.

 

— ¿Y tú qué sabes? — Apenas las palabras salieron de su boca, se arrepintió de tratarlo tan duramente, al ver la expresión de ternura en el rostro del lobo.

 

Un nudo se formó en la garganta de la muchacha y rápidamente dejó de mirarlo, como si él pudiera ver las lágrimas en sus ojos.

 

— Siento lo que tú sientes, ¿recuerdas? — Respondió Gaebon incorporándose para abrazarla.

 

— No quiero sentir nada de esto — gimió Althea de manera ahogada.

 

— Solo déjalo fluir.

 

La loba empezó a llorar y ya no pudo detenerse, pasó bastante tiempo derramando sus lágrimas en brazos de su compañero. Todo lo que había vivido parecía estar aflorando en ese momento, desde la muerte de Primus, las persecuciones, el haber encontrado a Gaebon y ahora, su madre. Esta mujer que la había rescatado de aquello. No sabía que sentir, ni como actuar, simplemente sentía un dolor agudo en el pecho, que le pesaba.

 

Gaebon beso su cabello y esto la reconfortaba.

 

— Gracias. Lo siento — se disculpó.

 

— No te aflijas, es normal que te sientas así. Has pasado por mucho en muy poco tiempo.

 

— Supongo que debería hablar con ella.

 

— Eso puede esperar hasta mañana, ¿verdad?

 

***

 

Gaebon – Monnate

 

 

En la mañana, aunque Althea quería hablar con su madre, no pudo hacerlo, puesto que habían recomenzado las luchas por el liderazgo de la manada. Para la desgracia de todos, Morella había resultado perdedora y estaba muy herida, por lo que la conversación que la chica planeaba debió posponerse.

 

Lo peor de la situación era que el ganador fue Dulio, a quien aún no conocían, pero ya habían oído de su forma despótica de conducirse. De todas maneras, debía pasar una lunación completa sin que nadie lo desafiara para convertirse en alfa, por lo que guardaban la esperanza de que fuera derrotado en algún momento.

 

La situación delicada de la vida de Morella puso a Althea en un estado emocional alterado y esto echó por tierra cualquier resentimiento que la chica pudiera haber albergado.

 

— ¿Crees que sobrevivirá?

 

— Según he oído es muy fuerte — respondió Gaebon abrazando a su compañera para que dejara de caminar enloquecida frente a la puerta del chamán.

 

— No quiero que muera — las lágrimas de Althea comenzaron a derramarse sobre el pecho del lobo que la sostenía fuertemente, tratando de reconfortarla. — Quiero una oportunidad de conocerla.

 

— La tendrás.

 

Asterio salió de la habitación en ese momento, atrayendo la atención de todos, y esto incluía a Romeo y Bella que se encontraban también en la sala.

 

— Ella se recuperará, aunque tardará un poco.

 

— Entonces, ¿está fuera de peligro? — Habló Romeo.

 

— Sí, pero tiene varias fracturas.

 

— Bueno, lo importante ahora es que no corra riesgo su vida — comentó Bella.

 

— Quiero verla — dijo Althea.

 

El chamán no pudo responder, puesto que la puerta de la casa se abrió, dando paso a alguien que llenó el lugar del característico aroma floral de las hadas, Gaebon supo que se trataba de la reina, ya que los alientos contenidos de los presentes lo afirmaba.

 

— Reina Catalina — articuló Asterio y Gaebon hizo una reverencia como imaginó que estaban haciendo todos.

 

— No actúen así, por favor — habló la regente de las hadas. — He venido a ver a Morella, he sabido lo que sucedió. Gaebon percibió los pasos de la mujer, aproximarse y detenerse junto a ellos. — Debes ser su hija.

 

— Sí… Alteza — tartamudeó Althea.

 

— Eres bienvenida.

 

— Muchas gracias.

 

— Y tú eres Gaebon, te recuerdo de las manadas del sur. Te creía en Agyry.

 

Gaebon no quiso preguntar como sabía que había sobrevivido, aunque sintió curiosidad al respecto.

 

— Me he mantenido en los bosques de las montañas Kru. Allí encontré a Althea. Ella es mi compañera.

 

— Entiendo, entonces, sería un honor para mí celebrar su boda en la festividad de Osalu.

 

— El honor será nuestro — respondió él.

 

— Puede pasar, majestad, pero está dormida — afirmó Asterio y la reina se introdujo en el lugar.




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