el destino no espera

El sobreviviente

El sonido del metal retorciéndose y los gritos ahogados en la oscuridad aún aparecían en sus sueños. El accidente ocurrió en un instante, pero dejó cicatrices que durarían toda la vida. Kasutora fue el único que salió con vida del auto. El único que abrió los ojos entre las llamas. El único que escuchó cómo los latidos de los demás se apagaban… uno por uno.

Desde entonces, no volvió a ser el mismo.

El hospital fue solo el principio. Lo más difícil vino después. Las preguntas, las miradas, el silencio incómodo de quienes no sabían qué decirle. “Tú tuviste suerte”, le decían. Pero a él no le parecía suerte. Se sentía más como un castigo.

Durante meses, Kasutora se encerró en sí mismo. Sus notas bajaron. Su sonrisa se escondió. El chico alegre que hacía bromas en clase desapareció. En su lugar quedó un adolescente de mirada fría, pasos calculados y palabras cortas.

Sin embargo, algo dentro de él nunca murió: su habilidad para mantenerse de pie. Era fuerte, aunque no lo pareciera. Su cuerpo, aunque delgado, se volvió ágil. Entrenaba solo en las noches, como si el sudor pudiera borrar los recuerdos. Pero no se trataba de olvidar. Se trataba de sobrevivir.

Y sobrevivir, para Kasutora, significaba estar listo. Para todo.

Una tarde, al salir del colegio, caminaba por el parque donde solía jugar cuando era niño. El viento soplaba suave, y el cielo tenía ese tono dorado que solo aparece cuando el sol está por despedirse. Ahí fue cuando escuchó esa voz.

—Kasu… ¿eres tú?

Se giró con rapidez. Su corazón se aceleró sin permiso.

Ahí estaba ella.

Eri.

Habían pasado años desde la última vez que la vio. Ya no era una niña. Era una joven con ojos que escondían historias. Pero había algo en ella que no había cambiado: esa sonrisa. La misma que solía devolverle la fe en los días malos.

Kasutora se quedó en silencio. Eri también. No hicieron falta palabras. Solo se abrazaron, como si el tiempo no hubiera pasado. Como si el accidente, la distancia y el dolor no existieran por un momento.

Pero la paz fue breve.

—Tengo que decirte algo —susurró ella, separándose un poco—. Mi familia… ya no es la misma. Ya no soy la misma. Pero tenía que verte. Aunque eso me ponga en peligro.

Kasutora entrecerró los ojos. La miró con atención. Había algo más detrás de esa mirada. Algo que no decía con palabras. Algo oscuro.

Y entonces supo una cosa: su historia apenas comenzaba.



#588 en Fanfic
#2664 en Otros
#484 en Acción

En el texto hay: supervivencia, accion, romanse

Editado: 26.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.