el destino no espera

Promesa bajo la lluvia

La noche llegó con una tormenta inesperada. El cielo lloraba con fuerza, como si intentara limpiar los pecados de la casa donde ahora dormía el peligro. Pero Kasutora no podía dormir. Su cuerpo aún dolía, pero su mente pesaba más.

Desde la ventana del cuarto de huéspedes observaba las gotas golpear el vidrio. Pensaba en Hiroshi, en ese juicio brutal, y en la advertencia final que le dejó. ¿Qué más ocultaba esa familia? ¿Qué secretos no le estaban contando?

Tocaron la puerta. Era ella.

—¿Puedo pasar? —preguntó, con voz suave.

Kasutora asintió. Ella entró con una manta sobre los hombros, los ojos brillantes, aunque no sabía si por el reflejo de la lluvia o por algo que aún no se atrevía a decir.

—Ven —le dijo—. Quiero mostrarte algo.

Sin esperar respuesta, lo tomó de la mano y lo llevó por los pasillos oscuros hasta el jardín trasero. Ambos quedaron empapados en segundos, pero ella no se detuvo.

—Aquí fue donde prometimos no olvidarnos —susurró.

Kasutora la miró, sorprendido. No recordaba bien ese momento. El accidente, el dolor, el tiempo... habían desdibujado muchos recuerdos.

—Cuando éramos niños, jugábamos bajo la lluvia —continuó ella—. Yo dije que si algún día nos separábamos, vendríamos aquí, a este mismo lugar, bajo la lluvia… para recordar que aún estábamos vivos.

El corazón de Kasutora se apretó. Entonces ella lo abrazó. Fuerte. Con desesperación.

—Tengo miedo —dijo—. Esta casa, mis hermanos, las decisiones que tomaron… me hacen pensar que algún día podrías irte. Que podrías morir.

—No voy a morir —respondió él, seguro.

—No puedes prometer eso…

—Pero sí puedo prometerte esto —la interrumpió, separándose un poco para mirarla a los ojos—: Cada vez que llueva… sin importar dónde esté, pensaré en ti. Y si alguna vez nos separamos otra vez… volveré aquí.

Ella lo besó. Un beso lento, empapado por la tormenta, sellando una promesa entre dos almas que se encontraron de nuevo.

—Entonces jura… —dijo ella, con una sonrisa débil— que no importa qué pase… seguirás luchando por nosotros.

Kasutora levantó la mano y entrelazó sus dedos con los de ella.

—Lo juro. Porque el destino no espera… pero yo tampoco lo haré.

Y bajo la lluvia, entre truenos y memorias, nació una promesa que ni la muerte podría romper.



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En el texto hay: supervivencia, accion, romanse

Editado: 26.06.2025

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